domingo, 5 de octubre de 2014

2004: ROZANDO EL SUEÑO

Ya habíamos hecho dos musicales, varias zarzuelas, una ópera, queríamos atrevernos a representar Carmen (la idea se quedó en el cajón), pero mis inquietudes iban más allá.

El año anterior había caído en mis manos una versión de la ópera rock Jesucristo Superstar que me había cautivado. Sí, es un musical más representado que La Verbena de la Paloma, pero me encandiló.

Mi sueño era (y sigue siendo a día de hoy), representar esa obra, creo que el día que pueda hacer el papel de Jesucristo en un teatro en condiciones, no me quedará ya nada por hacer en la música (en lo que se refiere a mi ego), aunque tenga que seguir cantando, habrá sido mi cumbre.

Y digo esto porque mientras en Huelva preparaba La Dolorosa, El dúo de la Africana y una antología de zarzuela, fui puesto en contacto con el director de una agrupación sevillana que estaba haciendo el musical. Necesitaban un cantante que hiciera de Judas. No era el papel que más me gustaba, pero era una segunda opción más que viable.

Y entonces me di cuenta de lo duro que podía empezar a ponerse todo.

Entre semana ensayaba en Huelva. Trabajaba aquellas manidas zarzuelas hasta la madrugada, pero los sábados o domingos, me levantaba a las 7 de la mañana cogía el autobús y me plantaba a las 9 en la estación de Sevilla para ensayar ese musical.

Durante varios meses conocí un nuevo grupo de personas amantes de la música, entablé amistad con el director de aquel grupo, aún estaba un poco verde en lo que se refería a la puesta en escena, pero ese musical me lo sabia mejor que el propio compositor.

Una y otra vez iba para allá con gran ilusión. Cierto es que había días que llegaba y, por motivos varios, terminaba por no ensayar porque no venía alguien o por cualquier cosa, es decir, me levantaba a las 7 y me hacía ese viaje en bus (y otro de vuelta) para nada, pero la ilusión era máxima.

Ya en los últimos meses de ensayo, me comunicaron que el chico que hacía de Jesucristo se había puesto enfermo y que quizá lo tendría que sustituir, No era por supuesto la mejor circunstancia ya que una vez más me llegaba de rebote, pero al fin y al cabo, jamás he vuelto a estar tan cerca de aquel sueño, mi determinación era grande y estaba dispuesto a soportar cualquier cosa con tal de hacer ese papel.

Sin embargo, los ensayos se fueron diluyendo en el tiempo, las fechas de conciertos se fueron alargando... hasta que al final, el último ensayo (en el que a la vuelta me olvidé el guión en el autobús), fue el último realmente.

De todas formas, no fue lo único que hice con aquel director sevillano. Es más, con él comencé a preparar también El Dúo de la Africana, y además como solista, aunque la zarzuela me venía un poco grave para mí, era la oportunidad que había estado esperando.

Formaba parte de un segundo elenco, pero con la promesa de hacer también la obra. Y era segundo elenco por una circunstancia más que curiosa, yo mido 1'63 escasos, y la soprano rozaba el 1'90, es decir, o le mordía una teta mientas cantaba o eso iba a quedar muy raro, así que le buscaron a ella un tenor más alto y a mí una soprano un poco más bajita.

Los ensayos comenzarían en 2005, y yo me llevaría algunos amigos de Huelva con los que era una delicia compartir escenario, pero mientras tanto, ya iba cantando algunos recitales de zarzuela en Sevilla, y como solista, todo el trabajo por entonces, comenzaba a dar sus frutos.

Por desgracia, aquel año, y tras 5 años de entrega mensual y puntual, tuve que cerrar la revista, ya que todo el mundo prometía colaborar escribiendo artículos, pero pocos fueron los que realmente hicieron algo interesante, apenas una compañera que se dedicó a hacer entrevistas al cantante del mes, sin duda un trabajo magnífico, y otra que publicaba artículos sobre los compositores de ópera y zaruela, una sección la mar de interesante, porque la de sociedad dio algún que otro problema y apenas duró dos o tres ediciones.

Un día, llegó mi momento de responsabilidad mayor, le director se marchaba de vacaciones y alguien tenía que quedarse dirigiendo los ensayos, y me tocó a mí, un puesto que, sinceramente, intenté desempeñar de la mejor manera posible.

El día del primer ensayo, llegaron todos puntuales, como era normal, comenzamos a ensayar y llegó la hora de descanso, esos diez minutos que teníamos sobre las 22:00 de la noche. Pero eran las 22:15, las 22:20... algunos compañeros no aparecían, habían bajado al bar, como de costumbre, y se habían puesto a remolonear más de lo normal.

Cuando llegaron, les comenté que tenían que ser un poco más puntuales, y uno de ellos me dijo en tono jocoso "¿Qué más da si no está el jefe?" Supongo que mi cara debió decirlo todo, al siguiente ensayo esa persona me pidió disculpas públicamente, algo de agradecer.

El caso es que las vacaciones del director traían una sorpresa bajo el brazo, unas misas casi desconocidas de Verdi que ensayaríamos para estrenarlas en España, no sólo eso, si no que además los solistas saldrían del coro, la orquesta sería la de Huelva, el director de la orquesta sería el de Huelva... es decir, un acontecimiento importante pero dándole protagonismo a los compañeros de Huelva.

Se me comunicó que yo haría uno de los papeles de tenor, en realidad una sola pieza, pero muy bonita y a dúo con otro tenor, así que me entregaron la partitura y comencé a trabajar. Todas las tardes me iba a las cuatro y media del mediodía al local, con mi llave y comenzaba a trabajar aquella pieza.

Tenía la voz en un punto prodigioso, me costaba un poco llegar y mantener el Do de pecho, pero había que tener en cuenta que no había recibido apenas unas nociones de cómo cantar, el 90% del trabajo era autodidacta.

Trabajé, y trabajé y trabajé aquella pieza. Todos los días llegaba ahí a las cinco de la tarde y me iba casi a las doce de la noche, haciendo actas de reuniones ya que era el secretario de la Asociación, preparando los ensayos con el coro, preparando mi pieza magistral...

Un día, me comunicaron que la orquesta no sería la de Huelva, si no la OCA, o la OJA, o algo por el estilo, no lo recuerdo bien, la dirigía un señor británico muy estirado y seco, típico británico. Yo advertí sobre la posibilidad de que esta gente no entendiera lo mágico de aquel proyecto y que vendrían tan solo a hacer un "bolo", nadie me oyó, pero el tiempo me dio la razón.

Sin embargo también me dijeron que iban a cambiar a la soprano, eso ya me olía raro, luego me enteré de que el otro tenor sería otro... ya tenía la mosca detrás de la oreja, faltaba un mes para el concierto y el director evitaba decirme cuál iba a ser el elenco exacto.

Oh, sorpresa, tras un cuarto de hora empujando el sacacorchos, por fin me enteré del elenco exacto veinte días antes del concierto y yo había sido sustituido... por él.

Fue un tejemaneje que me enfadó y mucho, así que abandoné la Asociación haciendo bastante ruido, traicionado por otros compañeros y ninguneado, mi trabajo no había servido para nada...

Finalmente, para evitar que mis compañeros tenores, nuevos la mayoría y tan solo uno o dos de la vieja guardia se vieran solos, decidí volver únicamente para ese concierto, la misma tarde del concierto tuve un percance en el trabajo que había conseguido un mes antes y canté con una ceja rota y sangrando, y al final... tuve razón, los solistas quizá no, pero la orquesta y el director no entendían lo que ahí se estaba haciendo, y lo trataron como un bolo más.  En cuanto a la actuación de mi... "sustituto", digamos que la grabación que se hizo da fe de que mi enfado no era baladí.

El año 2005 parecería el último estertor de mi vida en esa Asociación, no era ninguna tontería.

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