Creo que hasta ahora he escrito bastante sobre mi vida como cantante. He comentado lo complicado que fue el comienzo, lo largos que se me hicieron los años en Huelva, los proyectos que nunca salieron, mis años de retiro, lo que he tenido que aguantar algunas veces, lo que he disfrutado otras...
Pero mi vida como cantante continúa. Este año 2014 no sólo he hecho grandes cosas y me he enfrentado a retos musicales y psicológicos muy complicados, si no que aún sigo haciendo cosas. Estamos ahora mismo a finales de Septiembre, a pocos días de recomenzar los 6 (de momento) últimos conciertos del año que abarcan Septiembre y Octubre. Este mes de Noviembre quizá haga más cosas, y no sé qué será de Diciembre, por eso dejaré la entrada de 2014 guardada hasta que termine el año. La terminaré y prepararé para que salga el 4 de Enero de 2015, donde ya mis publicaciones serán quizá hablando de cada mes en el que haga algo musicalmente hablando.
Hasta ahora, en estas 14 entradas, he hablado de muchas cosas, de lo bien que me lo pasé a veces, de lo que sufrí otras, de momentos vergonzosos y momentos de gloria, de lo poco valorado que era mi potencial al principio, de lo que se me valora ahora...
Puede que parezca que no he crecido como cantante, pero sólo hay que comparar mis grabaciones de hace 15 años a las de ahora, vocalmente he crecido mucho, aunque este año haya pasado por un pequeño bache que contaré en mi próxima entrada, ahora soy solista indiscutible, canto casi lo que quiero, recibo dinero por cantar y estoy deseando que el año que viene en lugar de 30, tenga 60 conciertos, cuantos más mejor.
Sobre todo, en estos 17 años, me he encontrado con todo tipo de gente. Cierto es que en un gran número han sido sólo personas que vivían su vida sin meterse en la de nadie, pero por otra parte me he encontrado que el mundo de la lírica, quizá de la música en general, es muy hipócrita. Continuamente te encuentras con gente que cree haber llegado a la cima más alta de la carrera, cuando no lo conoce nadie, cuando no sale de las fiestas de su barrio, cuando no lo llaman ni para ofrecerle líneas de teléfono, pero cuando les llaman, se inflan como globos y se dan golpes en el pecho alardeando de todo lo que han hecho, como he hecho yo en estas 14 entradas, pero no voy por ahí diciendo todo lo que hago, comento si he tenido conciertos o no, pero no doy un amplio detalle de ellos.
En este mundo hay mucha gente que te sonríe a la cara y luego no te pueden ni ver, gente que no te hace ni puñetero caso y en cuanto ven que comienzas a ascender, intentan verte y hacerse los simpáticos. No has estado mientras luchaba, ¿qué te hace pensar que vas a estar aquí ahora? (Sí, es parecida a una frase atribuida a Will Smith). Pero también me he encontrado con gente desagradecida. Hay personas a las que intentas sorprender con un bonito detalle y el silencio es toda respuesta que recibes. Ese tipo de gente prefiero dejarlas cuanto más lejos mejor.
De todas formas, con lo que me quedo es con la gente buena, gente que siempre te saluda y tiene una palabra amable para ti, gente que te manda mensajes sólo para saber cómo estás, esa es la gente con la que me quedo.
Tal vez porque cuando comenzaba era tenor, y siempre me hicieron la cama de una forma u otra para no quitar protagonismo, ahora cuando me hablan de otros tenores, jamás digo una palabra fuera de tono, me gusta que tengan más oportunidades de las que me dieron a mí, hacérselo un poco más fácil. Yo no tengo rivalidad con otros tenores, a día de hoy mi puesto está seguro donde está, y si deja de estarlo será porque yo ya no dé la talla, y creo que me esfuerzo lo suficiente como para darla.
En fin, que a los pocos o muchos que visitéis este blog, sabed que me estoy entreteniendo mucho escribiéndolo, sabed que tengo la sensación de que a veces no cuento las cosas como me gustaría, si no como me salen en ese momento, intento decir que esta vida no es fácil, pero es muy gratificante, que hay gente que te ayuda y gente que te pone la zancadilla, pero al fin y al cabo el que está encima del escenario, expuesto al público soy yo.
No sé realmente si alguien estará leyendo estas entradas, pero aquí quedan para el recuerdo, nos vemos en 2015.
domingo, 23 de noviembre de 2014
domingo, 16 de noviembre de 2014
2013: DE RETOS Y SOLEDADES
Ya nos vamos acercando a mi época actual, estamos hablando del año 2013. Se me comunicó que en Febrero volveríamos a hacer La del Manojo de Rosas pero esta vez en un teatro, el Teatro Quintero, y que también en Semana Santa haríamos parte del Réquiem en Lebrija, todo un comienzo fuerte, teniendo en cuenta que tendríamos más trabajo en verano.
Además, en los últimos días de Diciembre de 2012, recibí la llamada de un antiguo miembro del primer coro en el que estuve en 1997, de los que se había quedado en el coro y no se había ido con nosotros, me comentó que necesitaban un tenor para una camerata que tenían montada, afortunadamente, dije que sí, y ese mismo año pude cantar en cuaresma en Huelva, unas comuniones que me reportaron pingües beneficios y una boda a finales de año, pero sobre todo, me encontré con un grupo de personas maravillosas a las que les tengo muchísimo cariño.
He de reconocer que tuve problemas para ensayar para el concierto de Febrero, pero es que tenía cosas que hacer en Huelva, al menos llevaba todo mi papel perfectamente aprendido, y no dejaba nada a la improvisación, sólo necesité el ensayo general para ver tamaños en aquel escenario.
Tardé mucho en cobrar aquel concierto, y no porque el director no quisiera pagármelo, si no porque hubo ciertos retrasos por parte de la gestión del teatro. He de reconocer que siempre me llamaba Vicente a mí, y nunca jamás le dije "¿Cuándo voy a cobrar?", teniendo en cuenta mi experiencia de años anteriores, sabía que cobraría cuando se pudiera, no antes. Eso de no llamar preguntado por el dinero, es algo que valoró mucho Vicente. Otras personas le agobiaban continuamente preguntándoles por el dinero, yo era consciente de la situación, y tener cierta paciencia siempre ayuda.
En Semana Santa nos fuimos a Lebrija, donde cantamos parte del Réquiem, la misa de Coronación y dos compañeras cantaron piezas del Stabat Mater de Pergolesi. Un palmatorio de obra.
Desde aquel concierto sé cómo se siente Stevie Wonder cuando canta. El concierto fue durante el Santo Entierro, y no sólo no aplaudió nadie (lógico), si no que además estábamos completamente a oscuras. La única luz de la que disponía la tapaba el director, así que tuve que cantar a ciegas y un poco por instinto. Afortunadamente, cuando me aprendo algo, lo hago de tal manera que no tenga ni que mirar la partitura, y eso ayudó.
Para el verano habíamos estado pensando qué zarzuela representar. La del Manojo de Rosas había resultado ser una obra demasiado titánica y necesitábamos algo más suave, así que nos decidimos por "La Dolorosa".
De nuevo me tocó hacer el papel de tenor cómico, pero no me importaba, era un papel muy agradecido y muy divertido, he de reconocer que me gusta más el de Perico que el de Rafael, que es el tenor principal.
Sin embargo, diferentes eventualidades nos llevaron a tener que hacer la obra de nuevo en versión concierto, no había problema, la zarzuela se podía hacer perfectamente así.
La noche antes del concierto, después de dos meses de conciertos que me habían reportado unos pingües beneficios (al menos podía cubrir la gasolina de los viajes y unos eurillos para tomarme algo), me llamó Vicente y me comentó que el tenor principal había tenido un accidente de moto volviendo del ensayo. Él mismo me preguntaba que qué hacíamos, que si suspendíamos el concierto. En un alarde de valentía me ofrecí a cantarlo todo, ya que en la versión concierto no tenía que doblar personaje en la misma escena. A la mañana siguiente quedamos para ver si podría, y pude, así que esa misma noche tuve que cantar La Dolorosa como Rafael, Perico, Coro y Tenor de Jota. Me pasé todo el concierto de pie cantando, pero mis compañeros y el público me felicitaron por mi valentía y por echarme el concierto a las espaldas. Terminé físicamente agotado, pero satisfecho de mi trabajo:
http://youtu.be/zprH6Uf1lZA
Pero ahí no terminó la cosa, el otro tenor que cantaba los solos de Carmina Burana también tuvo que ausentarse, parecía que los tenores iban desapareciendo. Cuando me quise dar cuenta, era el único tenor para todo. Juro que yo no hacía nada, guardo muy buena amistad con el tenor del Carmina y le echo de menos muchísimo en esos conciertos, pero el caso es que me quedé solo.
¿Qué ocurrió? Pues lo que tenía que ocurrir, tuve que cantar los solos del Carmina Burana además de los coros, todo un reto que, afortunadamente, salió a la perfección.
https://www.youtube.com/edit?o=U&video_id=PVCE_rYD11w
Por suerte o por desgracia, me salió la oportunidad de montar un negocio en la localidad donde vivía, y tuve la impresión de que tendría que abandonar la música, un negocio me absorbería todo mi tiempo, dejé mi despedida de la agrupación sevillana en el aire, pero confirmé, no sé porqué, mi despedida con la camerata de Huelva.
Ya he dicho que por suerte o por desgracia, y más bien fue por desgracia. Una serie de acontecimientos me llevaron a cerrar el negocio tan solo dos meses después de abrirlo, mi puesto en la camerata ya había sido cubierto y no podía volver, era lógico, aunque ofrecí mis servicios para cuando hicieran falta, por otro lado, a Vicente le dio alegría el poder contar conmigo para el próximo año.
Terminaba 2013, un año de locura y que había terminado peor que empezó, en paro, igual que antes, pero con una deuda de 4000 euros por el préstamo del negocio.
Además, en los últimos días de Diciembre de 2012, recibí la llamada de un antiguo miembro del primer coro en el que estuve en 1997, de los que se había quedado en el coro y no se había ido con nosotros, me comentó que necesitaban un tenor para una camerata que tenían montada, afortunadamente, dije que sí, y ese mismo año pude cantar en cuaresma en Huelva, unas comuniones que me reportaron pingües beneficios y una boda a finales de año, pero sobre todo, me encontré con un grupo de personas maravillosas a las que les tengo muchísimo cariño.
He de reconocer que tuve problemas para ensayar para el concierto de Febrero, pero es que tenía cosas que hacer en Huelva, al menos llevaba todo mi papel perfectamente aprendido, y no dejaba nada a la improvisación, sólo necesité el ensayo general para ver tamaños en aquel escenario.
Tardé mucho en cobrar aquel concierto, y no porque el director no quisiera pagármelo, si no porque hubo ciertos retrasos por parte de la gestión del teatro. He de reconocer que siempre me llamaba Vicente a mí, y nunca jamás le dije "¿Cuándo voy a cobrar?", teniendo en cuenta mi experiencia de años anteriores, sabía que cobraría cuando se pudiera, no antes. Eso de no llamar preguntado por el dinero, es algo que valoró mucho Vicente. Otras personas le agobiaban continuamente preguntándoles por el dinero, yo era consciente de la situación, y tener cierta paciencia siempre ayuda.
En Semana Santa nos fuimos a Lebrija, donde cantamos parte del Réquiem, la misa de Coronación y dos compañeras cantaron piezas del Stabat Mater de Pergolesi. Un palmatorio de obra.
Desde aquel concierto sé cómo se siente Stevie Wonder cuando canta. El concierto fue durante el Santo Entierro, y no sólo no aplaudió nadie (lógico), si no que además estábamos completamente a oscuras. La única luz de la que disponía la tapaba el director, así que tuve que cantar a ciegas y un poco por instinto. Afortunadamente, cuando me aprendo algo, lo hago de tal manera que no tenga ni que mirar la partitura, y eso ayudó.
Para el verano habíamos estado pensando qué zarzuela representar. La del Manojo de Rosas había resultado ser una obra demasiado titánica y necesitábamos algo más suave, así que nos decidimos por "La Dolorosa".
De nuevo me tocó hacer el papel de tenor cómico, pero no me importaba, era un papel muy agradecido y muy divertido, he de reconocer que me gusta más el de Perico que el de Rafael, que es el tenor principal.
Sin embargo, diferentes eventualidades nos llevaron a tener que hacer la obra de nuevo en versión concierto, no había problema, la zarzuela se podía hacer perfectamente así.
La noche antes del concierto, después de dos meses de conciertos que me habían reportado unos pingües beneficios (al menos podía cubrir la gasolina de los viajes y unos eurillos para tomarme algo), me llamó Vicente y me comentó que el tenor principal había tenido un accidente de moto volviendo del ensayo. Él mismo me preguntaba que qué hacíamos, que si suspendíamos el concierto. En un alarde de valentía me ofrecí a cantarlo todo, ya que en la versión concierto no tenía que doblar personaje en la misma escena. A la mañana siguiente quedamos para ver si podría, y pude, así que esa misma noche tuve que cantar La Dolorosa como Rafael, Perico, Coro y Tenor de Jota. Me pasé todo el concierto de pie cantando, pero mis compañeros y el público me felicitaron por mi valentía y por echarme el concierto a las espaldas. Terminé físicamente agotado, pero satisfecho de mi trabajo:
http://youtu.be/zprH6Uf1lZA
Pero ahí no terminó la cosa, el otro tenor que cantaba los solos de Carmina Burana también tuvo que ausentarse, parecía que los tenores iban desapareciendo. Cuando me quise dar cuenta, era el único tenor para todo. Juro que yo no hacía nada, guardo muy buena amistad con el tenor del Carmina y le echo de menos muchísimo en esos conciertos, pero el caso es que me quedé solo.
¿Qué ocurrió? Pues lo que tenía que ocurrir, tuve que cantar los solos del Carmina Burana además de los coros, todo un reto que, afortunadamente, salió a la perfección.
https://www.youtube.com/edit?o=U&video_id=PVCE_rYD11w
Por suerte o por desgracia, me salió la oportunidad de montar un negocio en la localidad donde vivía, y tuve la impresión de que tendría que abandonar la música, un negocio me absorbería todo mi tiempo, dejé mi despedida de la agrupación sevillana en el aire, pero confirmé, no sé porqué, mi despedida con la camerata de Huelva.
Ya he dicho que por suerte o por desgracia, y más bien fue por desgracia. Una serie de acontecimientos me llevaron a cerrar el negocio tan solo dos meses después de abrirlo, mi puesto en la camerata ya había sido cubierto y no podía volver, era lógico, aunque ofrecí mis servicios para cuando hicieran falta, por otro lado, a Vicente le dio alegría el poder contar conmigo para el próximo año.
Terminaba 2013, un año de locura y que había terminado peor que empezó, en paro, igual que antes, pero con una deuda de 4000 euros por el préstamo del negocio.
domingo, 9 de noviembre de 2014
2012: CRECIENDO
2011 había resultado ser un buen año, estuvimos trabajando mucho, me había aprendido mi papel de capó a la perfección, había trabajado durante meses y eso se había traducido en un gran concierto. El caso era seguir en esa dinámica.
Afortunadamente, trabé buena amistad con el director de la agrupación sevillana, y me comentó que quería contar conmigo para más cosas. El año 2012 fue importante en muchos sentidos, ya que no sólo repetimos "La del Manojo de Rosas" cosechando nuevos éxitos, si no que mis conciertos ya no se circunscribían al verano.
Aún a día de hoy no sé decir exactamente el motivo, pero desde que empecé con esta agrupación en 2010 hasta 2014, que es cuando escribo esto, hemos hecho aproximadamente unos 40 Carmina Burana, y siempre ha llenado, el último superó todas las expectativas, pero no adelantemos acontecimientos, estamos en 2012.
Casi habiendo comenzado 2012, recibí una llamada del director de una coral de Huelva, le habían llamado para cantar el Himno de la Coronación de la Vírgen de la Victoria, un acontecimiento de gran repercusión y envergadura en la ciudad, y el tenor al que habían llamado no podía hacer el estreno del himno, así que habían pensado en mí. "Segunda opción", pensé yo, no es que me alegrara ser la segunda opción, pero al menos era el 2º, no el 5º ó 6º. Acepté sin cerrar la cuantía exacta de mi emolumento, pero a pesar de no ser religioso, sé a ciencia cierta que eso podía ser una gran acontecimiento para mí.
Cuando recibí la partitura la estudié durante semanas. No me parecía demasiado complicada, pero me quedaba pelín grave, hay que tener en cuenta que soy tenor ligero, muy ligero, así que por arriba puedo llegar donde quieras, pero por abajo... me cuesta bastante.
A pesar de retrasar unos días el estreno, por fin llegué al ensayo general con coro y orquesta. Cuando me quise dar cuenta, había unos cambios de ritmo bastante acusados que me costó trabajo coger, pero finalmente lo conseguí. El día del estreno, con mi flamante esmoquin canté aquella pieza con el respeto que se merecen todas las piezas. No estoy muy orgulloso de como me quedó, pero teniendo en cuenta las circunstancias, era lo mejor que podía hacer:
https://www.youtube.com/watch?v=9Iy0lsjG_6U
Ese mismo verano, tuve la ocasión de asistir a unas Master Class de canto que se celebraban en Huelva. Fueron las primeras clases en condiciones que recibía, unas dos horas en total, ya que el tercer día había un concierto donde debía exponer las dos obras que había trabajado. Obviamente, una de las piezas que canté era "Una Furtiva Lágrima", que ya era algo así como mi abanderada.
Como había pasado en años anteriores, ni siquiera me molesté en vocalizar, jamás lo hacía, canté la pieza en el ensayo y, cuando me quise dar cuenta, la profesora me estaba pidiendo que volviera a cantarla. Mientras volvía a interpretar la pieza, giré la vista y me di cuenta de que la profesora había llamado por teléfono a su marido, famoso barítono, y ese hombre del que tanto había oído hablar, que tantas veces había escuchado en grabaciones, estaba ahora escuchándome a mí por teléfono, mientras yo cantaba esa pieza que me había acompañado durante años.
He de reconocer que me quedé turbado, la verdad es que después de las Master Class, no he vuelto a ver a esa mujer, tampoco es que ponga mucho interés, no me gustó el poco partido que le había sacado no sólo a mi voz, si no también a la de mis compañeros. Pero eso no hay que tomarlo como una crítica hacia ella, al contrario. Los profesores de canto no pueden enseñar a todos los cantantes, hay alumnos a quienes con un profesor les va mal, y otros alumnos a los que el mismo profesor les saca oro puro de la voz, ella conmigo no dio con la tecla, a pesar de los 120 euros que tuve que soltar para hacer esas Master Class. Al menos guardo el diploma y un par de piezas que canté:
http://youtu.be/9BJRCA-tWdM
Durante la primavera, ya hablando de Sevilla, Vicente me propuso cantar un par de conciertos nuevos, pero unidos en uno solo, se trataba del Réquiem de Mozart y la Misa de Coronación.
Me hacía mucha ilusión, ya que me permitiría abordar un estilo de música que hasta ahora no había abordado como solista. Desde mi casa en Huelva hacía el trabajo más intenso, que era aprender la melodía a base del poco solfeo que tenía y observar vídeos de otras personas que lo habían cantado, siempre ayuda.
Cuando llegué a Sevilla, volvimos a interpretar la zarzuela y el Carmina Burana. Pude hacer algún que otro recital, pero el día del estreno del Réquiem, hubo que cancelarlo. El cuadro de luces había sufrido un problema y no se podía cantar. Tocaba esperar.
Y esperamos hasta finales de Noviembre, cuando por fin pudimos estrenar la obra:
http://youtu.be/waWoZjpMpnk
Todo un éxito aquel concierto. Había sido un año preñado de grandes acontecimientos, y 2013 prometía ser más interesante aún.
Afortunadamente, trabé buena amistad con el director de la agrupación sevillana, y me comentó que quería contar conmigo para más cosas. El año 2012 fue importante en muchos sentidos, ya que no sólo repetimos "La del Manojo de Rosas" cosechando nuevos éxitos, si no que mis conciertos ya no se circunscribían al verano.
Aún a día de hoy no sé decir exactamente el motivo, pero desde que empecé con esta agrupación en 2010 hasta 2014, que es cuando escribo esto, hemos hecho aproximadamente unos 40 Carmina Burana, y siempre ha llenado, el último superó todas las expectativas, pero no adelantemos acontecimientos, estamos en 2012.
Casi habiendo comenzado 2012, recibí una llamada del director de una coral de Huelva, le habían llamado para cantar el Himno de la Coronación de la Vírgen de la Victoria, un acontecimiento de gran repercusión y envergadura en la ciudad, y el tenor al que habían llamado no podía hacer el estreno del himno, así que habían pensado en mí. "Segunda opción", pensé yo, no es que me alegrara ser la segunda opción, pero al menos era el 2º, no el 5º ó 6º. Acepté sin cerrar la cuantía exacta de mi emolumento, pero a pesar de no ser religioso, sé a ciencia cierta que eso podía ser una gran acontecimiento para mí.
Cuando recibí la partitura la estudié durante semanas. No me parecía demasiado complicada, pero me quedaba pelín grave, hay que tener en cuenta que soy tenor ligero, muy ligero, así que por arriba puedo llegar donde quieras, pero por abajo... me cuesta bastante.
A pesar de retrasar unos días el estreno, por fin llegué al ensayo general con coro y orquesta. Cuando me quise dar cuenta, había unos cambios de ritmo bastante acusados que me costó trabajo coger, pero finalmente lo conseguí. El día del estreno, con mi flamante esmoquin canté aquella pieza con el respeto que se merecen todas las piezas. No estoy muy orgulloso de como me quedó, pero teniendo en cuenta las circunstancias, era lo mejor que podía hacer:
https://www.youtube.com/watch?v=9Iy0lsjG_6U
Ese mismo verano, tuve la ocasión de asistir a unas Master Class de canto que se celebraban en Huelva. Fueron las primeras clases en condiciones que recibía, unas dos horas en total, ya que el tercer día había un concierto donde debía exponer las dos obras que había trabajado. Obviamente, una de las piezas que canté era "Una Furtiva Lágrima", que ya era algo así como mi abanderada.
Como había pasado en años anteriores, ni siquiera me molesté en vocalizar, jamás lo hacía, canté la pieza en el ensayo y, cuando me quise dar cuenta, la profesora me estaba pidiendo que volviera a cantarla. Mientras volvía a interpretar la pieza, giré la vista y me di cuenta de que la profesora había llamado por teléfono a su marido, famoso barítono, y ese hombre del que tanto había oído hablar, que tantas veces había escuchado en grabaciones, estaba ahora escuchándome a mí por teléfono, mientras yo cantaba esa pieza que me había acompañado durante años.
He de reconocer que me quedé turbado, la verdad es que después de las Master Class, no he vuelto a ver a esa mujer, tampoco es que ponga mucho interés, no me gustó el poco partido que le había sacado no sólo a mi voz, si no también a la de mis compañeros. Pero eso no hay que tomarlo como una crítica hacia ella, al contrario. Los profesores de canto no pueden enseñar a todos los cantantes, hay alumnos a quienes con un profesor les va mal, y otros alumnos a los que el mismo profesor les saca oro puro de la voz, ella conmigo no dio con la tecla, a pesar de los 120 euros que tuve que soltar para hacer esas Master Class. Al menos guardo el diploma y un par de piezas que canté:
http://youtu.be/9BJRCA-tWdM
Durante la primavera, ya hablando de Sevilla, Vicente me propuso cantar un par de conciertos nuevos, pero unidos en uno solo, se trataba del Réquiem de Mozart y la Misa de Coronación.
Me hacía mucha ilusión, ya que me permitiría abordar un estilo de música que hasta ahora no había abordado como solista. Desde mi casa en Huelva hacía el trabajo más intenso, que era aprender la melodía a base del poco solfeo que tenía y observar vídeos de otras personas que lo habían cantado, siempre ayuda.
Cuando llegué a Sevilla, volvimos a interpretar la zarzuela y el Carmina Burana. Pude hacer algún que otro recital, pero el día del estreno del Réquiem, hubo que cancelarlo. El cuadro de luces había sufrido un problema y no se podía cantar. Tocaba esperar.
Y esperamos hasta finales de Noviembre, cuando por fin pudimos estrenar la obra:
http://youtu.be/waWoZjpMpnk
Todo un éxito aquel concierto. Había sido un año preñado de grandes acontecimientos, y 2013 prometía ser más interesante aún.
domingo, 2 de noviembre de 2014
2011: COMENZAMOS DE NUEVO
2011 comenzó con nuevas expectativas, en lo referente a la zaruela "La del Manojo de Rosas", los ensayos se retomaron con algunas caras nuevas, había habido días en los que de camino a Sevilla se me había comunicado por teléfono que no se iba a ensayar, lo cual me hacía polvo, estando en paro no tenía recursos económicos como para hacer viajes en balde, pero afortunadamente la situación cambió.
A pesar de llevar apenas un año en aquella compañía nueva, mi trabajo constante y mi responsabilidad para con los ensayos dieron su fruto, iba a los ensayos con mi papel aprendido y mi voz respondía perfectamente, en aquel momento todo me iba bien, es más, llegó el día del estreno y todo salió a pedir de boca, aquel año hicimos tres representaciones de la zarzuela y continué conociendo gente maravillosa.
http://youtu.be/Cqvl2PZLaa4
Por fortuna, ese otro proyecto, Carmina Burana, también iba viento en popa, es más, aquel año con Carmina Burana cosechamos grandes éxitos, un lleno absoluto y un año sin duda para recordar, había costado trabajo, pero lo habíamos conseguido, ahora sólo tocaba pensar qué haríamos el próximo año.
http://youtu.be/sxJD1-Uxi8M
También hice algo que tenía muchísimas ganas de hacer, un recital de zarzuela apareciendo yo como único tenor solista, aquella Furtiva Lágrima y el Torna Surriento que me marqué eran el inicio de una época que podríamos denominar la época dorada como cantante, no sólo era solista, si no que además era respetado, mis opiniones eran tenidas en cuenta y, por encima de todo, cobraba dinero por los conciertos, todo iba genial, y el año siguiente sería quizá mejor.
http://youtu.be/Lh2NmXYbWxM
A pesar de llevar apenas un año en aquella compañía nueva, mi trabajo constante y mi responsabilidad para con los ensayos dieron su fruto, iba a los ensayos con mi papel aprendido y mi voz respondía perfectamente, en aquel momento todo me iba bien, es más, llegó el día del estreno y todo salió a pedir de boca, aquel año hicimos tres representaciones de la zarzuela y continué conociendo gente maravillosa.
http://youtu.be/Cqvl2PZLaa4
Por fortuna, ese otro proyecto, Carmina Burana, también iba viento en popa, es más, aquel año con Carmina Burana cosechamos grandes éxitos, un lleno absoluto y un año sin duda para recordar, había costado trabajo, pero lo habíamos conseguido, ahora sólo tocaba pensar qué haríamos el próximo año.
http://youtu.be/sxJD1-Uxi8M
También hice algo que tenía muchísimas ganas de hacer, un recital de zarzuela apareciendo yo como único tenor solista, aquella Furtiva Lágrima y el Torna Surriento que me marqué eran el inicio de una época que podríamos denominar la época dorada como cantante, no sólo era solista, si no que además era respetado, mis opiniones eran tenidas en cuenta y, por encima de todo, cobraba dinero por los conciertos, todo iba genial, y el año siguiente sería quizá mejor.
http://youtu.be/Lh2NmXYbWxM
domingo, 26 de octubre de 2014
2010: VUELTA A LOS ESCENARIOS
Habían pasado muchos años, desde primeros de 2007 hasta finales de 2009 mi vida dio un gran vuelco. Sin embargo, con la oportuna llegada de Facebook a mi vida, a finales de 2009, llegó una extraña oportunidad.
A través de una conocida, se me puso en contacto con una compañía de Sevilla que tenían pensado hacer "La del Manojo de Rosas", una zarzuela de casi dos horas con mucho teatro y un gran trabajo por delante.
Acepté el reto y me cogieron, en un principio, para hacer el papel de tenor principal, el de aviador, el de Ricardo, sin embargo el primer ensayo se cambiaron las tornas y me quedé con el papel de tenor cómico, el de Capó, pero no me importaba, volvía a los escenarios, tenía muchas ganas después de casi tres años sin cantar, y comenzaron los ensayos.
Afortunadamente, la directora de escena tenía buenas ideas, era muy dura, pero merecía la pena, el resultado se iba viendo poco a poco. Ahí conocí a gente que quería trabajar y que ayudaba en todo lo posible, el ambiente era muy relajado y con grandes expectativas, sin embargo, los ensayos no eran tan regulares como en otras ocasiones.
Durante todo 2010 estuve trabajando mucho aquel papel, aunque la zarzuela no se estrenaba, me estaba quedando muy bien, y la ilusión era grande. Sin embargo, viendo que la cosa no avanzaba, a finales de aquel año ya la sombra de otros proyectos como el Dúo de la Africana o Jesucristo Superstar comenzaba a sobrevolar, tenía la idea de que finalmente no se haría ese concierto.
Durante muchos meses me estuve acercando a Sevilla, gastando un dineral en gasolina, tenía que ensayar ahí y los viajes se hacían pesados, pero se confiaba en mí.
Es más, me enteré de que aquella compañía, en su faceta de coro, estaba preparando Carmina Burana, yo conocía la obra, ya que años antes el coro de Huelva había tratado de abordar ese tema, y habíamos ensayado bastante, pero sin resultado, así que me ofrecí al director de este nuevo coro para apoyar a los tenores. Vicente, que así se llama el director, acogió la idea con mucha ilusión, ya que los tenores y bajos escaseaban, un problema que venía repitiéndose en muchos coros, así que entré a formar parte de aquel grupo.
Curiosamente, a finales de aquel año, recibí noticias del director del anterior coro, había cambiado de compañía y se había mudado a Sevilla, tenía previsto cantar de nuevo las Misas del Mundo y quería contar conmigo. Llevaba 4 años sin pisar un escenario, así que a pesar de saber que no iba a cobrar, decidí aceptar esa oferta.
Durante cuatro fines de semana, estuve viajando a Sevilla y ensayando durante muchas, muchas horas para hacer efectivo aquel concierto. Se me ofreció la posibilidad de coger unas invitaciones, y subrayo esta palabra para recalcar que así me lo dijeron, invitaciones, para personas que quisieran ver ese concierto que se haría en Sevilla, aunque antes se estrenaría en Valverde del Camino, y yo solicité tres invitaciones para que mi nueva pareja fuera con sus padres a ver el concierto.
Tras cantar el primer concierto en Valverde, me di cuenta de que las cosas habían cambiado poco, no se nos pagaba para poder pagar a un grupo musical andino que nos acompañaba, pero al menos cantaba. Por cierto, luego resultó que los integrantes de ese grupo tampoco vieron un duro, confirmado por ellos. Entonces, ¿Quién cobró en aquel concierto?
Sin embargo, poco después de aquel concierto, en el último ensayo antes del concierto de Sevilla, se me hizo entrega de las tres invitaciones y el director me preguntó si los 60 euros que costaban se los iba a pagar en ese momento o más adelante. Me quedé de piedra, el concepto "invitación" creo que no había quedado muy claro, me había gastado 100 euros en gasolina estando en paro para hacer ese concierto que no iba a cobrar, y además se me exigían 60 euros más por las invitaciones, le devolví el sobre y al terminar el ensayo dejé las partituras y el poncho en aquella nave, el día del concierto no aparecí y dejé claro mi malestar por aquello. Yo ya había cambiado de nivel, estaba en una nueva esfera y no estaba dispuesto a volver a cantar gratis, ya estaba bien de hacer el idiota, a partir de entonces, o cobraba o no saldría al escenario, 2010 había terminado como 2006, cantando, pero gratis.
A través de una conocida, se me puso en contacto con una compañía de Sevilla que tenían pensado hacer "La del Manojo de Rosas", una zarzuela de casi dos horas con mucho teatro y un gran trabajo por delante.
Acepté el reto y me cogieron, en un principio, para hacer el papel de tenor principal, el de aviador, el de Ricardo, sin embargo el primer ensayo se cambiaron las tornas y me quedé con el papel de tenor cómico, el de Capó, pero no me importaba, volvía a los escenarios, tenía muchas ganas después de casi tres años sin cantar, y comenzaron los ensayos.
Afortunadamente, la directora de escena tenía buenas ideas, era muy dura, pero merecía la pena, el resultado se iba viendo poco a poco. Ahí conocí a gente que quería trabajar y que ayudaba en todo lo posible, el ambiente era muy relajado y con grandes expectativas, sin embargo, los ensayos no eran tan regulares como en otras ocasiones.
Durante todo 2010 estuve trabajando mucho aquel papel, aunque la zarzuela no se estrenaba, me estaba quedando muy bien, y la ilusión era grande. Sin embargo, viendo que la cosa no avanzaba, a finales de aquel año ya la sombra de otros proyectos como el Dúo de la Africana o Jesucristo Superstar comenzaba a sobrevolar, tenía la idea de que finalmente no se haría ese concierto.
Durante muchos meses me estuve acercando a Sevilla, gastando un dineral en gasolina, tenía que ensayar ahí y los viajes se hacían pesados, pero se confiaba en mí.
Es más, me enteré de que aquella compañía, en su faceta de coro, estaba preparando Carmina Burana, yo conocía la obra, ya que años antes el coro de Huelva había tratado de abordar ese tema, y habíamos ensayado bastante, pero sin resultado, así que me ofrecí al director de este nuevo coro para apoyar a los tenores. Vicente, que así se llama el director, acogió la idea con mucha ilusión, ya que los tenores y bajos escaseaban, un problema que venía repitiéndose en muchos coros, así que entré a formar parte de aquel grupo.
Curiosamente, a finales de aquel año, recibí noticias del director del anterior coro, había cambiado de compañía y se había mudado a Sevilla, tenía previsto cantar de nuevo las Misas del Mundo y quería contar conmigo. Llevaba 4 años sin pisar un escenario, así que a pesar de saber que no iba a cobrar, decidí aceptar esa oferta.
Durante cuatro fines de semana, estuve viajando a Sevilla y ensayando durante muchas, muchas horas para hacer efectivo aquel concierto. Se me ofreció la posibilidad de coger unas invitaciones, y subrayo esta palabra para recalcar que así me lo dijeron, invitaciones, para personas que quisieran ver ese concierto que se haría en Sevilla, aunque antes se estrenaría en Valverde del Camino, y yo solicité tres invitaciones para que mi nueva pareja fuera con sus padres a ver el concierto.
Tras cantar el primer concierto en Valverde, me di cuenta de que las cosas habían cambiado poco, no se nos pagaba para poder pagar a un grupo musical andino que nos acompañaba, pero al menos cantaba. Por cierto, luego resultó que los integrantes de ese grupo tampoco vieron un duro, confirmado por ellos. Entonces, ¿Quién cobró en aquel concierto?
Sin embargo, poco después de aquel concierto, en el último ensayo antes del concierto de Sevilla, se me hizo entrega de las tres invitaciones y el director me preguntó si los 60 euros que costaban se los iba a pagar en ese momento o más adelante. Me quedé de piedra, el concepto "invitación" creo que no había quedado muy claro, me había gastado 100 euros en gasolina estando en paro para hacer ese concierto que no iba a cobrar, y además se me exigían 60 euros más por las invitaciones, le devolví el sobre y al terminar el ensayo dejé las partituras y el poncho en aquella nave, el día del concierto no aparecí y dejé claro mi malestar por aquello. Yo ya había cambiado de nivel, estaba en una nueva esfera y no estaba dispuesto a volver a cantar gratis, ya estaba bien de hacer el idiota, a partir de entonces, o cobraba o no saldría al escenario, 2010 había terminado como 2006, cantando, pero gratis.
domingo, 19 de octubre de 2014
2006: CAMBIO DE TERCIO
El año 2005 había terminado como el rosario de la aurora, y yo ya iba a los ensayos de Huelva cuando me salía de las narices, estaba muy cansado de aquel ambiente cargado de hipocresía y resentimiento.
Finalmente, en Febrero, decidí poner fin a mi colaboración con aquel coro y me desvinculé.
Los ensayos en Sevilla también tenían sus problemas, pero eran sobre todo por los continuos cambios de director de escena, la zarzuela no avanzaba y el último director sólo podía terminar de estropearlo todo.
Un hombre también mayor que se había propuesto transformar una divertida obra en un sainete, un entremés, una obra de burdel homosexual de mal gusto. No me malinterpreten, el problema no estaba en la idea de homosexual, el problema estaba en que introducía una serie de palabras malsonantes y comentarios soeces que no cabían en una zarzuela. Un libreto de unas 40 páginas había sido transformado, después de ciertos recortes, en uno de 150, y no he contado mal, con todo lo añadido era un auténtico destrozo lo que se había hecho con aquella zarzuela. El libreto cambiaba en cada ensayo, y para el solista principal, que era el barítono y tenía una barbaridad de texto tanto en español como en italiano de andar por casa, la verdad es que era una locura.
El proyecto, igual que Jesucristo Superstar, se fue diluyendo, y al final se abandonó. Sin embargo sí que hicimos varias cosas en lo que se refería a antología de zarzuela, y la verdad es que esos conciertos quedaron muy bien.
Canté "Una furtiva Lágrima" en Sevilla, en el Real Alcázar, y fue la vez quizá, hasta ahora, que más me han ovacionado, varios minutos de aplausos, tuve que salir varias veces a saludar, creo recordar que hasta cinco, ya casi me daba vergüenza, fue una apoteosis aquella pieza, el enlace aquí.
http://youtu.be/7t5hWolYjbU
Por otra parte, ese coro en el que había estado inmerso durante 8 años, me llamó porque era el décimo aniversario, mentira, era el octavo, pero los que mandaban seguían anclados en el pasado pensando que el anterior coro en el que yo había empezado, era el mismo, sin embargo me ofrecieron la posibilidad de cantar una pieza de solista. Yo quería cantar de nuevo esa pieza de Donizzetti que tanta alegría me había dado en su momento pero mi pareja de por entonces, me convenció para cantar una pieza de zarzuela que me parecía lacrimógena y aburrida, la Romanza de José Miguel de "El Caserío", una pieza que no me gustaba, y que canté prácticamente obligado, aquí el enlace:
https://www.youtube.com/watch?v=Hf1lmQBv62E
Lo que más me molestó es que después de cantarla, me fui al vestuario y ahí estaba mi novia, fumando un cigarro, cuando me vio me preguntó "¿Cuándo cantas?", y eso me enfadó bastante, encima de que había cantado esa pieza por ella, ni siquiera se había preocupado de estar atenta, y se lo perdió.
Eso fue en Diciembre de 2006, poco o nada hacía presagiar que no volvería a subirme a un escenario en muchos años.
Finalmente, en Febrero, decidí poner fin a mi colaboración con aquel coro y me desvinculé.
Los ensayos en Sevilla también tenían sus problemas, pero eran sobre todo por los continuos cambios de director de escena, la zarzuela no avanzaba y el último director sólo podía terminar de estropearlo todo.
Un hombre también mayor que se había propuesto transformar una divertida obra en un sainete, un entremés, una obra de burdel homosexual de mal gusto. No me malinterpreten, el problema no estaba en la idea de homosexual, el problema estaba en que introducía una serie de palabras malsonantes y comentarios soeces que no cabían en una zarzuela. Un libreto de unas 40 páginas había sido transformado, después de ciertos recortes, en uno de 150, y no he contado mal, con todo lo añadido era un auténtico destrozo lo que se había hecho con aquella zarzuela. El libreto cambiaba en cada ensayo, y para el solista principal, que era el barítono y tenía una barbaridad de texto tanto en español como en italiano de andar por casa, la verdad es que era una locura.
El proyecto, igual que Jesucristo Superstar, se fue diluyendo, y al final se abandonó. Sin embargo sí que hicimos varias cosas en lo que se refería a antología de zarzuela, y la verdad es que esos conciertos quedaron muy bien.
Canté "Una furtiva Lágrima" en Sevilla, en el Real Alcázar, y fue la vez quizá, hasta ahora, que más me han ovacionado, varios minutos de aplausos, tuve que salir varias veces a saludar, creo recordar que hasta cinco, ya casi me daba vergüenza, fue una apoteosis aquella pieza, el enlace aquí.
http://youtu.be/7t5hWolYjbU
Por otra parte, ese coro en el que había estado inmerso durante 8 años, me llamó porque era el décimo aniversario, mentira, era el octavo, pero los que mandaban seguían anclados en el pasado pensando que el anterior coro en el que yo había empezado, era el mismo, sin embargo me ofrecieron la posibilidad de cantar una pieza de solista. Yo quería cantar de nuevo esa pieza de Donizzetti que tanta alegría me había dado en su momento pero mi pareja de por entonces, me convenció para cantar una pieza de zarzuela que me parecía lacrimógena y aburrida, la Romanza de José Miguel de "El Caserío", una pieza que no me gustaba, y que canté prácticamente obligado, aquí el enlace:
https://www.youtube.com/watch?v=Hf1lmQBv62E
Lo que más me molestó es que después de cantarla, me fui al vestuario y ahí estaba mi novia, fumando un cigarro, cuando me vio me preguntó "¿Cuándo cantas?", y eso me enfadó bastante, encima de que había cantado esa pieza por ella, ni siquiera se había preocupado de estar atenta, y se lo perdió.
Eso fue en Diciembre de 2006, poco o nada hacía presagiar que no volvería a subirme a un escenario en muchos años.
domingo, 12 de octubre de 2014
2005: A CABALLO
El año 2005 comenzó con ensayos a caballo entre Huelva y Sevilla. El proyecto de Jesucristo Superstar se había diluido en el tiempo hasta desaparecer por completo, y el de El Dúo de la Africana tenía visos de ir mejor.
Los ensayos de escena se sucedían, tenía que ensayar en Huelva los otros conciertos que teníamos, La Dolorosa, Los Gavilanes, el propio Dúo de la Africana, las antologías... pero los fines de semana debía viajar a Sevilla y ensayar como solista.
Poco a poco fue pasando el tiempo, los días, las semanas, los meses... tenía mi trabajo fuera de la música, conseguido a finales de 2004, apenas tenía tiempo para descansar, pero iba encontrando los huecos.
Por desgracia, tuvimos que cambiar en un par de ocasiones de director de escena y eso retrasó bastante el trabajo. Los días iban pasando y la fecha de concierto se iba retrasando continuamente.
Por otra parte, mi presencia en el Teatro Lírico comenzaba a ser más que nada simbólica. Un coro se había fusionado al nuestro el año anterior, ya que ambos teníamos escasez de voces y ambos ensayábamos cerca.
Pese a mi reticencia inicial, todo pareció encajar poco a poco, los nuevos integrantes parecían algo perdidos dentro de la Asociación, pero era lo más normal cuando alguien nuevo llega a un lugar nuevo. Lo tenían un poco más fácil en tanto en cuanto no llegaron solos, si no más bien acompañados de otras 15 persona más o menos. Poco a poco nos fuimos haciendo con los nombres de cada uno, la forma de ser de cada nuevo compañero, aún a día de hoy considero que había cierta pequeña barrera que jamás llegué a superar.
En Huelva hicimos "La Leyenda del Beso" una maravillosa obra donde tuve el privilegio de trabajar con uno de los mejores directores de escena de todos los tiempos, Luís Villarejo. Un hombre mayor pero muy afable y con las ideas muy claras. Nos dio las indicaciones de manera magistral y la verdad es que siempre recordaré aquella zaruela con mucho cariño.
Un día, tuve una extraña conversación con uno de los integrantes de la nueva Junta Directiva, me dijo que en los años que llevaba en esa asociación, no había pagado la cuota mensual correspondiente y querían mi número de cuenta para cobrarlo... ¿De verdad? Durante ocho años había trabajado como socio fundador de aquel cortijo y me había dejado los cuernos en ese grupo sin cobrar un duro, es más, pagando a veces dinero, y ahora me estaban reclamando no sé cuántos euros por cuotas mensuales... yo había trabajado ahí casi más que nadie, y no estaba dispuesto a poner un duro. Dando largas conseguí que se aburrieran de reclamarme el dinero, sobre todo teniendo en cuenta que le habían perdonado a la anterior administración las explicaciones por un agujero que había en las cuentas. Yo había ido para allá a cantar, y bastante había con que no había registrado el logotipo del coro (de mi autoría cabe recordar) para que no tuviera la asociación problemas con los derechos, me lo podía cobrar perfectamente de ahí.
Mi trabajo en ese coro se convirtió en monotonía pura y dura, sólo me sentía de nuevo vivo en la música cuando iba a Sevilla a ensayar. Eran muchas horas y a veces deprimentes, puesto que los cambios de director eran continuos, pero al menos me sentía querido y respetado.
2006 fue un año realmente agridulce para mí.
Los ensayos de escena se sucedían, tenía que ensayar en Huelva los otros conciertos que teníamos, La Dolorosa, Los Gavilanes, el propio Dúo de la Africana, las antologías... pero los fines de semana debía viajar a Sevilla y ensayar como solista.
Poco a poco fue pasando el tiempo, los días, las semanas, los meses... tenía mi trabajo fuera de la música, conseguido a finales de 2004, apenas tenía tiempo para descansar, pero iba encontrando los huecos.
Por desgracia, tuvimos que cambiar en un par de ocasiones de director de escena y eso retrasó bastante el trabajo. Los días iban pasando y la fecha de concierto se iba retrasando continuamente.
Por otra parte, mi presencia en el Teatro Lírico comenzaba a ser más que nada simbólica. Un coro se había fusionado al nuestro el año anterior, ya que ambos teníamos escasez de voces y ambos ensayábamos cerca.
Pese a mi reticencia inicial, todo pareció encajar poco a poco, los nuevos integrantes parecían algo perdidos dentro de la Asociación, pero era lo más normal cuando alguien nuevo llega a un lugar nuevo. Lo tenían un poco más fácil en tanto en cuanto no llegaron solos, si no más bien acompañados de otras 15 persona más o menos. Poco a poco nos fuimos haciendo con los nombres de cada uno, la forma de ser de cada nuevo compañero, aún a día de hoy considero que había cierta pequeña barrera que jamás llegué a superar.
En Huelva hicimos "La Leyenda del Beso" una maravillosa obra donde tuve el privilegio de trabajar con uno de los mejores directores de escena de todos los tiempos, Luís Villarejo. Un hombre mayor pero muy afable y con las ideas muy claras. Nos dio las indicaciones de manera magistral y la verdad es que siempre recordaré aquella zaruela con mucho cariño.
Un día, tuve una extraña conversación con uno de los integrantes de la nueva Junta Directiva, me dijo que en los años que llevaba en esa asociación, no había pagado la cuota mensual correspondiente y querían mi número de cuenta para cobrarlo... ¿De verdad? Durante ocho años había trabajado como socio fundador de aquel cortijo y me había dejado los cuernos en ese grupo sin cobrar un duro, es más, pagando a veces dinero, y ahora me estaban reclamando no sé cuántos euros por cuotas mensuales... yo había trabajado ahí casi más que nadie, y no estaba dispuesto a poner un duro. Dando largas conseguí que se aburrieran de reclamarme el dinero, sobre todo teniendo en cuenta que le habían perdonado a la anterior administración las explicaciones por un agujero que había en las cuentas. Yo había ido para allá a cantar, y bastante había con que no había registrado el logotipo del coro (de mi autoría cabe recordar) para que no tuviera la asociación problemas con los derechos, me lo podía cobrar perfectamente de ahí.
Mi trabajo en ese coro se convirtió en monotonía pura y dura, sólo me sentía de nuevo vivo en la música cuando iba a Sevilla a ensayar. Eran muchas horas y a veces deprimentes, puesto que los cambios de director eran continuos, pero al menos me sentía querido y respetado.
2006 fue un año realmente agridulce para mí.
domingo, 5 de octubre de 2014
2004: ROZANDO EL SUEÑO
Ya habíamos hecho dos musicales, varias zarzuelas, una ópera, queríamos atrevernos a representar Carmen (la idea se quedó en el cajón), pero mis inquietudes iban más allá.
El año anterior había caído en mis manos una versión de la ópera rock Jesucristo Superstar que me había cautivado. Sí, es un musical más representado que La Verbena de la Paloma, pero me encandiló.
Mi sueño era (y sigue siendo a día de hoy), representar esa obra, creo que el día que pueda hacer el papel de Jesucristo en un teatro en condiciones, no me quedará ya nada por hacer en la música (en lo que se refiere a mi ego), aunque tenga que seguir cantando, habrá sido mi cumbre.
Y digo esto porque mientras en Huelva preparaba La Dolorosa, El dúo de la Africana y una antología de zarzuela, fui puesto en contacto con el director de una agrupación sevillana que estaba haciendo el musical. Necesitaban un cantante que hiciera de Judas. No era el papel que más me gustaba, pero era una segunda opción más que viable.
Y entonces me di cuenta de lo duro que podía empezar a ponerse todo.
Entre semana ensayaba en Huelva. Trabajaba aquellas manidas zarzuelas hasta la madrugada, pero los sábados o domingos, me levantaba a las 7 de la mañana cogía el autobús y me plantaba a las 9 en la estación de Sevilla para ensayar ese musical.
Durante varios meses conocí un nuevo grupo de personas amantes de la música, entablé amistad con el director de aquel grupo, aún estaba un poco verde en lo que se refería a la puesta en escena, pero ese musical me lo sabia mejor que el propio compositor.
Una y otra vez iba para allá con gran ilusión. Cierto es que había días que llegaba y, por motivos varios, terminaba por no ensayar porque no venía alguien o por cualquier cosa, es decir, me levantaba a las 7 y me hacía ese viaje en bus (y otro de vuelta) para nada, pero la ilusión era máxima.
Ya en los últimos meses de ensayo, me comunicaron que el chico que hacía de Jesucristo se había puesto enfermo y que quizá lo tendría que sustituir, No era por supuesto la mejor circunstancia ya que una vez más me llegaba de rebote, pero al fin y al cabo, jamás he vuelto a estar tan cerca de aquel sueño, mi determinación era grande y estaba dispuesto a soportar cualquier cosa con tal de hacer ese papel.
Sin embargo, los ensayos se fueron diluyendo en el tiempo, las fechas de conciertos se fueron alargando... hasta que al final, el último ensayo (en el que a la vuelta me olvidé el guión en el autobús), fue el último realmente.
De todas formas, no fue lo único que hice con aquel director sevillano. Es más, con él comencé a preparar también El Dúo de la Africana, y además como solista, aunque la zarzuela me venía un poco grave para mí, era la oportunidad que había estado esperando.
Formaba parte de un segundo elenco, pero con la promesa de hacer también la obra. Y era segundo elenco por una circunstancia más que curiosa, yo mido 1'63 escasos, y la soprano rozaba el 1'90, es decir, o le mordía una teta mientas cantaba o eso iba a quedar muy raro, así que le buscaron a ella un tenor más alto y a mí una soprano un poco más bajita.
Los ensayos comenzarían en 2005, y yo me llevaría algunos amigos de Huelva con los que era una delicia compartir escenario, pero mientras tanto, ya iba cantando algunos recitales de zarzuela en Sevilla, y como solista, todo el trabajo por entonces, comenzaba a dar sus frutos.
Por desgracia, aquel año, y tras 5 años de entrega mensual y puntual, tuve que cerrar la revista, ya que todo el mundo prometía colaborar escribiendo artículos, pero pocos fueron los que realmente hicieron algo interesante, apenas una compañera que se dedicó a hacer entrevistas al cantante del mes, sin duda un trabajo magnífico, y otra que publicaba artículos sobre los compositores de ópera y zaruela, una sección la mar de interesante, porque la de sociedad dio algún que otro problema y apenas duró dos o tres ediciones.
Un día, llegó mi momento de responsabilidad mayor, le director se marchaba de vacaciones y alguien tenía que quedarse dirigiendo los ensayos, y me tocó a mí, un puesto que, sinceramente, intenté desempeñar de la mejor manera posible.
El día del primer ensayo, llegaron todos puntuales, como era normal, comenzamos a ensayar y llegó la hora de descanso, esos diez minutos que teníamos sobre las 22:00 de la noche. Pero eran las 22:15, las 22:20... algunos compañeros no aparecían, habían bajado al bar, como de costumbre, y se habían puesto a remolonear más de lo normal.
Cuando llegaron, les comenté que tenían que ser un poco más puntuales, y uno de ellos me dijo en tono jocoso "¿Qué más da si no está el jefe?" Supongo que mi cara debió decirlo todo, al siguiente ensayo esa persona me pidió disculpas públicamente, algo de agradecer.
El caso es que las vacaciones del director traían una sorpresa bajo el brazo, unas misas casi desconocidas de Verdi que ensayaríamos para estrenarlas en España, no sólo eso, si no que además los solistas saldrían del coro, la orquesta sería la de Huelva, el director de la orquesta sería el de Huelva... es decir, un acontecimiento importante pero dándole protagonismo a los compañeros de Huelva.
Se me comunicó que yo haría uno de los papeles de tenor, en realidad una sola pieza, pero muy bonita y a dúo con otro tenor, así que me entregaron la partitura y comencé a trabajar. Todas las tardes me iba a las cuatro y media del mediodía al local, con mi llave y comenzaba a trabajar aquella pieza.
Tenía la voz en un punto prodigioso, me costaba un poco llegar y mantener el Do de pecho, pero había que tener en cuenta que no había recibido apenas unas nociones de cómo cantar, el 90% del trabajo era autodidacta.
Trabajé, y trabajé y trabajé aquella pieza. Todos los días llegaba ahí a las cinco de la tarde y me iba casi a las doce de la noche, haciendo actas de reuniones ya que era el secretario de la Asociación, preparando los ensayos con el coro, preparando mi pieza magistral...
Un día, me comunicaron que la orquesta no sería la de Huelva, si no la OCA, o la OJA, o algo por el estilo, no lo recuerdo bien, la dirigía un señor británico muy estirado y seco, típico británico. Yo advertí sobre la posibilidad de que esta gente no entendiera lo mágico de aquel proyecto y que vendrían tan solo a hacer un "bolo", nadie me oyó, pero el tiempo me dio la razón.
Sin embargo también me dijeron que iban a cambiar a la soprano, eso ya me olía raro, luego me enteré de que el otro tenor sería otro... ya tenía la mosca detrás de la oreja, faltaba un mes para el concierto y el director evitaba decirme cuál iba a ser el elenco exacto.
Oh, sorpresa, tras un cuarto de hora empujando el sacacorchos, por fin me enteré del elenco exacto veinte días antes del concierto y yo había sido sustituido... por él.
Fue un tejemaneje que me enfadó y mucho, así que abandoné la Asociación haciendo bastante ruido, traicionado por otros compañeros y ninguneado, mi trabajo no había servido para nada...
Finalmente, para evitar que mis compañeros tenores, nuevos la mayoría y tan solo uno o dos de la vieja guardia se vieran solos, decidí volver únicamente para ese concierto, la misma tarde del concierto tuve un percance en el trabajo que había conseguido un mes antes y canté con una ceja rota y sangrando, y al final... tuve razón, los solistas quizá no, pero la orquesta y el director no entendían lo que ahí se estaba haciendo, y lo trataron como un bolo más. En cuanto a la actuación de mi... "sustituto", digamos que la grabación que se hizo da fe de que mi enfado no era baladí.
El año 2005 parecería el último estertor de mi vida en esa Asociación, no era ninguna tontería.
El año anterior había caído en mis manos una versión de la ópera rock Jesucristo Superstar que me había cautivado. Sí, es un musical más representado que La Verbena de la Paloma, pero me encandiló.
Mi sueño era (y sigue siendo a día de hoy), representar esa obra, creo que el día que pueda hacer el papel de Jesucristo en un teatro en condiciones, no me quedará ya nada por hacer en la música (en lo que se refiere a mi ego), aunque tenga que seguir cantando, habrá sido mi cumbre.
Y digo esto porque mientras en Huelva preparaba La Dolorosa, El dúo de la Africana y una antología de zarzuela, fui puesto en contacto con el director de una agrupación sevillana que estaba haciendo el musical. Necesitaban un cantante que hiciera de Judas. No era el papel que más me gustaba, pero era una segunda opción más que viable.
Y entonces me di cuenta de lo duro que podía empezar a ponerse todo.
Entre semana ensayaba en Huelva. Trabajaba aquellas manidas zarzuelas hasta la madrugada, pero los sábados o domingos, me levantaba a las 7 de la mañana cogía el autobús y me plantaba a las 9 en la estación de Sevilla para ensayar ese musical.
Durante varios meses conocí un nuevo grupo de personas amantes de la música, entablé amistad con el director de aquel grupo, aún estaba un poco verde en lo que se refería a la puesta en escena, pero ese musical me lo sabia mejor que el propio compositor.
Una y otra vez iba para allá con gran ilusión. Cierto es que había días que llegaba y, por motivos varios, terminaba por no ensayar porque no venía alguien o por cualquier cosa, es decir, me levantaba a las 7 y me hacía ese viaje en bus (y otro de vuelta) para nada, pero la ilusión era máxima.
Ya en los últimos meses de ensayo, me comunicaron que el chico que hacía de Jesucristo se había puesto enfermo y que quizá lo tendría que sustituir, No era por supuesto la mejor circunstancia ya que una vez más me llegaba de rebote, pero al fin y al cabo, jamás he vuelto a estar tan cerca de aquel sueño, mi determinación era grande y estaba dispuesto a soportar cualquier cosa con tal de hacer ese papel.
Sin embargo, los ensayos se fueron diluyendo en el tiempo, las fechas de conciertos se fueron alargando... hasta que al final, el último ensayo (en el que a la vuelta me olvidé el guión en el autobús), fue el último realmente.
De todas formas, no fue lo único que hice con aquel director sevillano. Es más, con él comencé a preparar también El Dúo de la Africana, y además como solista, aunque la zarzuela me venía un poco grave para mí, era la oportunidad que había estado esperando.
Formaba parte de un segundo elenco, pero con la promesa de hacer también la obra. Y era segundo elenco por una circunstancia más que curiosa, yo mido 1'63 escasos, y la soprano rozaba el 1'90, es decir, o le mordía una teta mientas cantaba o eso iba a quedar muy raro, así que le buscaron a ella un tenor más alto y a mí una soprano un poco más bajita.
Los ensayos comenzarían en 2005, y yo me llevaría algunos amigos de Huelva con los que era una delicia compartir escenario, pero mientras tanto, ya iba cantando algunos recitales de zarzuela en Sevilla, y como solista, todo el trabajo por entonces, comenzaba a dar sus frutos.
Por desgracia, aquel año, y tras 5 años de entrega mensual y puntual, tuve que cerrar la revista, ya que todo el mundo prometía colaborar escribiendo artículos, pero pocos fueron los que realmente hicieron algo interesante, apenas una compañera que se dedicó a hacer entrevistas al cantante del mes, sin duda un trabajo magnífico, y otra que publicaba artículos sobre los compositores de ópera y zaruela, una sección la mar de interesante, porque la de sociedad dio algún que otro problema y apenas duró dos o tres ediciones.
Un día, llegó mi momento de responsabilidad mayor, le director se marchaba de vacaciones y alguien tenía que quedarse dirigiendo los ensayos, y me tocó a mí, un puesto que, sinceramente, intenté desempeñar de la mejor manera posible.
El día del primer ensayo, llegaron todos puntuales, como era normal, comenzamos a ensayar y llegó la hora de descanso, esos diez minutos que teníamos sobre las 22:00 de la noche. Pero eran las 22:15, las 22:20... algunos compañeros no aparecían, habían bajado al bar, como de costumbre, y se habían puesto a remolonear más de lo normal.
Cuando llegaron, les comenté que tenían que ser un poco más puntuales, y uno de ellos me dijo en tono jocoso "¿Qué más da si no está el jefe?" Supongo que mi cara debió decirlo todo, al siguiente ensayo esa persona me pidió disculpas públicamente, algo de agradecer.
El caso es que las vacaciones del director traían una sorpresa bajo el brazo, unas misas casi desconocidas de Verdi que ensayaríamos para estrenarlas en España, no sólo eso, si no que además los solistas saldrían del coro, la orquesta sería la de Huelva, el director de la orquesta sería el de Huelva... es decir, un acontecimiento importante pero dándole protagonismo a los compañeros de Huelva.
Se me comunicó que yo haría uno de los papeles de tenor, en realidad una sola pieza, pero muy bonita y a dúo con otro tenor, así que me entregaron la partitura y comencé a trabajar. Todas las tardes me iba a las cuatro y media del mediodía al local, con mi llave y comenzaba a trabajar aquella pieza.
Tenía la voz en un punto prodigioso, me costaba un poco llegar y mantener el Do de pecho, pero había que tener en cuenta que no había recibido apenas unas nociones de cómo cantar, el 90% del trabajo era autodidacta.
Trabajé, y trabajé y trabajé aquella pieza. Todos los días llegaba ahí a las cinco de la tarde y me iba casi a las doce de la noche, haciendo actas de reuniones ya que era el secretario de la Asociación, preparando los ensayos con el coro, preparando mi pieza magistral...
Un día, me comunicaron que la orquesta no sería la de Huelva, si no la OCA, o la OJA, o algo por el estilo, no lo recuerdo bien, la dirigía un señor británico muy estirado y seco, típico británico. Yo advertí sobre la posibilidad de que esta gente no entendiera lo mágico de aquel proyecto y que vendrían tan solo a hacer un "bolo", nadie me oyó, pero el tiempo me dio la razón.
Sin embargo también me dijeron que iban a cambiar a la soprano, eso ya me olía raro, luego me enteré de que el otro tenor sería otro... ya tenía la mosca detrás de la oreja, faltaba un mes para el concierto y el director evitaba decirme cuál iba a ser el elenco exacto.
Oh, sorpresa, tras un cuarto de hora empujando el sacacorchos, por fin me enteré del elenco exacto veinte días antes del concierto y yo había sido sustituido... por él.
Fue un tejemaneje que me enfadó y mucho, así que abandoné la Asociación haciendo bastante ruido, traicionado por otros compañeros y ninguneado, mi trabajo no había servido para nada...
Finalmente, para evitar que mis compañeros tenores, nuevos la mayoría y tan solo uno o dos de la vieja guardia se vieran solos, decidí volver únicamente para ese concierto, la misma tarde del concierto tuve un percance en el trabajo que había conseguido un mes antes y canté con una ceja rota y sangrando, y al final... tuve razón, los solistas quizá no, pero la orquesta y el director no entendían lo que ahí se estaba haciendo, y lo trataron como un bolo más. En cuanto a la actuación de mi... "sustituto", digamos que la grabación que se hizo da fe de que mi enfado no era baladí.
El año 2005 parecería el último estertor de mi vida en esa Asociación, no era ninguna tontería.
domingo, 28 de septiembre de 2014
2003: Y SIGUE SIGUIENDO
A ver si me aclaro porque 2003 lo tengo un poco borroso (para lo que me interesa), veamos, si mal no recuerdo, ya que habíamos hecho musical y zarzuela completamente representadas, ¿por qué no hacer ópera? Pues a eso fuimos. ¿Cogimos Rigoletto? No ¿Traviata? No ¿Aída? No... cogimos Orfeo ed Euridice, vamos, ni puta idea.
Yo al menos no tenía ni puta idea de esa ópera, y hoy en día tampoco tendría muy claro de qué va si no fuera por la mitología griega.
Unos buenos ensayos, aburridos a más no poder, ¡Qué peñazo de ópera! El caso es que yo seguía siendo jefe de cuerda, tenía que enseñar a los demás tenores, mis métodos eran un poco rudos, lo reconozco, sólo me faltaba sacar el látigo, pero la verdad es que surtía efecto.
No estaba muy de acuerdo en cómo comenzaban a suceder las cosas a nivel institucional, eso parecía cada vez más un cortijo que una asociación democrática, intenté hacer valer mi voz una y otra vez, pero continuamente se perdía como un pedo en el viento.
El caso es que se acercaba poco a poco la fecha de concierto y vimos que era imposible hacer una representación en condiciones, así que decidimos que fuera versión concierto, es más, nos limitamos a eliminar ciertas partes para hacer sólo una gran selección de piezas de aquella ópera, el concierto, sin embargo, salió bastante bien.
En verano necesitábamos hacer nuevos proyectos, así que no sólo nos dedicamos a hacer de nuevo Los Gavilanes, si no que además preparamos otra zarzuela que me ha acompañado después durante varios años, La Dolorosa. En este caso sí que me tocó hacer de cover, es decir, el papel protagonista pero de reserva, igual que en Joseph. No estaba muy contento de cómo tenía la voz, pero al fin y al cabo seguía ahí.
Este año no hubo nevera en el concierto, pero salió todo bastante bien y pudimos disfrutar de ensayos algo más relajados. Además, algunos chavales del coro infantil y juvenil ya comenzaban a incorporarse poco a poco al coro adulto, el coro ya tenía un núcleo estable de gente y aprovechamos al final de aquel año para hacer un cambio de local.
El nuevo local lo describiré en 2004, que es cuando realmente empezó a funcionar, pero sí diré que era bastante mejor. Las navidades comenzaban a ser un pequeño problema, ya que no sabíamos qué hacer, creo que unas misas o algo parecido, la verdad es que no lo recuerdo.
Aquel año había sido complicado para mí, pero los ensayos comenzaban a ser un poco más relajados. Me impliqué mucho en aquel coro, como ya he comentado anteriormente. En 2003 llevaba la revista, era jefe de cuerda, subdirector ocasional, responsable del equipo informático, corresponsable de los festejos de Navidad y de forma casi anecdótica, jefe de prensa. También me había dedicado a hacer una página web donde pondríamos todos nuestros logros en internet.
El año 2004 prometía ser más complicado todavía.
Yo al menos no tenía ni puta idea de esa ópera, y hoy en día tampoco tendría muy claro de qué va si no fuera por la mitología griega.
Unos buenos ensayos, aburridos a más no poder, ¡Qué peñazo de ópera! El caso es que yo seguía siendo jefe de cuerda, tenía que enseñar a los demás tenores, mis métodos eran un poco rudos, lo reconozco, sólo me faltaba sacar el látigo, pero la verdad es que surtía efecto.
No estaba muy de acuerdo en cómo comenzaban a suceder las cosas a nivel institucional, eso parecía cada vez más un cortijo que una asociación democrática, intenté hacer valer mi voz una y otra vez, pero continuamente se perdía como un pedo en el viento.
El caso es que se acercaba poco a poco la fecha de concierto y vimos que era imposible hacer una representación en condiciones, así que decidimos que fuera versión concierto, es más, nos limitamos a eliminar ciertas partes para hacer sólo una gran selección de piezas de aquella ópera, el concierto, sin embargo, salió bastante bien.
En verano necesitábamos hacer nuevos proyectos, así que no sólo nos dedicamos a hacer de nuevo Los Gavilanes, si no que además preparamos otra zarzuela que me ha acompañado después durante varios años, La Dolorosa. En este caso sí que me tocó hacer de cover, es decir, el papel protagonista pero de reserva, igual que en Joseph. No estaba muy contento de cómo tenía la voz, pero al fin y al cabo seguía ahí.
Este año no hubo nevera en el concierto, pero salió todo bastante bien y pudimos disfrutar de ensayos algo más relajados. Además, algunos chavales del coro infantil y juvenil ya comenzaban a incorporarse poco a poco al coro adulto, el coro ya tenía un núcleo estable de gente y aprovechamos al final de aquel año para hacer un cambio de local.
El nuevo local lo describiré en 2004, que es cuando realmente empezó a funcionar, pero sí diré que era bastante mejor. Las navidades comenzaban a ser un pequeño problema, ya que no sabíamos qué hacer, creo que unas misas o algo parecido, la verdad es que no lo recuerdo.
Aquel año había sido complicado para mí, pero los ensayos comenzaban a ser un poco más relajados. Me impliqué mucho en aquel coro, como ya he comentado anteriormente. En 2003 llevaba la revista, era jefe de cuerda, subdirector ocasional, responsable del equipo informático, corresponsable de los festejos de Navidad y de forma casi anecdótica, jefe de prensa. También me había dedicado a hacer una página web donde pondríamos todos nuestros logros en internet.
El año 2004 prometía ser más complicado todavía.
domingo, 21 de septiembre de 2014
2002: LAS ZARZUELAS COMPLETAS
Dos años con musicales, yo ya comenzaba a estar un poco cansado de cantar en inglés y en latín, afortunadamente volvimos al género patrio, a la zarzuela, pero ésta vez queríamos ir más allá, queríamos representar.
¿Qué fue lo que escogimos? Pues una ración de "Los Gavilanes" para empezar, una zarzuela cuyo nombre engaña, pues no aparece un puñetero gavilán en toda la obra, bueno, nuestro pianista era el entrañable y maravilloso Rogelio Gavilanes, no es coña, qué gran tipo, una pena perderle la pista.
El caso es que no teníamos director de escena, y la persona que se puso al mando, pues la verdad es que andaba un poco falto de ideas. No es que la chica no le pusiera empeño y que no tuviera buenas intenciones, pero es que estuvimos mes y medio con una escena de 3 minutos, y la verdad, resultaba un poco aburrido. Lo reconozco, en aquel momento yo no lo hubiera hecho mejor y, sinceramente, hoy partiendo de cero tampoco sabría decir.
El caso es que en esa zarzuela tampoco tenía el más mínimo papel protagonista, y eso que había pasado 2 años bastante más movidos que los anteriores, los éxitos habían sido grandes, pero los reconocimientos que debía tener... ahí fallaba.
He de reconocer una cosa, y lo escribo para ser totalmente sincero, no me encontraba demasiado bien con mi voz en aquel momento. Me veía capaz de abordar el papel de Gustavo (el de la zarzuela, no de la rana, leñe), pero tenía un pequeño problema, había ganado potencia, pero la voz se me había descontrolado, habría tenido que trabajar mucho para sacar adelante el papel, lo que me repatea es que no sólo no se me diera la oportunidad, si no que ni siquiera se me plantease.
La verdad es que mi memoria de los conciertos entre 2002 y 2005 están un poco confusos, fueron años complicados para mí, he tenido que recurrir a los compañeros de aquellas épocas para esbozar un poco alguna de las fechas, el caso es que si hay alguna que no esté bien, pues que en algún comentario me lo corrijan, empiezo a hacerme mayor y mi memoria comienza a fallar... (Eso con 32 años... toma del frasco).
En fin, que me pierdo copón. El primer concierto que sería en primavera, no teníamos tiempo ya de prepararlo escénicamente, así que nos propusimos hacerlo versión concierto, pero claro, podíamos aprovechar el tirón de los discos que habíamos sacado (Joseph y A Chorus Line) y nos decidimos a grabar el concierto en directo. Volvimos a traer a Vicente Lacárcel para hacer de Indiano, a su señora esposa Cristina Carlín, que haría de Adriana, a Concepción Arrayá le dieron el papel de Rosaura, y para Gustavo nos trajimos a alguien nuevo, pero maravilloso, a mi personalmente me encantó, Rafael Lledó, no solo un gran tenor, si no también un señor, siempre correcto, me atendió siempre con una sonrisa y muy amable, guardo muy buenos recuerdos de él.
El concierto salió estupendo y guardo el disco en casa (tuve que comprarlo, igual que los demás), es un tesoro para mantenerlo.
En verano quisimos quitarnos aquel amargo sabor de boca que nos había dejado el no representarlo y nos pusimos a trabajar la escena, ésta vez sí con mucho acierto. Rafael Lledó no pudo acompañarnos en aquel momento, así que tuvimos que sustituirlo por un compañero del coro que hizo un papel muy digno. El problema es que de esa forma, quedábamos sólo dos componentes en la cuerda de tenores... nos hicimos notar.
Ya por entonces comencé a darme cuenta de que a las sopranos por lo general, no se les entiende una leche cuando cantan, no sé por qué será, pero parece que enlazan una vocal con otra y, de vez en cuando, metían para disimular una R o una S.
También hicimos un recital el día anterior, creo, pero es que lo que más recuerdo no es el recital, si no cierto detalle que paso a explicar:
Los conciertos se realizaron en la localidad onubense de Cartaya, más concretamente en el patio de armas, unas ruinas de un viejo castillo. Habían colocado el escenario y, justo al lado, unos diez centímetros más alto, el vestuario femenino con una carpa (con dos cojones, cualquiera que estuviera sobre el escenario se iba a hartar de ver domingas), pero justo pared con pared estaba el vestuario masculino, no sólo eso, si no que además había una nevera de bar, de esas de arcón, y no sólo eso, si no que además estaba completamente llena de botellines de cerveza y yo siempre llevaba un abridor como llavero.
¡ASÍ ME GUSTAN LOS AYUNTAMIENTOS, QUE SE PREOCUPEN POR LOS CANTANTES, ESO ES BUEN TRATO!
Con razón recuerdo poco después de subir al escenario y mantengo la mente borrosa... sólo bebimos tres o cuatro hombres... pero la nevera quedó vacía.
Eso sí, no tengo ni zorra de lo que hicimos en navidades (¿Tanto me duró la borrachera?)
Después vendría 2003, otro galimatías musical y personal.
¿Qué fue lo que escogimos? Pues una ración de "Los Gavilanes" para empezar, una zarzuela cuyo nombre engaña, pues no aparece un puñetero gavilán en toda la obra, bueno, nuestro pianista era el entrañable y maravilloso Rogelio Gavilanes, no es coña, qué gran tipo, una pena perderle la pista.
El caso es que no teníamos director de escena, y la persona que se puso al mando, pues la verdad es que andaba un poco falto de ideas. No es que la chica no le pusiera empeño y que no tuviera buenas intenciones, pero es que estuvimos mes y medio con una escena de 3 minutos, y la verdad, resultaba un poco aburrido. Lo reconozco, en aquel momento yo no lo hubiera hecho mejor y, sinceramente, hoy partiendo de cero tampoco sabría decir.
El caso es que en esa zarzuela tampoco tenía el más mínimo papel protagonista, y eso que había pasado 2 años bastante más movidos que los anteriores, los éxitos habían sido grandes, pero los reconocimientos que debía tener... ahí fallaba.
He de reconocer una cosa, y lo escribo para ser totalmente sincero, no me encontraba demasiado bien con mi voz en aquel momento. Me veía capaz de abordar el papel de Gustavo (el de la zarzuela, no de la rana, leñe), pero tenía un pequeño problema, había ganado potencia, pero la voz se me había descontrolado, habría tenido que trabajar mucho para sacar adelante el papel, lo que me repatea es que no sólo no se me diera la oportunidad, si no que ni siquiera se me plantease.
La verdad es que mi memoria de los conciertos entre 2002 y 2005 están un poco confusos, fueron años complicados para mí, he tenido que recurrir a los compañeros de aquellas épocas para esbozar un poco alguna de las fechas, el caso es que si hay alguna que no esté bien, pues que en algún comentario me lo corrijan, empiezo a hacerme mayor y mi memoria comienza a fallar... (Eso con 32 años... toma del frasco).
En fin, que me pierdo copón. El primer concierto que sería en primavera, no teníamos tiempo ya de prepararlo escénicamente, así que nos propusimos hacerlo versión concierto, pero claro, podíamos aprovechar el tirón de los discos que habíamos sacado (Joseph y A Chorus Line) y nos decidimos a grabar el concierto en directo. Volvimos a traer a Vicente Lacárcel para hacer de Indiano, a su señora esposa Cristina Carlín, que haría de Adriana, a Concepción Arrayá le dieron el papel de Rosaura, y para Gustavo nos trajimos a alguien nuevo, pero maravilloso, a mi personalmente me encantó, Rafael Lledó, no solo un gran tenor, si no también un señor, siempre correcto, me atendió siempre con una sonrisa y muy amable, guardo muy buenos recuerdos de él.
El concierto salió estupendo y guardo el disco en casa (tuve que comprarlo, igual que los demás), es un tesoro para mantenerlo.
En verano quisimos quitarnos aquel amargo sabor de boca que nos había dejado el no representarlo y nos pusimos a trabajar la escena, ésta vez sí con mucho acierto. Rafael Lledó no pudo acompañarnos en aquel momento, así que tuvimos que sustituirlo por un compañero del coro que hizo un papel muy digno. El problema es que de esa forma, quedábamos sólo dos componentes en la cuerda de tenores... nos hicimos notar.
Ya por entonces comencé a darme cuenta de que a las sopranos por lo general, no se les entiende una leche cuando cantan, no sé por qué será, pero parece que enlazan una vocal con otra y, de vez en cuando, metían para disimular una R o una S.
También hicimos un recital el día anterior, creo, pero es que lo que más recuerdo no es el recital, si no cierto detalle que paso a explicar:
Los conciertos se realizaron en la localidad onubense de Cartaya, más concretamente en el patio de armas, unas ruinas de un viejo castillo. Habían colocado el escenario y, justo al lado, unos diez centímetros más alto, el vestuario femenino con una carpa (con dos cojones, cualquiera que estuviera sobre el escenario se iba a hartar de ver domingas), pero justo pared con pared estaba el vestuario masculino, no sólo eso, si no que además había una nevera de bar, de esas de arcón, y no sólo eso, si no que además estaba completamente llena de botellines de cerveza y yo siempre llevaba un abridor como llavero.
¡ASÍ ME GUSTAN LOS AYUNTAMIENTOS, QUE SE PREOCUPEN POR LOS CANTANTES, ESO ES BUEN TRATO!
Con razón recuerdo poco después de subir al escenario y mantengo la mente borrosa... sólo bebimos tres o cuatro hombres... pero la nevera quedó vacía.
Eso sí, no tengo ni zorra de lo que hicimos en navidades (¿Tanto me duró la borrachera?)
Después vendría 2003, otro galimatías musical y personal.
domingo, 7 de septiembre de 2014
2001 EL DESPERTAR
Ya a comienzos de 2001, habíamos asentado las bases de los festivales. Comenzaba a estar muy estresado por culpa de las muchas funciones que tenía en la asociación, y ya podía decir "hola" en las reuniones que se tenían para decidir el programa.
Se decidió grabar un disco con Joseph. Era una gran idea, tendríamos el concierto inmortalizado y podría ser una experiencia muy interesante. Planteé la posibilidad de que si el estreno lo habían hecho los principalesasí como las dos funciones siguientes (no como en A CHORUS LINE, que se cambió de protagonistas), el disco lo podíamos hacer los cover de Joseph y la Narradora, que también habíamos trabajado como bestias. Pero parecía que las normas impuestas para unos, no servían para otros, así que se nos negó esa posibilidad, y tuve que contentarme de nuevo con pasar desapercibido.
Un día, me llevaron aparte y me comentaron que por un extraño rebote, tenía que hacer el papel solista de Joseph, ya que ese año se iba a repetir, y esos rebotes propiciaron que fuera entonces el solista. Por esa regla de tres, lo justo es que la chica que había hecho el cover de la narradora también actuara, pero injustamente la dejaron de lado.
Mi ilusión era máxima, y mis responsabilidades se multiplicaron. Ahora tenía que reforzar en mi cerebro todo lo que había aprendido el año anterior, adaptarme al vestuario, hacer entrevistas en la tele... vaya... entrevistas en la tele...
Sólo fue una, en una televisión local y la mitad de la entrevista consistió en cantar una de las canciones bajo unas indicaciones poco menos que bochornosas. Creo que prácticamente ningún conocido me vio, es lo que había en ese momento. Me acordaba de Rocky, al principio de la primera película, cuando todo el mundo le preguntaba por el combate y decía "He ganado, tenías que haberme visto".
Lo más curioso llegó el día que nos llamaron para hacer una nueva entrevista en la televisión para cantar un poco, el que mandaba, en lugar de dejarme con el coro, me mandó a la sala de regidores, para que indicara la cámara que debía pincharse en cada momento. Y la gente se preguntará por qué, si ese año iba a ser yo el protagonista y por tanto debía cantar yo y no él. Pues resulta que en entrevistas anteriores, algunos habían desafinado como si la vida les hubiera ido en ello, se usó el CD grabado en estudio para evitar esos desafines, es decir, tenía que salir él en la tele, era la excusa perfecta para chupar más cámara.
Y quizá fue de agradecer, puesto que llegó el momento de hacer la mímica, quien debía hacer Joseph, esperaba a que sonara la canción en la que mover los labios, grabado todo en un CD, pero no habíamos contado con una cosa, cuando Joseph dijo la primera frase, el CD saltó de pista y pasó a la última, obligando al coro a montar la algarabía que correspondía en esa pieza, pero de pronto volvió a sonar la pieza anterior, con lo que Joseph volvió a girarse a cámara y, tras "cantar" de nuevo la primera frase, la historia se volvió a repetir. Al quinto salto, se apagó el CD, con Joseph mareado de dar vueltas y sin saber dónde meterse, miembros del coro escondidos y descojonados por la situación, y yo alegrándome de que en aquel momento lo que se suponía que era música en directo, hubiera fallado mientras cantaba otra persona, y no yo. (También me alegré de que no se le ocurriera poner ese CD en el concierto de forma que mi voz no sirviera para nada).
Llegaron los preparativos, cual fue mi sorpresa al ver los carteles, que lejos de ser esos magníficos anuncios multicolor del año anterior, éstos eran multi, pero multirrojo. Todo en tonalidades de rojo que chocaba a la vista, pero lo peor no era eso, lo peor es que le habían puesto mi cara al cuerpo del anterior Joseph... es decir, "te hemos puesto el melón en los carteles, y gracias". "Un error de imprenta" lo llamaron, pero aún así se hicieron cientos de carteles y no se corrigió.
¿Reseñas en el periódico? Yo no recuerdo ninguna, es más, yo no aparecía por ninguna parte en la prensa.
Por cierto, ese año no fueron tres representaciones, fue una y mucho es, no fuera que robara protagonismo.
Y llegó el día del concierto. Curiosamente, el técnico del palacio de congresos de la Casa Colón, ese año se negó a subir a uno de los solistas por la plataforma que había, así que el concierto quedó mucho más deslucido.
Llegué a los vestuarios donde se cambiaban los hombres y todos me preguntaron que qué hacía ahí, que tenía que ir al camerino que se me había asignado como solista. Yo me negué y dije que me tenía que cambiar donde estaba mi gente, con los míos.
Era el solista, sí, pero aquel camerino me parecía vacío y sin vida, por eso decidí ir con mi gente, porque era donde me sentía seguro.
Y no es nada descabellado. Había una escena donde yo me sentaba en un trono a telón cerrado mientras fuera cantaban los hombres una pieza divertida. Me sentí tan solo en aquel momento, escuchando la pieza que había cantado el año anterior, que por un momento deseé estar en el coro y no de solista. Eran esos momentos de humildad que quizá estaban condicionados por la cama que me hacían en algunos momentos, dificultándome mi camino hacia el puesto de solista, y por la actitud que había visto de los solistas antaño, tan alejados del coro y... soberbios, por así decir.
El concierto lo grabó una televisión local por un lado y un familiar por otro, cuando pueda, los subiré a la nube para "disfrute" de todos.
Recuerdo al que hacía de "mi padre", en medio del concierto, diciéndome "Porque a ti te voy a comprar una moto, porque eres mi hijo favorito, y a tus hermanos, que son todos unos cabrones, les pueden dar por culo". Me meaba de risa con ese hombre.
Aquel concierto, para mí, fue apoteósico, lo más grande que había hecho nunca, solista y protagonista de un musical americano, pero el año no había terminado ahí.
El verano estaba un poco escaso, nos habíamos vaciado en el musical, pero tuvimos la oportunidad de cambiar de tercio, y se me ofreció cantar en un cuarteto para las jornadas medievales de Cortegana.
https://www.youtube.com/watch?v=at-Y0i5FLQo
Estuvimos ensayando los cuatro como mulas, nos íbamos todos los días al local a ensayar y cantar, a desesperarnos con los desafines, a prepararnos a conciencia, y fue un concierto bonito. Por mucho que le pese a alguno, al público le gustó mi voz por encima de las demás, una voz de tenor ligero juvenil y en formación que apuntaba maneras.
Nos faltaban ideas, y no sabíamos qué hacer para navidad, así que a alguien se le ocurrió la feliz idea de repetir las Misas del Mundo.
Muchos de los que habían cantado en aquel concierto del año 98, se habían ido, y muchos que estaban en el coro en 2001, no habían cantado eso nunca, así que hubo que ensayar todo nuevamente, pero había un problema, los "mandatarios", se habían obsesionado con la afinación, hasta tal punto, que los ensayos eran realmente cansados, se repetía una y otra vez, a pesar de que trabajábamos mucho para mejorar. Y cuanto más cansados estábamos, más desafinábamos, y cuanto más desafinábamos, más ensayábamos y más cansados estábamos.
Mientras tanto, días antes del concierto organizamos una cena de Navidad donde se me hizo entrega del premio "Sonajero de Oro" por mi trayectoria en el coro y una placa como miembro fundador del TLH.
El premio consistía en un sonajero normal y corriente pintado de dorado... algo completamente anecdótico. Tiré ese premio en 2013, ya que estaba muy deteriorado. La placa la guardo en un cajón, no soy de los que expongan premios ni trofeos ni reconocimientos.
Aquel concierto fue una auténtica mierda. Había que tener en cuenta que habíamos estado ensayando intensamente la mañana antes, y estábamos muy cansados y abotargados mentalmente. Cantamos sin ganas y sin alma. Un concierto para olvidar.
2002 tuvo sus cosillas, pero seguía igual, trabajando a destajo, sin un duro y ensombrecido continuamente por el divismo.
Se decidió grabar un disco con Joseph. Era una gran idea, tendríamos el concierto inmortalizado y podría ser una experiencia muy interesante. Planteé la posibilidad de que si el estreno lo habían hecho los principalesasí como las dos funciones siguientes (no como en A CHORUS LINE, que se cambió de protagonistas), el disco lo podíamos hacer los cover de Joseph y la Narradora, que también habíamos trabajado como bestias. Pero parecía que las normas impuestas para unos, no servían para otros, así que se nos negó esa posibilidad, y tuve que contentarme de nuevo con pasar desapercibido.
Un día, me llevaron aparte y me comentaron que por un extraño rebote, tenía que hacer el papel solista de Joseph, ya que ese año se iba a repetir, y esos rebotes propiciaron que fuera entonces el solista. Por esa regla de tres, lo justo es que la chica que había hecho el cover de la narradora también actuara, pero injustamente la dejaron de lado.
Mi ilusión era máxima, y mis responsabilidades se multiplicaron. Ahora tenía que reforzar en mi cerebro todo lo que había aprendido el año anterior, adaptarme al vestuario, hacer entrevistas en la tele... vaya... entrevistas en la tele...
Sólo fue una, en una televisión local y la mitad de la entrevista consistió en cantar una de las canciones bajo unas indicaciones poco menos que bochornosas. Creo que prácticamente ningún conocido me vio, es lo que había en ese momento. Me acordaba de Rocky, al principio de la primera película, cuando todo el mundo le preguntaba por el combate y decía "He ganado, tenías que haberme visto".
Lo más curioso llegó el día que nos llamaron para hacer una nueva entrevista en la televisión para cantar un poco, el que mandaba, en lugar de dejarme con el coro, me mandó a la sala de regidores, para que indicara la cámara que debía pincharse en cada momento. Y la gente se preguntará por qué, si ese año iba a ser yo el protagonista y por tanto debía cantar yo y no él. Pues resulta que en entrevistas anteriores, algunos habían desafinado como si la vida les hubiera ido en ello, se usó el CD grabado en estudio para evitar esos desafines, es decir, tenía que salir él en la tele, era la excusa perfecta para chupar más cámara.
Y quizá fue de agradecer, puesto que llegó el momento de hacer la mímica, quien debía hacer Joseph, esperaba a que sonara la canción en la que mover los labios, grabado todo en un CD, pero no habíamos contado con una cosa, cuando Joseph dijo la primera frase, el CD saltó de pista y pasó a la última, obligando al coro a montar la algarabía que correspondía en esa pieza, pero de pronto volvió a sonar la pieza anterior, con lo que Joseph volvió a girarse a cámara y, tras "cantar" de nuevo la primera frase, la historia se volvió a repetir. Al quinto salto, se apagó el CD, con Joseph mareado de dar vueltas y sin saber dónde meterse, miembros del coro escondidos y descojonados por la situación, y yo alegrándome de que en aquel momento lo que se suponía que era música en directo, hubiera fallado mientras cantaba otra persona, y no yo. (También me alegré de que no se le ocurriera poner ese CD en el concierto de forma que mi voz no sirviera para nada).
Llegaron los preparativos, cual fue mi sorpresa al ver los carteles, que lejos de ser esos magníficos anuncios multicolor del año anterior, éstos eran multi, pero multirrojo. Todo en tonalidades de rojo que chocaba a la vista, pero lo peor no era eso, lo peor es que le habían puesto mi cara al cuerpo del anterior Joseph... es decir, "te hemos puesto el melón en los carteles, y gracias". "Un error de imprenta" lo llamaron, pero aún así se hicieron cientos de carteles y no se corrigió.
¿Reseñas en el periódico? Yo no recuerdo ninguna, es más, yo no aparecía por ninguna parte en la prensa.
Por cierto, ese año no fueron tres representaciones, fue una y mucho es, no fuera que robara protagonismo.
Y llegó el día del concierto. Curiosamente, el técnico del palacio de congresos de la Casa Colón, ese año se negó a subir a uno de los solistas por la plataforma que había, así que el concierto quedó mucho más deslucido.
Llegué a los vestuarios donde se cambiaban los hombres y todos me preguntaron que qué hacía ahí, que tenía que ir al camerino que se me había asignado como solista. Yo me negué y dije que me tenía que cambiar donde estaba mi gente, con los míos.
Era el solista, sí, pero aquel camerino me parecía vacío y sin vida, por eso decidí ir con mi gente, porque era donde me sentía seguro.
Y no es nada descabellado. Había una escena donde yo me sentaba en un trono a telón cerrado mientras fuera cantaban los hombres una pieza divertida. Me sentí tan solo en aquel momento, escuchando la pieza que había cantado el año anterior, que por un momento deseé estar en el coro y no de solista. Eran esos momentos de humildad que quizá estaban condicionados por la cama que me hacían en algunos momentos, dificultándome mi camino hacia el puesto de solista, y por la actitud que había visto de los solistas antaño, tan alejados del coro y... soberbios, por así decir.
El concierto lo grabó una televisión local por un lado y un familiar por otro, cuando pueda, los subiré a la nube para "disfrute" de todos.
Recuerdo al que hacía de "mi padre", en medio del concierto, diciéndome "Porque a ti te voy a comprar una moto, porque eres mi hijo favorito, y a tus hermanos, que son todos unos cabrones, les pueden dar por culo". Me meaba de risa con ese hombre.
Aquel concierto, para mí, fue apoteósico, lo más grande que había hecho nunca, solista y protagonista de un musical americano, pero el año no había terminado ahí.
El verano estaba un poco escaso, nos habíamos vaciado en el musical, pero tuvimos la oportunidad de cambiar de tercio, y se me ofreció cantar en un cuarteto para las jornadas medievales de Cortegana.
https://www.youtube.com/watch?v=at-Y0i5FLQo
Estuvimos ensayando los cuatro como mulas, nos íbamos todos los días al local a ensayar y cantar, a desesperarnos con los desafines, a prepararnos a conciencia, y fue un concierto bonito. Por mucho que le pese a alguno, al público le gustó mi voz por encima de las demás, una voz de tenor ligero juvenil y en formación que apuntaba maneras.
Nos faltaban ideas, y no sabíamos qué hacer para navidad, así que a alguien se le ocurrió la feliz idea de repetir las Misas del Mundo.
Muchos de los que habían cantado en aquel concierto del año 98, se habían ido, y muchos que estaban en el coro en 2001, no habían cantado eso nunca, así que hubo que ensayar todo nuevamente, pero había un problema, los "mandatarios", se habían obsesionado con la afinación, hasta tal punto, que los ensayos eran realmente cansados, se repetía una y otra vez, a pesar de que trabajábamos mucho para mejorar. Y cuanto más cansados estábamos, más desafinábamos, y cuanto más desafinábamos, más ensayábamos y más cansados estábamos.
Mientras tanto, días antes del concierto organizamos una cena de Navidad donde se me hizo entrega del premio "Sonajero de Oro" por mi trayectoria en el coro y una placa como miembro fundador del TLH.
El premio consistía en un sonajero normal y corriente pintado de dorado... algo completamente anecdótico. Tiré ese premio en 2013, ya que estaba muy deteriorado. La placa la guardo en un cajón, no soy de los que expongan premios ni trofeos ni reconocimientos.
Aquel concierto fue una auténtica mierda. Había que tener en cuenta que habíamos estado ensayando intensamente la mañana antes, y estábamos muy cansados y abotargados mentalmente. Cantamos sin ganas y sin alma. Un concierto para olvidar.
2002 tuvo sus cosillas, pero seguía igual, trabajando a destajo, sin un duro y ensombrecido continuamente por el divismo.
domingo, 31 de agosto de 2014
2000 INTERNACIONALIZACIÓN.
Había dejado atrás el año 1999. El coro donde estaba había crecido en esos 3 años de forma exponencial, yo ya me había ganado un hueco entre los "buenos", se me consultaba y mis opiniones eran tenidas en cuenta, al menos por la mayoría de la gente.
Hacía tiempo que había dejado de ser un "novatillo", y gozaba de cierto reconocimiento.
¿Qué hacer para la "II Semana Lírica"? Pues quizá uno de los eventos más importantes en los que nos habíamos visto envueltos jamás: Otro Musical Americano, en este caso Joseph, and the Amazing Technicolor Dreamcoat. Es decir, Joseph para abreviar.
Una nueva historia bíblica compuesta por uno de los mayores compositores de musicales de la historia "Sir Andrew Lloyd Webber". Pero ese musical debía ser contada a los niños, a un grupo de niños que necesitábamos para darle vida a la obra.
La solución fue fácil y arriesgada: De colegio en colegio reclutando niños y niñas de 8 a 15 años para cantar en el musical.
En realidad la franja de edad se amplió, el límite creo que sí eran los 8 años, pero había chicos y chicas de hasta 19 años.
Cuando nos dimos cuenta, entre las nuevas incorporaciones al coro adulto, y el coro infantil, ya éramos unos 100.
Era curioso cómo cuando íbamos a hacer un musical, podíamos llegar a ser más de 50 voces y el primer ensayo después del concierto no llegábamos a 30, se nota que lo que tiraba era el género, no el coro.
Y no era de extrañar, hacer un musical americano suponía volver a hacer enormes esfuerzos a la hora de ensayar. Pero lo más interesante, es que fui escogido como cover del protagonista (que era el de siempre). ¿Por mi voz? No, por favor... era por el bochornoso detalle de que con mi largo pelo rubio me parecía físicamente al tipo que salía en la parte de atrás del disco de Joseph que habíamos tomado como inspiración.
Lo reconozco, acepté con la ilusa esperanza de poder hacer ese musical como solista, pero era realmente bochornoso que me hubieran cogido por un más que discutible parecido físico que por mi voz.
Los ensayos volvieron a ser maratonianos, pero no tanto como en A CHORUS LINE, los coros eran más simples y el peso recaía sobre todo en la chica que hacía de narradora, el solista y el coro infantil, que correteaba por los ensayos como un grupo de... no sé, como una estampida que no encontraba la salida. Era complicado mantenerlos callados, y a más de una chica de edad algo más avanzada, era complicado hacerla quitar la mirada de alguno de los adultos mejor parecidos (he de reconocer que a mí también me rodeaba de vez en cuando con risitas y nervios, pero en fin...), también a más de un prepúber se le iba la mirada tras las caderas de más de una "adulta" que teníamos que eran realmente de quitar el hipo.
Todo parecía muy bonito. Los carteles eran a todo color, llenos de vida, me hicieron una sesión fotográfica con la ropa del concierto, me maquillaron para ese momento y el fotógrafo me decía cómo colocarme, la verdad es que me costó un huevo, era mi primera sesión y tenía que mantener una expresión de sonrisa, con lo serio que era yo... los primeros 30 segundos me salía bien, pero el fotógrafo era lento de cojones y tardaba una eternidad en hacer la foto, así que cuando quería disparar, mi sonrisa era más que forzada.
Yo tenía puestas muchas ilusiones en aquel musical. ya no tenía el horario normal de cuatro horas a la semana de ensayo, tenía que trabajar en otros horarios para aprenderme las piezas de solista y los movimientos, aunque no fuera a cantar de solista en ninguno de los tres conciertos programados. Dos un día y uno al día siguiente. Me parecía una demostración de ego sobredimensionado hacer eso, pero yo no ponía las normas, y mi peso en aquellas decisiones era nulo. El caso es que llegaba pronto a los ensayos (lo cual algunas veces se llevaba más un reproche que un elogio, algo esperpéntico en mi medido cerebro que lo cuantificaba y clasificaba todo), iba con todo aprendido, los movimientos interiorizados, las letras en mi cabeza... mejor que el principal en muchos sentidos, pero me fallaba el sentido del ritmo. Se habían hecho unas bases musicales para ahorrarse la orquesta y me costaba mantener el ritmo, pero era lo que había.
Trabajaba como el que más, a pesar de saber que mi presencia en el musical ese año, iba a ser algo más que anecdótica.
Era la primera vez que tenía que interpretar, tenía 18 años recién cumplidos y el papel resultaba un pelín grave para lo que yo solía hacer. Habíamos contratado un director de escena nuevo y un grupo de tramoyistas que nos ayudaría durante el concierto. Recuerdo a uno de ellos mirándome fijamente y diciéndome después de un ensayo "Macho, como actor no vales un duro". Por dentro me estaba cagando en sus pulmones, pero por fuera sólo podía asentir. Quizá él no recordaba que también había tenido unos comienzos, y que eso, dicho de aquella manera, podía condicionar mucho la carrera de una persona.
Como esa semana lírica estaba dedicada a los musicales, se hizo (oh sorpresa) una "Antología de los musicales" una semana antes del concierto. Y he aquí que, cual perro al que le tiran un hueso con desgana, tuve la oportunidad de cantar un par de piezas como solista. Nada del otro mundo, un "I close my eyes" de Joseph, precisamente el segundo que se cantaba que me quedaba grave a más no poder, y un "There's me" de Starlight Express que tuvieron que subir un tono para que yo pudiera lucirme un poco... ya ves...
Tras meses de trabajo llegaron por fin los conciertos. Un gran espectáculo de luz y sonido con camisetas de colores donde lucía esplendoroso el logotipo del coro. Tres conciertos donde hubo sus pequeños errores, y el egocentrismo de algún que otro solista.
En una ocasión, al solista se le estropeó el micrófono de diadema y le arrancó el de mano al de otra solista argumentando que él era el principal y necesitaba el micro, cosas incomprensibles, máxime teniendo en cuenta que lo podían compartir sin ningún problema.
A la narradora (la verdadera protagonista del concierto), le dio por caerse por una de las escaleras, cantando uno de los conciertos con una rodilla ensangrentada. Los cambios de ropa nos obligaban a correr por los pasillos en ropa interior, mientras nos quitábamos las prendas y buscábamos las nuevas.
El caso es que fue quizá el techo que tocó el coro y que jamás volvió a alcanzar, pero no era tiempo de dormirse en los laureles, teníamos cuatro meses para ensayar las partituras que nos enviaron para el viaje a Alemania.
Había sido elegido jefe de cuerda, lo cual no llevaba el más mínimo reconocimiento, si no más bien las llamadas de atención si los tenores no se sabían las piezas. Los nervios se atropellaban con las prisas, hubo gente que se apuntó de "cuello" al viaje, gente que sin cantar ni haberse chupado un solo minuto de escenario, estaba de repente en el autobús sin el más mínimo motivo, porque, sí, fuimos en autobús, desde Huelva hasta Alemania. 40 horas de viaje que dieron para miles de anécdotas, pero que no voy a relatar porque sería tedioso. Sólo cabe destacar que la organización alemana fue de 10, no quizá tanto la organización onubense, la falta de información provocó algún que otro contratiempo, pero lo peor fueron esas 40 horas de ida y esas 40 de vuelta. Hacer 80 horas de viaje en 5 días, en un autobús normal y corriente con asientos estrechos y sin aseo mata a cualquiera. Han pasado 14 años, pero si mal no recuerdo, cada cantante tuvo que pagar una cantidad de dinero para poder viajar, y no nos dieron un solo céntimo por todo el trabajo que hicimos. Tres años en el coro y todo habían sido gastos, un solo viaje y tuvimos que pagar por hacerlo...
¿Y qué pasó en Navidad? Pues lo que tenía que pasar. Hicimos un concierto de presentación del coro infantil y me tocó hacer una frase de "We are the world", en español y acompañado de dos o tres niños, es decir, una mierda pinchada en un palo, pero como ya dije, como soy tenor, no tengo cabida en grandes eventos. Bueno, sí es cierto que hice un dúo con otro tenor en una pieza de Brotes de Olivo, vosotros seréis mi pueblo, que se puede ver aquí:
https://www.youtube.com/watch?v=xoprwTRfzvU
Se podría decir que el año 2000 fue bastante exitoso, pero al fin y al cabo no lo había sido tanto para mí, el año 2001 quizá fuera un poco mejor, todo era cuestión de tiempo, pero seguíamos igual:
Pagamos por cantar, me hartaba de trabajar cada día en el coro, no sólo ensayando si no con la revista y con las labores informáticas, además de dirigir la cuerda de tenores, no cobrábamos un duro, y las satisfacciones como cantante eran más bien pocas.
Hacía tiempo que había dejado de ser un "novatillo", y gozaba de cierto reconocimiento.
¿Qué hacer para la "II Semana Lírica"? Pues quizá uno de los eventos más importantes en los que nos habíamos visto envueltos jamás: Otro Musical Americano, en este caso Joseph, and the Amazing Technicolor Dreamcoat. Es decir, Joseph para abreviar.
Una nueva historia bíblica compuesta por uno de los mayores compositores de musicales de la historia "Sir Andrew Lloyd Webber". Pero ese musical debía ser contada a los niños, a un grupo de niños que necesitábamos para darle vida a la obra.
La solución fue fácil y arriesgada: De colegio en colegio reclutando niños y niñas de 8 a 15 años para cantar en el musical.
En realidad la franja de edad se amplió, el límite creo que sí eran los 8 años, pero había chicos y chicas de hasta 19 años.
Cuando nos dimos cuenta, entre las nuevas incorporaciones al coro adulto, y el coro infantil, ya éramos unos 100.
Era curioso cómo cuando íbamos a hacer un musical, podíamos llegar a ser más de 50 voces y el primer ensayo después del concierto no llegábamos a 30, se nota que lo que tiraba era el género, no el coro.
Y no era de extrañar, hacer un musical americano suponía volver a hacer enormes esfuerzos a la hora de ensayar. Pero lo más interesante, es que fui escogido como cover del protagonista (que era el de siempre). ¿Por mi voz? No, por favor... era por el bochornoso detalle de que con mi largo pelo rubio me parecía físicamente al tipo que salía en la parte de atrás del disco de Joseph que habíamos tomado como inspiración.
Lo reconozco, acepté con la ilusa esperanza de poder hacer ese musical como solista, pero era realmente bochornoso que me hubieran cogido por un más que discutible parecido físico que por mi voz.
Los ensayos volvieron a ser maratonianos, pero no tanto como en A CHORUS LINE, los coros eran más simples y el peso recaía sobre todo en la chica que hacía de narradora, el solista y el coro infantil, que correteaba por los ensayos como un grupo de... no sé, como una estampida que no encontraba la salida. Era complicado mantenerlos callados, y a más de una chica de edad algo más avanzada, era complicado hacerla quitar la mirada de alguno de los adultos mejor parecidos (he de reconocer que a mí también me rodeaba de vez en cuando con risitas y nervios, pero en fin...), también a más de un prepúber se le iba la mirada tras las caderas de más de una "adulta" que teníamos que eran realmente de quitar el hipo.
Todo parecía muy bonito. Los carteles eran a todo color, llenos de vida, me hicieron una sesión fotográfica con la ropa del concierto, me maquillaron para ese momento y el fotógrafo me decía cómo colocarme, la verdad es que me costó un huevo, era mi primera sesión y tenía que mantener una expresión de sonrisa, con lo serio que era yo... los primeros 30 segundos me salía bien, pero el fotógrafo era lento de cojones y tardaba una eternidad en hacer la foto, así que cuando quería disparar, mi sonrisa era más que forzada.
Yo tenía puestas muchas ilusiones en aquel musical. ya no tenía el horario normal de cuatro horas a la semana de ensayo, tenía que trabajar en otros horarios para aprenderme las piezas de solista y los movimientos, aunque no fuera a cantar de solista en ninguno de los tres conciertos programados. Dos un día y uno al día siguiente. Me parecía una demostración de ego sobredimensionado hacer eso, pero yo no ponía las normas, y mi peso en aquellas decisiones era nulo. El caso es que llegaba pronto a los ensayos (lo cual algunas veces se llevaba más un reproche que un elogio, algo esperpéntico en mi medido cerebro que lo cuantificaba y clasificaba todo), iba con todo aprendido, los movimientos interiorizados, las letras en mi cabeza... mejor que el principal en muchos sentidos, pero me fallaba el sentido del ritmo. Se habían hecho unas bases musicales para ahorrarse la orquesta y me costaba mantener el ritmo, pero era lo que había.
Trabajaba como el que más, a pesar de saber que mi presencia en el musical ese año, iba a ser algo más que anecdótica.
Era la primera vez que tenía que interpretar, tenía 18 años recién cumplidos y el papel resultaba un pelín grave para lo que yo solía hacer. Habíamos contratado un director de escena nuevo y un grupo de tramoyistas que nos ayudaría durante el concierto. Recuerdo a uno de ellos mirándome fijamente y diciéndome después de un ensayo "Macho, como actor no vales un duro". Por dentro me estaba cagando en sus pulmones, pero por fuera sólo podía asentir. Quizá él no recordaba que también había tenido unos comienzos, y que eso, dicho de aquella manera, podía condicionar mucho la carrera de una persona.
Como esa semana lírica estaba dedicada a los musicales, se hizo (oh sorpresa) una "Antología de los musicales" una semana antes del concierto. Y he aquí que, cual perro al que le tiran un hueso con desgana, tuve la oportunidad de cantar un par de piezas como solista. Nada del otro mundo, un "I close my eyes" de Joseph, precisamente el segundo que se cantaba que me quedaba grave a más no poder, y un "There's me" de Starlight Express que tuvieron que subir un tono para que yo pudiera lucirme un poco... ya ves...
Tras meses de trabajo llegaron por fin los conciertos. Un gran espectáculo de luz y sonido con camisetas de colores donde lucía esplendoroso el logotipo del coro. Tres conciertos donde hubo sus pequeños errores, y el egocentrismo de algún que otro solista.
En una ocasión, al solista se le estropeó el micrófono de diadema y le arrancó el de mano al de otra solista argumentando que él era el principal y necesitaba el micro, cosas incomprensibles, máxime teniendo en cuenta que lo podían compartir sin ningún problema.
A la narradora (la verdadera protagonista del concierto), le dio por caerse por una de las escaleras, cantando uno de los conciertos con una rodilla ensangrentada. Los cambios de ropa nos obligaban a correr por los pasillos en ropa interior, mientras nos quitábamos las prendas y buscábamos las nuevas.
El caso es que fue quizá el techo que tocó el coro y que jamás volvió a alcanzar, pero no era tiempo de dormirse en los laureles, teníamos cuatro meses para ensayar las partituras que nos enviaron para el viaje a Alemania.
Había sido elegido jefe de cuerda, lo cual no llevaba el más mínimo reconocimiento, si no más bien las llamadas de atención si los tenores no se sabían las piezas. Los nervios se atropellaban con las prisas, hubo gente que se apuntó de "cuello" al viaje, gente que sin cantar ni haberse chupado un solo minuto de escenario, estaba de repente en el autobús sin el más mínimo motivo, porque, sí, fuimos en autobús, desde Huelva hasta Alemania. 40 horas de viaje que dieron para miles de anécdotas, pero que no voy a relatar porque sería tedioso. Sólo cabe destacar que la organización alemana fue de 10, no quizá tanto la organización onubense, la falta de información provocó algún que otro contratiempo, pero lo peor fueron esas 40 horas de ida y esas 40 de vuelta. Hacer 80 horas de viaje en 5 días, en un autobús normal y corriente con asientos estrechos y sin aseo mata a cualquiera. Han pasado 14 años, pero si mal no recuerdo, cada cantante tuvo que pagar una cantidad de dinero para poder viajar, y no nos dieron un solo céntimo por todo el trabajo que hicimos. Tres años en el coro y todo habían sido gastos, un solo viaje y tuvimos que pagar por hacerlo...
¿Y qué pasó en Navidad? Pues lo que tenía que pasar. Hicimos un concierto de presentación del coro infantil y me tocó hacer una frase de "We are the world", en español y acompañado de dos o tres niños, es decir, una mierda pinchada en un palo, pero como ya dije, como soy tenor, no tengo cabida en grandes eventos. Bueno, sí es cierto que hice un dúo con otro tenor en una pieza de Brotes de Olivo, vosotros seréis mi pueblo, que se puede ver aquí:
https://www.youtube.com/watch?v=xoprwTRfzvU
Se podría decir que el año 2000 fue bastante exitoso, pero al fin y al cabo no lo había sido tanto para mí, el año 2001 quizá fuera un poco mejor, todo era cuestión de tiempo, pero seguíamos igual:
Pagamos por cantar, me hartaba de trabajar cada día en el coro, no sólo ensayando si no con la revista y con las labores informáticas, además de dirigir la cuerda de tenores, no cobrábamos un duro, y las satisfacciones como cantante eran más bien pocas.
domingo, 24 de agosto de 2014
1999 DE ÉXITOS Y FRACASOS
Todo el mundo pletórico después de aquel año 1998 lleno de éxitos. El musical fue un éxito a pesar de que casi morimos en el intento, el concierto de verano atrajo a más público que el año anterior (hubo que ampliar aforo) y el concierto de Navidad quedó para el recuerdo, pero todo tiene un tiempo, y a veces hay que darse algún que otro batacazo para recordar de dónde vienes.
Para la primavera habíamos decidido comenzar la "Semana Lírica", una semana de conciertos, exposiciones, conferencias... todo dedicado a la zarzuela, la ópera, el musical y nuestra asociación, realizando al final de la misma un gran concierto como fin de fiesta.
Ese año, para inaugurar, buscamos un plato muy fuerte, y nos decidimos a hacer una antología de zarzuela acompañados de una orquesta traída de Madrid, de un director de orquesta como Tulio Gagliardo, una soprano (Judith Borrás) y un barítono (Vicente Lacarcel).
Los ensayos habían vuelto a sus fueros. Habíamos recuperado el solfeo y dábamos ocasionalmente técnica de canto. Incluso nos atrevimos a inaugurar un local que nos habíamos buscado para ensayar. Un lugar situado sobre un bar, con una sala grande, otra más pequeña a modo de distribuidor, sala de partituras/guardarropa, aseo y oficina.Un lugar que podíamos llamar nuestro, sin tener que contar con colegios, universidades o préstamos varios. Teníamos nuestro propio letrero donde lucía orgulloso mi logotipo, una línea telefónica, ordenador...
Tal era el nivel que yo mismo decidí encargarme de la sección informática, arreglando el ordenador cada vez que se estropeaba.
También quise hacer algo más, y fundé una revista de régimen interno llamada TEATRO LÍRICO. En esa revista, quien quería podía publicar un artículo hablando de lo que quisiera que estuviera relacionado con nuestro coro. Al principio lo hacía todo, pero poco a poco fueron saliendo voluntarios para escribir artículos y crónicas.
El concierto de verano consistiría en una antología de zarzuela (otra más) en el mismo sitio de siempre y el concierto de Navidad en unas misas de Mozart, si mal no recuerdo las Kv 68 y Kv 140.
Los ensayos se volvieron increíblemente monótonos. Las piezas en su mayoría estaban más que ensayadas, y quedábamos para que "los nuevos" cogieran el ritmo y poco más. Las semanas se pasaban volando y parecía que todo rodaba solo.
Recuerdo la primera vez que vi al director que habíamos traído para la "I Semana Lírica". Era un argentino alto y espigado, de moreno pelo largo y con una fuerza a la hora de tocar el piano que pocas veces había visto. Además, me hacía gracia porque daba las entradas como si lanzara un tiro libre de baloncesto. A la soprano la escuché por primera vez en un bar, y no es que estuviera ahí de farra, es que le pedimos a un bar bastante amplio que nos dejara meter ahí a la orquesta, a los solistas, al coro y a un señor de Murcia que pasaba por ahí. Apenas podíamos pasar entre los músicos para llegar a nuestro puesto de cantantes corales. Pero a lo que iba, a la soprano no la vi, la escuché, parecía que no hubiera orquesta, sobresalía por encima de todos aquellos instrumentos sin apenas esfuerzo, pero cuando escuché "Soy Arriero" del barítono, he de reconocer que creía que el bar se venía abajo. Aquel hombre fornido, sentado en una silla de enea, cantando agarrado a la reja de una ventana (que por la decoración, estaba por dentro), parecía que no hubiera más mundo que ese.
Si dos años atrás, los solistas del coro me habían parecido de otro planeta, estos ya eran de un universo paralelo. Ahí estaba yo a mis 17 años, hasta las narices de ensayar, pasando un calor torrencial con más de 60 personas metidas en un bar cantando, hasta arriba de trabajo extra-coral y dejándome la piel por un coro que no sólo no me pagaba un duro, si no que no había salido de la ciudad. ¿Cuándo vamos a viajar? No tenía la más mínima idea. Me gustaba mucho cantar, pero esto no era lo que yo esperaba, había mucho más trabajo del que parecía.
Esos solistas, por supuesto, no se preocupaban de integrarse en con el coro, iban un poco a lo suyo, no sé si sería porque hace 15 años eran diferentes, o porque "viene con el puesto", pero apenas se dignaban a saludar al coro (que algunos lo hacían), pero mucho menos a acercarse y compartir un ratito de charla.
¿Me podría yo volver así si llegaba a su nivel? Sólo lo podría saber con el tiempo.
Como ya he dicho, aparte de lo novedoso de traer gente de fuera, concierto y ensayos se volvieron monótonos, pues ensayábamos sobre ensayado y no había apenas novedades. Sólo el compañerismo y la familiaridad que nos habíamos creado entre los integrantes del grupo hacía más llevadero el trabajo, porque era un trabajo, con nuestro horario y nuestras exigencias pero, como ya he dicho, sin ver una peseta.
Pero llegó un momento más que interesante. Si la "I Semana Lírica" había sido un éxito, ¿por qué no arriesgarse también en el verano?
A pesar de repetir por enésima vez el programa, volvimos a traer una orquesta de Madrid, otros dos solistas diferentes y otro director nuevo. Y he de reconocer que si los solistas de primavera se habían integrado poco en los ensayos y el grupo, a éstos sólo los vimos en el ensayo general y de pasada.
La orquesta que había sido anunciada como Orquesta Sinfónica de Madrid, se quedó en Orquesta de Madrid, ya que la verdadera sinfónica capitalina se había mosqueado y con razón. Sólo esperaba que la verdadera Sinfónica tuviera algo más de seriedad, ya que por mucho que estuviésemos en agosto, no veía lógico que los músicos ensayaran con una nevera bajo la silla llena de litronas vacías, y mucho menos dándole caladas a un cigarro y soltando el humo a través de las trompetas. Todo apuntaba a que iba a ser un concierto movidito.
Llegó el día del concierto. La "III Gala Lírica de Verano". Si en la primera se habían colocado unas 300 sillas, este año habíamos llegado a las 900, pero apenas fueron unas 100 ó 150 personas, ya que por aquella época una entrada a 3.000 pesetas era un pasote. Aún así parecía que se iba a sacar un buen pellizco. Debo recordar y recalcar que sólo el director, la orquesta, los solistas y el director de orquesta veían algo de dinero, ya que los integrantes del coro estábamos ahí "por amor al arte", es más, muchos de nuestros familiares (los no enchufados, por así decir), tenían que pagarse la entrada.
Hacía algo de viento, y el concierto comenzó a retrasarse. Los jardines donde íbamos a cantar presentaban un aspecto bastante desolador, pues no llegábamos ni a una quinta parte de la entrada, y el tiempo tampoco acompañaba. La señora que se había erigido como portavoz o agente del coro, salió a disculparse ante el público varias veces, público que ya comenzaba a mosquearse por un concierto que no comenzaba y que les había costado un riñón.
Por fin salimos al escenario y, tras dos piezas, volvimos a entrar. El viento en aquella localidad costera había traído salitre que había rajado y bajado de afinación los instrumentos, algunos muy caros. Así que la orquesta decidió que no salía más a tocar. Los solistas pensaron que sin orquesta no iban a rebajarse a salir a cantar, y el director resolvió que sin orquesta y solistas no merecía la pena salir a dirigir, eso sí, querían su dinerito, era lógico...
¿Qué pasó? Pues que media hora después, tras varias disculpas de esa señora que yo ni conocía (por lo visto hija de alguien muy conocido en este mundillo), tras intensas discusiones con ese grupo de divos que habían venido con tanta pompa y boato, y tras las lágrimas de algunos integrantes del coro, se decidió que los únicos que no veían un duro, tendrían que salir y dar la cara. Y así se hizo.
Completamente avergonzados por tan bochornoso espectáculo, el coro salió y se situó frente al escenario, lejos de los micrófonos que nos habían jodido tanto, y sin más instrumentación que un diapasón y tuvimos que improvisar unas cuantas piezas para calmar los ánimos que, lógicamente, estaban más que crispados.
Aquella fue la última vez que cantamos en aquel lugar. Volvimos a casa deseando olvidar por completo semejante día, que había sido quizá uno de los peores que había vivido como cantante.
Tras unos días de vacaciones más que merecidas (ya que habíamos dado la cara, qué menos), volvimos a los ensayos con la promesa de éxitos.
Septiembre nos trajo una sorpresa inesperada. Un coro alemán celebraría el año siguiente su 20º aniversario, y nos invitaba a un encuentro coral internacional en Alemania. ¡Por fin un viaje! Pero había muchas cosas que hacer antes de eso, y me quedan muchas cosas que contar antes de relatar aquella hazaña.
Nos habíamos propuesto, como dije al principio, hacer unas misas de Mozart en el mismo sitio donde el año anterior habíamos realizado las misas del mundo.
Ésta vez se escogieron cuatro voces del coro para realizar las misas, aunque sí se trajo una orquesta extranjera, la Volga Art y una directora, creo que catalana. Yo, por supuesto, contaba con el gran problema de ser tenor, y ese puesto era vitalicio para otra persona que no iba a soltarlo alegremente (ni tristemente, simplemente, no lo soltaba ni a tiros).
Fueron unas misas la mar de bonitas, he de reconocer que daba gusto ensayar cosas nuevas y alejarse un poco de la zarzuela que, por aquel entonces, nos tenía a muchos ya hasta las narices. Los solistas (al menos algunos) hicieron un papel más que digno que, en algunos casos, no fue reconocido por quien debía, y sí por quien quiso, lo cual era muy triste.
La revista seguía su curso, se sacaba un número mensual que imprimía en casa y la gente parecía aceptar de buen grado aquella publicación que parecía ser un anuario de nuestra vida coral. Algunas veces me veía desbordado, ya que a pesar de las promesas, algunas personas no hacían artículos, y verse solo para hacer algo, algunas veces es desesperante, por muchas ganas que le pongas.
En cuanto a la sección informática... me pasé medio 31 de diciembre pasando archivos a disquetes de 3 1/2 por el temido "efecto 2000", que al final se quedó en una chufa.
Y por fin llegó el año 2000. La discusión diaria era si habíamos cambiado de milenio o no, pero lo que cambió fue mi vida prácticamente por completo.
Para la primavera habíamos decidido comenzar la "Semana Lírica", una semana de conciertos, exposiciones, conferencias... todo dedicado a la zarzuela, la ópera, el musical y nuestra asociación, realizando al final de la misma un gran concierto como fin de fiesta.
Ese año, para inaugurar, buscamos un plato muy fuerte, y nos decidimos a hacer una antología de zarzuela acompañados de una orquesta traída de Madrid, de un director de orquesta como Tulio Gagliardo, una soprano (Judith Borrás) y un barítono (Vicente Lacarcel).
Los ensayos habían vuelto a sus fueros. Habíamos recuperado el solfeo y dábamos ocasionalmente técnica de canto. Incluso nos atrevimos a inaugurar un local que nos habíamos buscado para ensayar. Un lugar situado sobre un bar, con una sala grande, otra más pequeña a modo de distribuidor, sala de partituras/guardarropa, aseo y oficina.Un lugar que podíamos llamar nuestro, sin tener que contar con colegios, universidades o préstamos varios. Teníamos nuestro propio letrero donde lucía orgulloso mi logotipo, una línea telefónica, ordenador...
Tal era el nivel que yo mismo decidí encargarme de la sección informática, arreglando el ordenador cada vez que se estropeaba.
También quise hacer algo más, y fundé una revista de régimen interno llamada TEATRO LÍRICO. En esa revista, quien quería podía publicar un artículo hablando de lo que quisiera que estuviera relacionado con nuestro coro. Al principio lo hacía todo, pero poco a poco fueron saliendo voluntarios para escribir artículos y crónicas.
El concierto de verano consistiría en una antología de zarzuela (otra más) en el mismo sitio de siempre y el concierto de Navidad en unas misas de Mozart, si mal no recuerdo las Kv 68 y Kv 140.
Los ensayos se volvieron increíblemente monótonos. Las piezas en su mayoría estaban más que ensayadas, y quedábamos para que "los nuevos" cogieran el ritmo y poco más. Las semanas se pasaban volando y parecía que todo rodaba solo.
Recuerdo la primera vez que vi al director que habíamos traído para la "I Semana Lírica". Era un argentino alto y espigado, de moreno pelo largo y con una fuerza a la hora de tocar el piano que pocas veces había visto. Además, me hacía gracia porque daba las entradas como si lanzara un tiro libre de baloncesto. A la soprano la escuché por primera vez en un bar, y no es que estuviera ahí de farra, es que le pedimos a un bar bastante amplio que nos dejara meter ahí a la orquesta, a los solistas, al coro y a un señor de Murcia que pasaba por ahí. Apenas podíamos pasar entre los músicos para llegar a nuestro puesto de cantantes corales. Pero a lo que iba, a la soprano no la vi, la escuché, parecía que no hubiera orquesta, sobresalía por encima de todos aquellos instrumentos sin apenas esfuerzo, pero cuando escuché "Soy Arriero" del barítono, he de reconocer que creía que el bar se venía abajo. Aquel hombre fornido, sentado en una silla de enea, cantando agarrado a la reja de una ventana (que por la decoración, estaba por dentro), parecía que no hubiera más mundo que ese.
Si dos años atrás, los solistas del coro me habían parecido de otro planeta, estos ya eran de un universo paralelo. Ahí estaba yo a mis 17 años, hasta las narices de ensayar, pasando un calor torrencial con más de 60 personas metidas en un bar cantando, hasta arriba de trabajo extra-coral y dejándome la piel por un coro que no sólo no me pagaba un duro, si no que no había salido de la ciudad. ¿Cuándo vamos a viajar? No tenía la más mínima idea. Me gustaba mucho cantar, pero esto no era lo que yo esperaba, había mucho más trabajo del que parecía.
Esos solistas, por supuesto, no se preocupaban de integrarse en con el coro, iban un poco a lo suyo, no sé si sería porque hace 15 años eran diferentes, o porque "viene con el puesto", pero apenas se dignaban a saludar al coro (que algunos lo hacían), pero mucho menos a acercarse y compartir un ratito de charla.
¿Me podría yo volver así si llegaba a su nivel? Sólo lo podría saber con el tiempo.
Como ya he dicho, aparte de lo novedoso de traer gente de fuera, concierto y ensayos se volvieron monótonos, pues ensayábamos sobre ensayado y no había apenas novedades. Sólo el compañerismo y la familiaridad que nos habíamos creado entre los integrantes del grupo hacía más llevadero el trabajo, porque era un trabajo, con nuestro horario y nuestras exigencias pero, como ya he dicho, sin ver una peseta.
Pero llegó un momento más que interesante. Si la "I Semana Lírica" había sido un éxito, ¿por qué no arriesgarse también en el verano?
A pesar de repetir por enésima vez el programa, volvimos a traer una orquesta de Madrid, otros dos solistas diferentes y otro director nuevo. Y he de reconocer que si los solistas de primavera se habían integrado poco en los ensayos y el grupo, a éstos sólo los vimos en el ensayo general y de pasada.
La orquesta que había sido anunciada como Orquesta Sinfónica de Madrid, se quedó en Orquesta de Madrid, ya que la verdadera sinfónica capitalina se había mosqueado y con razón. Sólo esperaba que la verdadera Sinfónica tuviera algo más de seriedad, ya que por mucho que estuviésemos en agosto, no veía lógico que los músicos ensayaran con una nevera bajo la silla llena de litronas vacías, y mucho menos dándole caladas a un cigarro y soltando el humo a través de las trompetas. Todo apuntaba a que iba a ser un concierto movidito.
Llegó el día del concierto. La "III Gala Lírica de Verano". Si en la primera se habían colocado unas 300 sillas, este año habíamos llegado a las 900, pero apenas fueron unas 100 ó 150 personas, ya que por aquella época una entrada a 3.000 pesetas era un pasote. Aún así parecía que se iba a sacar un buen pellizco. Debo recordar y recalcar que sólo el director, la orquesta, los solistas y el director de orquesta veían algo de dinero, ya que los integrantes del coro estábamos ahí "por amor al arte", es más, muchos de nuestros familiares (los no enchufados, por así decir), tenían que pagarse la entrada.
Hacía algo de viento, y el concierto comenzó a retrasarse. Los jardines donde íbamos a cantar presentaban un aspecto bastante desolador, pues no llegábamos ni a una quinta parte de la entrada, y el tiempo tampoco acompañaba. La señora que se había erigido como portavoz o agente del coro, salió a disculparse ante el público varias veces, público que ya comenzaba a mosquearse por un concierto que no comenzaba y que les había costado un riñón.
Por fin salimos al escenario y, tras dos piezas, volvimos a entrar. El viento en aquella localidad costera había traído salitre que había rajado y bajado de afinación los instrumentos, algunos muy caros. Así que la orquesta decidió que no salía más a tocar. Los solistas pensaron que sin orquesta no iban a rebajarse a salir a cantar, y el director resolvió que sin orquesta y solistas no merecía la pena salir a dirigir, eso sí, querían su dinerito, era lógico...
¿Qué pasó? Pues que media hora después, tras varias disculpas de esa señora que yo ni conocía (por lo visto hija de alguien muy conocido en este mundillo), tras intensas discusiones con ese grupo de divos que habían venido con tanta pompa y boato, y tras las lágrimas de algunos integrantes del coro, se decidió que los únicos que no veían un duro, tendrían que salir y dar la cara. Y así se hizo.
Completamente avergonzados por tan bochornoso espectáculo, el coro salió y se situó frente al escenario, lejos de los micrófonos que nos habían jodido tanto, y sin más instrumentación que un diapasón y tuvimos que improvisar unas cuantas piezas para calmar los ánimos que, lógicamente, estaban más que crispados.
Aquella fue la última vez que cantamos en aquel lugar. Volvimos a casa deseando olvidar por completo semejante día, que había sido quizá uno de los peores que había vivido como cantante.
Tras unos días de vacaciones más que merecidas (ya que habíamos dado la cara, qué menos), volvimos a los ensayos con la promesa de éxitos.
Septiembre nos trajo una sorpresa inesperada. Un coro alemán celebraría el año siguiente su 20º aniversario, y nos invitaba a un encuentro coral internacional en Alemania. ¡Por fin un viaje! Pero había muchas cosas que hacer antes de eso, y me quedan muchas cosas que contar antes de relatar aquella hazaña.
Nos habíamos propuesto, como dije al principio, hacer unas misas de Mozart en el mismo sitio donde el año anterior habíamos realizado las misas del mundo.
Ésta vez se escogieron cuatro voces del coro para realizar las misas, aunque sí se trajo una orquesta extranjera, la Volga Art y una directora, creo que catalana. Yo, por supuesto, contaba con el gran problema de ser tenor, y ese puesto era vitalicio para otra persona que no iba a soltarlo alegremente (ni tristemente, simplemente, no lo soltaba ni a tiros).
Fueron unas misas la mar de bonitas, he de reconocer que daba gusto ensayar cosas nuevas y alejarse un poco de la zarzuela que, por aquel entonces, nos tenía a muchos ya hasta las narices. Los solistas (al menos algunos) hicieron un papel más que digno que, en algunos casos, no fue reconocido por quien debía, y sí por quien quiso, lo cual era muy triste.
La revista seguía su curso, se sacaba un número mensual que imprimía en casa y la gente parecía aceptar de buen grado aquella publicación que parecía ser un anuario de nuestra vida coral. Algunas veces me veía desbordado, ya que a pesar de las promesas, algunas personas no hacían artículos, y verse solo para hacer algo, algunas veces es desesperante, por muchas ganas que le pongas.
En cuanto a la sección informática... me pasé medio 31 de diciembre pasando archivos a disquetes de 3 1/2 por el temido "efecto 2000", que al final se quedó en una chufa.
Y por fin llegó el año 2000. La discusión diaria era si habíamos cambiado de milenio o no, pero lo que cambió fue mi vida prácticamente por completo.
domingo, 17 de agosto de 2014
1998 CAMBIO DE TERCIO
El comienzo de 1998 trajo novedades que llenaban de ilusión, queríamos hacer zarzuela, pero también nos habíamos propuesto abordar otros géneros, y es por ello que nos aventuramos con dos locuras.
La primera: realizar un concierto de misas en navidad, pero no unas misas cualquiera, unas compuestas por Ariel Ramírez, una misa luba, una criolla, y una llamada Navidad Nuestra. Como hablo de memoria, no me lo tengan mucho en cuenta, pero creo que una de ellas, la luba, era de otro compositor.
La segunda: Musical Americano, y no uno cualquiera, el musical A CHORUS LINE, toda una hazaña.
Para realizar el musical, se hizo una gran campaña de captación de voces. De los 23 que comenzamos el Teatro Lírico de Huelva (en adelante TLH), llegamos a hacer ese musical unas 50 voces, pero vayamos por partes.
Los ensayos se realizaban martes y jueves, de 21:00 a 23:00, con un descanso a las 21:50 de unos 10 minutos, pero que nunca se cumplía, al fin y al cabo los cigarros solían durar un poco más (yo por aquella época aún no fumaba). Lo normal era llegar a casa cerca de las 0:00, agotado y con un hambre atroz, teniendo que levantarme al día siguiente temprano, ya que había que ir al instituto.
Los martes se solía dar una primera hora de solfeo, para saber qué teníamos entre manos. La otra hora más las del jueves, las usábamos para ensayar las piezas nuevas.
Cierto es que los ensayos empezaban puntualmente a las 21:00, es más, si alguno llegaba a las 21:01, no se le abría la puerta, las normas eran quizá demasiado estrictas en eso, por un lado evitaban el que los que llegaban a las 21:01, terminaran llegando a las 21:15, pero por otro generaba crispación ya que había gente que hacía auténticos esfuerzos por llegar a tiempo, y por un minuto, veían cómo aquel esfuerzo se quedaba en nada.
Las normas lógicas como no fumar durante el ensayo o apagar los móviles sí se respetaban (lo de los móviles a veces no, pero en fin...), pero la exigencia de silencio total y absoluto en los ensayos no permitía la distensión de los ensayos, y eran pocas las ocasiones que teníamos para relajarnos un poco. Aunque he de reconocer que había hecho migas con algunos compañeros y buscábamos la manera de contarnos algún que otro chiste durante el ensayo.
Por otro lado, también se comentaba (en los pasillos) cómo le iba a "los otros", es decir, la asociación que acabábamos de dejar. Algunos hablaban de ellos con nostalgia o con indiferencia, otros sin embargo los... desdeñaban, por así decirlo.
Institucionalmente hablando, me atreví a diseñar el logotipo del coro, el cual me llena de orgullo, aunque se parezciera al que usaba Touluse Lautrec para firmar sus cuadros (detalle que descubrí años después).
El TLH o THL, que se llamó también por la disposición del logo, comenzó sus ensayos de aquel musical americano con muchas ganas y una enorme dosis de moral.
Cantábamos en inglés, y había que bailar... lo bueno era que había muchos personajes principales, creo que 14 ó 15 entre hombres y mujeres, y también se hizo un cover de cada por si alguno en algún momento se ponía enfermo, lo malo es que ninguno de esos 30 me tocó a mí, yo estaba en "segunda línea coral" una especie de "premio de consolación".
Aquellos ensayos nos pusieron las pilas. El director quería perfección por encima de la perfección, y eso significaba que con tres horas semanales no era suficiente, así que comenzamos eliminando el solfeo y las escasas ocasiones en las que dábamos técnica de canto. No sólo teníamos que memorizar las melodías, también se nos tenían que quedar unos textos que, en ocasiones, no tenían ni pies ni cabeza.
Sin embargo, 4 horas no fueron suficientes, y comenzaron a alargarse los ensayos, se empezaba antes, se terminaba más tarde, no había apenas descansos... algunas veces nos pasábamos toda la primera hora repitiendo una y otra vez una sola página de las partituras, los que mandaban no se conformaban con poco.
Pero dos días tampoco se hicieron suficientes, menos cuando comenzamos con la escena. Algunas piezas se cantaban en inglés, pero muchas otras se tradujeron al español, igual que los textos hablados, en ocasiones, nos podíamos pasar unas seis o siete horas ensayando, pero como yo no era solista, la mayoría del tiempo nos lo pasábamos esperando que nos tocara, en silencio, viendo una y otra vez cómo los solistas repetían textos y piezas.
Quizá lo peor no fuera eso, quizá lo peor de todo fue enterarme del motivo que llevó, el día del ensayo general (el día antes del primero de los tres pases que haríamos del musical), el ver al director saltar por las butacas del Gran Teatro de Huelva hasta llegar al escenario y darle un largo y fuerte abrazo. Habíamos recibido por fax el permiso para hacer la obra... 24 horas antes y con meses de intensos ensayos a las espaldas, eso me crispó un poco, ya que habíamos estado trabajando como mulas durante meses, y nadie, ni siquiera los que mandaban, sabían 24 horas antes si íbamos a poder estrenar aquel monstruo.
Pero se hizo. Habíamos contratado sesiones fotográficas, tres cámaras que grabarían las tres representaciones, vestuario propio...
Yo tenía que subir el primero al escenario. Desde el pasillo del patio de butacas tenía que subir con energía tres pequeños escalones y subirme a un escenario vacío que en segundos, debía estar lleno de unas 50 personas en mallas y chándal, pegando brincos como si de ello dependiera nuestra vida. Tenía que salir el primero, y aquel día, el día del primer concierto, en el primer minuto, cuando la música apenas llevaba dos compases, mi pie tuvo que resbalar con aquel maldito escalón. En realidad, creo que nadie notó el resbalón puesto que, raro en mí, no llegué a caer de bruces, pero estuve maldiciendo mi torpeza el resto de actuaciones.
He de reconocer que, a pesar de los ensayos mortales, del resbalón y de la incertidumbre nos quedó una magnífica representación, y las otras dos también fueron apoteósicas.
Para ser justos, se considero que una de las tres representaciones la hicieran los cover de los protagonistas, ya que habían trabajado una barbaridad, fue un bonito gesto, sin embargo, cuando recibimos el vídeo de la actuación año y medio después, nos dimos cuenta que levantaba la mano una chica y, en el plano siguiente, hablaba otra, o uno de los cantantes comenzaba a hablar con una camiseta gris, y en el siguiente plano cantaba con otra burdeos, era algo bastante cutre, muy poco profesional, máxime teniendo en cuenta que tardaron un año y medio en darnos los VHS.
Ya llevaba un año, y las nuevas voces que se habían incorporado para el musical eran ahora "los nuevos", aunque de las 50 personas que hicimos A CHORUS LINE, nos quedamos después con unas 30.
Tras ello, volvimos a los ensayos dos días a la semana, como era normal, y nos centramos en ese concierto denominado "Misas del Mundo", que estrenaríamos en navidad, pero sin perder de vista un concierto que teníamos pensado dar en verano, otra antología de zarzuela.
Fue la II Gala Lírica de Verano y ya se empezaba a dibujar lo que sería el devenir de los siguientes años: Festival de primavera, Festival de verano y Festival de Navidad.
Tras el verano retomamos las partituras navideñas, nos vistieron con unos ponchos y nos dijeron que teníamos que cantar de esa guisa.
Por fortuna, yo ya contaba con una mínima confianza del director, y pude formar parte de un trío de voces masculinas que harían las dos primeras piezas. Empastamos a la primera, y gracias a ese trío forjé una buena amistad con mis otros dos compañeros.
También fueron ensayos duros y complicados, pero mereció la pena, era mi primer pseudo-solo, y no iba a dejar escapar la oportunidad de demostrar mi valía.
Poco o nada hacía presagiar que aquel concierto tendría su momento álgido en la segunda pieza, cuando coro y solistas perdieron el tono y terminamos cada uno por nuestro lado... es algo que puedo demostrar en el siguiente enlace descargable a través de Mega, el vídeo del concierto, aviso, son algo más de 3Gb, pero es lo que hay, el reproductor de vídeo no estaba en muy buenas condiciones, quizá por eso está en blanco y negro y, por eso, después de pasar el VHS al ordenador, el vídeo se comió la cinta.
https://mega.co.nz/#!OU5wlIxa!DYNHCrOZVMX0b_L7jb9HKkgB1NUr2yGTzQz4OvMDhQE
¿Qué hacer al año siguiente? No podía ser de otra manera, formalizar las temporadas, nuestros primeros contactos con las altas alcurnias de la música, aunque con dispar resultado. Una Antología de zarzuela en primavera, otra en verano y unas misas de Mozart en navidad.
La primera: realizar un concierto de misas en navidad, pero no unas misas cualquiera, unas compuestas por Ariel Ramírez, una misa luba, una criolla, y una llamada Navidad Nuestra. Como hablo de memoria, no me lo tengan mucho en cuenta, pero creo que una de ellas, la luba, era de otro compositor.
La segunda: Musical Americano, y no uno cualquiera, el musical A CHORUS LINE, toda una hazaña.
Para realizar el musical, se hizo una gran campaña de captación de voces. De los 23 que comenzamos el Teatro Lírico de Huelva (en adelante TLH), llegamos a hacer ese musical unas 50 voces, pero vayamos por partes.
Los ensayos se realizaban martes y jueves, de 21:00 a 23:00, con un descanso a las 21:50 de unos 10 minutos, pero que nunca se cumplía, al fin y al cabo los cigarros solían durar un poco más (yo por aquella época aún no fumaba). Lo normal era llegar a casa cerca de las 0:00, agotado y con un hambre atroz, teniendo que levantarme al día siguiente temprano, ya que había que ir al instituto.
Los martes se solía dar una primera hora de solfeo, para saber qué teníamos entre manos. La otra hora más las del jueves, las usábamos para ensayar las piezas nuevas.
Cierto es que los ensayos empezaban puntualmente a las 21:00, es más, si alguno llegaba a las 21:01, no se le abría la puerta, las normas eran quizá demasiado estrictas en eso, por un lado evitaban el que los que llegaban a las 21:01, terminaran llegando a las 21:15, pero por otro generaba crispación ya que había gente que hacía auténticos esfuerzos por llegar a tiempo, y por un minuto, veían cómo aquel esfuerzo se quedaba en nada.
Las normas lógicas como no fumar durante el ensayo o apagar los móviles sí se respetaban (lo de los móviles a veces no, pero en fin...), pero la exigencia de silencio total y absoluto en los ensayos no permitía la distensión de los ensayos, y eran pocas las ocasiones que teníamos para relajarnos un poco. Aunque he de reconocer que había hecho migas con algunos compañeros y buscábamos la manera de contarnos algún que otro chiste durante el ensayo.
Por otro lado, también se comentaba (en los pasillos) cómo le iba a "los otros", es decir, la asociación que acabábamos de dejar. Algunos hablaban de ellos con nostalgia o con indiferencia, otros sin embargo los... desdeñaban, por así decirlo.
Institucionalmente hablando, me atreví a diseñar el logotipo del coro, el cual me llena de orgullo, aunque se parezciera al que usaba Touluse Lautrec para firmar sus cuadros (detalle que descubrí años después).
El TLH o THL, que se llamó también por la disposición del logo, comenzó sus ensayos de aquel musical americano con muchas ganas y una enorme dosis de moral.
Cantábamos en inglés, y había que bailar... lo bueno era que había muchos personajes principales, creo que 14 ó 15 entre hombres y mujeres, y también se hizo un cover de cada por si alguno en algún momento se ponía enfermo, lo malo es que ninguno de esos 30 me tocó a mí, yo estaba en "segunda línea coral" una especie de "premio de consolación".
Aquellos ensayos nos pusieron las pilas. El director quería perfección por encima de la perfección, y eso significaba que con tres horas semanales no era suficiente, así que comenzamos eliminando el solfeo y las escasas ocasiones en las que dábamos técnica de canto. No sólo teníamos que memorizar las melodías, también se nos tenían que quedar unos textos que, en ocasiones, no tenían ni pies ni cabeza.
Sin embargo, 4 horas no fueron suficientes, y comenzaron a alargarse los ensayos, se empezaba antes, se terminaba más tarde, no había apenas descansos... algunas veces nos pasábamos toda la primera hora repitiendo una y otra vez una sola página de las partituras, los que mandaban no se conformaban con poco.
Pero dos días tampoco se hicieron suficientes, menos cuando comenzamos con la escena. Algunas piezas se cantaban en inglés, pero muchas otras se tradujeron al español, igual que los textos hablados, en ocasiones, nos podíamos pasar unas seis o siete horas ensayando, pero como yo no era solista, la mayoría del tiempo nos lo pasábamos esperando que nos tocara, en silencio, viendo una y otra vez cómo los solistas repetían textos y piezas.
Quizá lo peor no fuera eso, quizá lo peor de todo fue enterarme del motivo que llevó, el día del ensayo general (el día antes del primero de los tres pases que haríamos del musical), el ver al director saltar por las butacas del Gran Teatro de Huelva hasta llegar al escenario y darle un largo y fuerte abrazo. Habíamos recibido por fax el permiso para hacer la obra... 24 horas antes y con meses de intensos ensayos a las espaldas, eso me crispó un poco, ya que habíamos estado trabajando como mulas durante meses, y nadie, ni siquiera los que mandaban, sabían 24 horas antes si íbamos a poder estrenar aquel monstruo.
Pero se hizo. Habíamos contratado sesiones fotográficas, tres cámaras que grabarían las tres representaciones, vestuario propio...
Yo tenía que subir el primero al escenario. Desde el pasillo del patio de butacas tenía que subir con energía tres pequeños escalones y subirme a un escenario vacío que en segundos, debía estar lleno de unas 50 personas en mallas y chándal, pegando brincos como si de ello dependiera nuestra vida. Tenía que salir el primero, y aquel día, el día del primer concierto, en el primer minuto, cuando la música apenas llevaba dos compases, mi pie tuvo que resbalar con aquel maldito escalón. En realidad, creo que nadie notó el resbalón puesto que, raro en mí, no llegué a caer de bruces, pero estuve maldiciendo mi torpeza el resto de actuaciones.
He de reconocer que, a pesar de los ensayos mortales, del resbalón y de la incertidumbre nos quedó una magnífica representación, y las otras dos también fueron apoteósicas.
Para ser justos, se considero que una de las tres representaciones la hicieran los cover de los protagonistas, ya que habían trabajado una barbaridad, fue un bonito gesto, sin embargo, cuando recibimos el vídeo de la actuación año y medio después, nos dimos cuenta que levantaba la mano una chica y, en el plano siguiente, hablaba otra, o uno de los cantantes comenzaba a hablar con una camiseta gris, y en el siguiente plano cantaba con otra burdeos, era algo bastante cutre, muy poco profesional, máxime teniendo en cuenta que tardaron un año y medio en darnos los VHS.
Ya llevaba un año, y las nuevas voces que se habían incorporado para el musical eran ahora "los nuevos", aunque de las 50 personas que hicimos A CHORUS LINE, nos quedamos después con unas 30.
Tras ello, volvimos a los ensayos dos días a la semana, como era normal, y nos centramos en ese concierto denominado "Misas del Mundo", que estrenaríamos en navidad, pero sin perder de vista un concierto que teníamos pensado dar en verano, otra antología de zarzuela.
Fue la II Gala Lírica de Verano y ya se empezaba a dibujar lo que sería el devenir de los siguientes años: Festival de primavera, Festival de verano y Festival de Navidad.
Tras el verano retomamos las partituras navideñas, nos vistieron con unos ponchos y nos dijeron que teníamos que cantar de esa guisa.
Por fortuna, yo ya contaba con una mínima confianza del director, y pude formar parte de un trío de voces masculinas que harían las dos primeras piezas. Empastamos a la primera, y gracias a ese trío forjé una buena amistad con mis otros dos compañeros.
También fueron ensayos duros y complicados, pero mereció la pena, era mi primer pseudo-solo, y no iba a dejar escapar la oportunidad de demostrar mi valía.
Poco o nada hacía presagiar que aquel concierto tendría su momento álgido en la segunda pieza, cuando coro y solistas perdieron el tono y terminamos cada uno por nuestro lado... es algo que puedo demostrar en el siguiente enlace descargable a través de Mega, el vídeo del concierto, aviso, son algo más de 3Gb, pero es lo que hay, el reproductor de vídeo no estaba en muy buenas condiciones, quizá por eso está en blanco y negro y, por eso, después de pasar el VHS al ordenador, el vídeo se comió la cinta.
https://mega.co.nz/#!OU5wlIxa!DYNHCrOZVMX0b_L7jb9HKkgB1NUr2yGTzQz4OvMDhQE
¿Qué hacer al año siguiente? No podía ser de otra manera, formalizar las temporadas, nuestros primeros contactos con las altas alcurnias de la música, aunque con dispar resultado. Una Antología de zarzuela en primavera, otra en verano y unas misas de Mozart en navidad.
domingo, 10 de agosto de 2014
1997 EL COMIENZO
Como si de una película se tratara, esta historia comienza en 1997, concretamente cuando finalizaba Mayo.
Por motivos que no vienen al caso, tenía cierta fama en los círculos en los que me movía, de cantar, y cantar bien, es por ello que me presenté a unas pruebas que se estaban haciendo para entrar a formar parte de la Asociación Coro Lírico de Huelva (ACOLIHU), que por entonces tenía unos dos años de vida.
¿Por qué meterme en ese berenjenal? Porque me gustaba viajar y ver mundo, y pensaba que formando parte de un coro, viajaría mucho. Fue un error teniendo en cuenta los años venideros, pero los que cantan y leen esto, o los que tocan un instrumento, los que dirigen orquestas o los actores, saben que subirse al escenario y hacer lo que sabes, es quizá uno de los estímulos más mágicos que se pueden tener. Y eso compensaba el que no fuera a viajar tanto como creía.
Las pruebas las pasé, y por fin el día 2 de Junio fui al primer ensayo para mí. De pronto me encontré rodeado de unas 30 ó 40 personas a las que no conocía de nada, y que me miraban con cara de "el nuevo". Seamos sinceros, siempre miramos así a los que entran nuevos, y no es que sea nada malo, es que a veces da pereza enseñar a los nuevos cómo moverse por un lugar... pues eso... nuevo.
La verdad es que me acogieron muy bien, y a pesar de que sólo conocía a tres personas, el resto me recibieron con los brazos abiertos. El día 30 de Mayo de 1997 fui a ver el ensayo general de un concierto que iban a hacer apenas dos o tres días después, se trataba de la zarzuela "Bohemios" en versión concierto. He de reconocer que me gustó.
Me entregaron mi primera partitura "El Brindis" de Marina. "¿Sabes solfeo?" Me preguntó uno de mis nuevos compañeros. "No", contesté yo. Debía notarse bastante, porque había cogido las partituras al revés, aunque en aquel entonces, el que estuvieran al derecho no aclaraba mucho las cosas, sólo veía rayas y manchas y unas palabras escritas de forma muy rara.
Me dijeron que lo que ensayábamos, era para hacer una antología, que consistía en varias piezas de zarzuela (en este caso), con las que compondríamos un concierto.
Vi a la gente que cantaba de solista, me parecía gente de otro mundo, más altas incluso (no era raro ya que yo ya de por sí soy bajito), me parecían completamente fuera de mi alcance, no sabía qué decir, qué hacer. Daba la impresión de que esa gente que cantaban solos delante de la gente, ni siquiera llegaban a tocar el suelo cuando caminaban. Era fascinante.
Tras un par de meses, asistí a un nuevo concierto, como público de nuevo, donde vi que habían cogido a un grupo de gente del coro, extraoficialmente los que mejor cantaban, oficialmente los que tenían disponibilidad, y hacían muchas piezas que yo ya me sabía después de varios ensayos. En esos momentos soñaba con estar ahí arriba.
Poco después de aquel concierto veraniego en agosto del 97, vi que ese mundo, a veces, era muy desagradable. Asistí a una asamblea de las que hacía la asociación, y ahí todos esgrimían sus argumentos, algunos con más acierto, y otros con más labia, de pronto me parecía haber entrado en un conflicto armado más que en un coro. Eran esos problemas internos que necesitaban pulirse, aunque con 15 años y nula experiencia de la vida, me parecía que en cualquier momento se iban a liar a tortas.
A esa reunión le siguieron otras. "Madre mía", pensaba. "Aún no he pisado un escenario y ya me estoy comiendo la tramoya".
A esas reuniones, le siguió una llamada telefónica en la que la persona que me había metido en ese grupo, me "invitaba" a marcharme con él a otro que fundaría en las siguientes semanas. No sé porqué tomé la decisión que tomé, y no sé si tomar otra habría hecho mi carrera mejor o peor, y la verdad, ya no hay modo de averiguarlo, ni siquiera sé si tomé la decisión acertada, pero al menos tomé una, y por respeto a la persona que me había metido en este tinglado, acepté marcharme a lo que luego se llamó Teatro Lírico de Huelva, Coro Teatro Lírico de Huelva y finalmente Asociación Musical Teatro Lírico de Huelva.
Y comenzamos con mi debut. Fue en Octubre de 1997 y fue en Isla Cristina, Huelva.
Por motivos que no vienen al caso, tenía cierta fama en los círculos en los que me movía, de cantar, y cantar bien, es por ello que me presenté a unas pruebas que se estaban haciendo para entrar a formar parte de la Asociación Coro Lírico de Huelva (ACOLIHU), que por entonces tenía unos dos años de vida.
¿Por qué meterme en ese berenjenal? Porque me gustaba viajar y ver mundo, y pensaba que formando parte de un coro, viajaría mucho. Fue un error teniendo en cuenta los años venideros, pero los que cantan y leen esto, o los que tocan un instrumento, los que dirigen orquestas o los actores, saben que subirse al escenario y hacer lo que sabes, es quizá uno de los estímulos más mágicos que se pueden tener. Y eso compensaba el que no fuera a viajar tanto como creía.
Las pruebas las pasé, y por fin el día 2 de Junio fui al primer ensayo para mí. De pronto me encontré rodeado de unas 30 ó 40 personas a las que no conocía de nada, y que me miraban con cara de "el nuevo". Seamos sinceros, siempre miramos así a los que entran nuevos, y no es que sea nada malo, es que a veces da pereza enseñar a los nuevos cómo moverse por un lugar... pues eso... nuevo.
La verdad es que me acogieron muy bien, y a pesar de que sólo conocía a tres personas, el resto me recibieron con los brazos abiertos. El día 30 de Mayo de 1997 fui a ver el ensayo general de un concierto que iban a hacer apenas dos o tres días después, se trataba de la zarzuela "Bohemios" en versión concierto. He de reconocer que me gustó.
Me entregaron mi primera partitura "El Brindis" de Marina. "¿Sabes solfeo?" Me preguntó uno de mis nuevos compañeros. "No", contesté yo. Debía notarse bastante, porque había cogido las partituras al revés, aunque en aquel entonces, el que estuvieran al derecho no aclaraba mucho las cosas, sólo veía rayas y manchas y unas palabras escritas de forma muy rara.
Me dijeron que lo que ensayábamos, era para hacer una antología, que consistía en varias piezas de zarzuela (en este caso), con las que compondríamos un concierto.
Vi a la gente que cantaba de solista, me parecía gente de otro mundo, más altas incluso (no era raro ya que yo ya de por sí soy bajito), me parecían completamente fuera de mi alcance, no sabía qué decir, qué hacer. Daba la impresión de que esa gente que cantaban solos delante de la gente, ni siquiera llegaban a tocar el suelo cuando caminaban. Era fascinante.
Tras un par de meses, asistí a un nuevo concierto, como público de nuevo, donde vi que habían cogido a un grupo de gente del coro, extraoficialmente los que mejor cantaban, oficialmente los que tenían disponibilidad, y hacían muchas piezas que yo ya me sabía después de varios ensayos. En esos momentos soñaba con estar ahí arriba.
Poco después de aquel concierto veraniego en agosto del 97, vi que ese mundo, a veces, era muy desagradable. Asistí a una asamblea de las que hacía la asociación, y ahí todos esgrimían sus argumentos, algunos con más acierto, y otros con más labia, de pronto me parecía haber entrado en un conflicto armado más que en un coro. Eran esos problemas internos que necesitaban pulirse, aunque con 15 años y nula experiencia de la vida, me parecía que en cualquier momento se iban a liar a tortas.
A esa reunión le siguieron otras. "Madre mía", pensaba. "Aún no he pisado un escenario y ya me estoy comiendo la tramoya".
A esas reuniones, le siguió una llamada telefónica en la que la persona que me había metido en ese grupo, me "invitaba" a marcharme con él a otro que fundaría en las siguientes semanas. No sé porqué tomé la decisión que tomé, y no sé si tomar otra habría hecho mi carrera mejor o peor, y la verdad, ya no hay modo de averiguarlo, ni siquiera sé si tomé la decisión acertada, pero al menos tomé una, y por respeto a la persona que me había metido en este tinglado, acepté marcharme a lo que luego se llamó Teatro Lírico de Huelva, Coro Teatro Lírico de Huelva y finalmente Asociación Musical Teatro Lírico de Huelva.
Y comenzamos con mi debut. Fue en Octubre de 1997 y fue en Isla Cristina, Huelva.
Traje negro, pajarita burdeos y colorete. Ese día tenía menos sangre en la cara que Drácula con abstinencia. Sin embargo, aquel concierto me pareció mágico e irrepetible. Pasé calor pero también me lo pasé pipa.
Había debutado, creo que aún tengo el cartel de aquel concierto, pero tendría que buscarlo, la verdad es que tengo la mayoría de los carteles de los conciertos que canté en Huelva, pero los tengo enrollados y guardados, quizá algún día me decida a fotografiarlos y publicarlos aquí.
Y con ese concierto y nuevos ensayos en un nuevo lugar, pero con una política prácticamente igual, terminó 1997, 1998 se presentaba expectante, pero eso será la semana que viene.
domingo, 3 de agosto de 2014
BIENVENIDA
Sean todos bienvenidos a mi blog sobre mi vida como cantante.
Obviamente, comienzo este blog en Agosto de 2014, cuando se cumplen 17 años y dos meses del comienzo de mi andadura musical, un poco tarde, pero en las primeras entradas iré poniendo un resumen de todo lo que ha acontecido en estos últimos 17 años. Más adelante, cuando lleguemos al presente, ya iré hablando sobre mi vida diaria, reduciéndolo a la materia de cantante.
Por supuesto, de lo que voy a hablar aquí es mucho más que anunciar mis conciertos, publicar fotos y vídeos y hacer autobombo de mi carrera, que al fin y al cabo también. De lo que voy a hablar es de lo difícil que es algunas veces estar en este mundo, de lo fácil que es otras veces, de lo que hay que aguantar, o de lo que hay que morderse la lengua.
Voy a intentar poner un post semanal, sobre todo cuando toque época de conciertos, pero tened en cuenta que a veces estaré más preocupado de prepararme para ello que de publicar aquí, que será en mis escasos ratos libres, es por ello que quizá a veces me pase un mes sin publicar, o dos, o los que sean, hay una vida más allá de las redes y alejada de las pantallas de ordenador, además, los que me conocen saben que hago otras muchas (quizá demasiadas) cosas aparte de cantar.
Así que adelante, ¡Maestro! ¡Cuando quiera!
Obviamente, comienzo este blog en Agosto de 2014, cuando se cumplen 17 años y dos meses del comienzo de mi andadura musical, un poco tarde, pero en las primeras entradas iré poniendo un resumen de todo lo que ha acontecido en estos últimos 17 años. Más adelante, cuando lleguemos al presente, ya iré hablando sobre mi vida diaria, reduciéndolo a la materia de cantante.
Por supuesto, de lo que voy a hablar aquí es mucho más que anunciar mis conciertos, publicar fotos y vídeos y hacer autobombo de mi carrera, que al fin y al cabo también. De lo que voy a hablar es de lo difícil que es algunas veces estar en este mundo, de lo fácil que es otras veces, de lo que hay que aguantar, o de lo que hay que morderse la lengua.
Voy a intentar poner un post semanal, sobre todo cuando toque época de conciertos, pero tened en cuenta que a veces estaré más preocupado de prepararme para ello que de publicar aquí, que será en mis escasos ratos libres, es por ello que quizá a veces me pase un mes sin publicar, o dos, o los que sean, hay una vida más allá de las redes y alejada de las pantallas de ordenador, además, los que me conocen saben que hago otras muchas (quizá demasiadas) cosas aparte de cantar.
Así que adelante, ¡Maestro! ¡Cuando quiera!
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