Había dejado atrás el año 1999. El coro donde estaba había crecido en esos 3 años de forma exponencial, yo ya me había ganado un hueco entre los "buenos", se me consultaba y mis opiniones eran tenidas en cuenta, al menos por la mayoría de la gente.
Hacía tiempo que había dejado de ser un "novatillo", y gozaba de cierto reconocimiento.
¿Qué hacer para la "II Semana Lírica"? Pues quizá uno de los eventos más importantes en los que nos habíamos visto envueltos jamás: Otro Musical Americano, en este caso Joseph, and the Amazing Technicolor Dreamcoat. Es decir, Joseph para abreviar.
Una nueva historia bíblica compuesta por uno de los mayores compositores de musicales de la historia "Sir Andrew Lloyd Webber". Pero ese musical debía ser contada a los niños, a un grupo de niños que necesitábamos para darle vida a la obra.
La solución fue fácil y arriesgada: De colegio en colegio reclutando niños y niñas de 8 a 15 años para cantar en el musical.
En realidad la franja de edad se amplió, el límite creo que sí eran los 8 años, pero había chicos y chicas de hasta 19 años.
Cuando nos dimos cuenta, entre las nuevas incorporaciones al coro adulto, y el coro infantil, ya éramos unos 100.
Era curioso cómo cuando íbamos a hacer un musical, podíamos llegar a ser más de 50 voces y el primer ensayo después del concierto no llegábamos a 30, se nota que lo que tiraba era el género, no el coro.
Y no era de extrañar, hacer un musical americano suponía volver a hacer enormes esfuerzos a la hora de ensayar. Pero lo más interesante, es que fui escogido como cover del protagonista (que era el de siempre). ¿Por mi voz? No, por favor... era por el bochornoso detalle de que con mi largo pelo rubio me parecía físicamente al tipo que salía en la parte de atrás del disco de Joseph que habíamos tomado como inspiración.
Lo reconozco, acepté con la ilusa esperanza de poder hacer ese musical como solista, pero era realmente bochornoso que me hubieran cogido por un más que discutible parecido físico que por mi voz.
Los ensayos volvieron a ser maratonianos, pero no tanto como en A CHORUS LINE, los coros eran más simples y el peso recaía sobre todo en la chica que hacía de narradora, el solista y el coro infantil, que correteaba por los ensayos como un grupo de... no sé, como una estampida que no encontraba la salida. Era complicado mantenerlos callados, y a más de una chica de edad algo más avanzada, era complicado hacerla quitar la mirada de alguno de los adultos mejor parecidos (he de reconocer que a mí también me rodeaba de vez en cuando con risitas y nervios, pero en fin...), también a más de un prepúber se le iba la mirada tras las caderas de más de una "adulta" que teníamos que eran realmente de quitar el hipo.
Todo parecía muy bonito. Los carteles eran a todo color, llenos de vida, me hicieron una sesión fotográfica con la ropa del concierto, me maquillaron para ese momento y el fotógrafo me decía cómo colocarme, la verdad es que me costó un huevo, era mi primera sesión y tenía que mantener una expresión de sonrisa, con lo serio que era yo... los primeros 30 segundos me salía bien, pero el fotógrafo era lento de cojones y tardaba una eternidad en hacer la foto, así que cuando quería disparar, mi sonrisa era más que forzada.
Yo tenía puestas muchas ilusiones en aquel musical. ya no tenía el horario normal de cuatro horas a la semana de ensayo, tenía que trabajar en otros horarios para aprenderme las piezas de solista y los movimientos, aunque no fuera a cantar de solista en ninguno de los tres conciertos programados. Dos un día y uno al día siguiente. Me parecía una demostración de ego sobredimensionado hacer eso, pero yo no ponía las normas, y mi peso en aquellas decisiones era nulo. El caso es que llegaba pronto a los ensayos (lo cual algunas veces se llevaba más un reproche que un elogio, algo esperpéntico en mi medido cerebro que lo cuantificaba y clasificaba todo), iba con todo aprendido, los movimientos interiorizados, las letras en mi cabeza... mejor que el principal en muchos sentidos, pero me fallaba el sentido del ritmo. Se habían hecho unas bases musicales para ahorrarse la orquesta y me costaba mantener el ritmo, pero era lo que había.
Trabajaba como el que más, a pesar de saber que mi presencia en el musical ese año, iba a ser algo más que anecdótica.
Era la primera vez que tenía que interpretar, tenía 18 años recién cumplidos y el papel resultaba un pelín grave para lo que yo solía hacer. Habíamos contratado un director de escena nuevo y un grupo de tramoyistas que nos ayudaría durante el concierto. Recuerdo a uno de ellos mirándome fijamente y diciéndome después de un ensayo "Macho, como actor no vales un duro". Por dentro me estaba cagando en sus pulmones, pero por fuera sólo podía asentir. Quizá él no recordaba que también había tenido unos comienzos, y que eso, dicho de aquella manera, podía condicionar mucho la carrera de una persona.
Como esa semana lírica estaba dedicada a los musicales, se hizo (oh sorpresa) una "Antología de los musicales" una semana antes del concierto. Y he aquí que, cual perro al que le tiran un hueso con desgana, tuve la oportunidad de cantar un par de piezas como solista. Nada del otro mundo, un "I close my eyes" de Joseph, precisamente el segundo que se cantaba que me quedaba grave a más no poder, y un "There's me" de Starlight Express que tuvieron que subir un tono para que yo pudiera lucirme un poco... ya ves...
Tras meses de trabajo llegaron por fin los conciertos. Un gran espectáculo de luz y sonido con camisetas de colores donde lucía esplendoroso el logotipo del coro. Tres conciertos donde hubo sus pequeños errores, y el egocentrismo de algún que otro solista.
En una ocasión, al solista se le estropeó el micrófono de diadema y le arrancó el de mano al de otra solista argumentando que él era el principal y necesitaba el micro, cosas incomprensibles, máxime teniendo en cuenta que lo podían compartir sin ningún problema.
A la narradora (la verdadera protagonista del concierto), le dio por caerse por una de las escaleras, cantando uno de los conciertos con una rodilla ensangrentada. Los cambios de ropa nos obligaban a correr por los pasillos en ropa interior, mientras nos quitábamos las prendas y buscábamos las nuevas.
El caso es que fue quizá el techo que tocó el coro y que jamás volvió a alcanzar, pero no era tiempo de dormirse en los laureles, teníamos cuatro meses para ensayar las partituras que nos enviaron para el viaje a Alemania.
Había sido elegido jefe de cuerda, lo cual no llevaba el más mínimo reconocimiento, si no más bien las llamadas de atención si los tenores no se sabían las piezas. Los nervios se atropellaban con las prisas, hubo gente que se apuntó de "cuello" al viaje, gente que sin cantar ni haberse chupado un solo minuto de escenario, estaba de repente en el autobús sin el más mínimo motivo, porque, sí, fuimos en autobús, desde Huelva hasta Alemania. 40 horas de viaje que dieron para miles de anécdotas, pero que no voy a relatar porque sería tedioso. Sólo cabe destacar que la organización alemana fue de 10, no quizá tanto la organización onubense, la falta de información provocó algún que otro contratiempo, pero lo peor fueron esas 40 horas de ida y esas 40 de vuelta. Hacer 80 horas de viaje en 5 días, en un autobús normal y corriente con asientos estrechos y sin aseo mata a cualquiera. Han pasado 14 años, pero si mal no recuerdo, cada cantante tuvo que pagar una cantidad de dinero para poder viajar, y no nos dieron un solo céntimo por todo el trabajo que hicimos. Tres años en el coro y todo habían sido gastos, un solo viaje y tuvimos que pagar por hacerlo...
¿Y qué pasó en Navidad? Pues lo que tenía que pasar. Hicimos un concierto de presentación del coro infantil y me tocó hacer una frase de "We are the world", en español y acompañado de dos o tres niños, es decir, una mierda pinchada en un palo, pero como ya dije, como soy tenor, no tengo cabida en grandes eventos. Bueno, sí es cierto que hice un dúo con otro tenor en una pieza de Brotes de Olivo, vosotros seréis mi pueblo, que se puede ver aquí:
https://www.youtube.com/watch?v=xoprwTRfzvU
Se podría decir que el año 2000 fue bastante exitoso, pero al fin y al cabo no lo había sido tanto para mí, el año 2001 quizá fuera un poco mejor, todo era cuestión de tiempo, pero seguíamos igual:
Pagamos por cantar, me hartaba de trabajar cada día en el coro, no sólo ensayando si no con la revista y con las labores informáticas, además de dirigir la cuerda de tenores, no cobrábamos un duro, y las satisfacciones como cantante eran más bien pocas.
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