Habían pasado muchos años, desde primeros de 2007 hasta finales de 2009 mi vida dio un gran vuelco. Sin embargo, con la oportuna llegada de Facebook a mi vida, a finales de 2009, llegó una extraña oportunidad.
A través de una conocida, se me puso en contacto con una compañía de Sevilla que tenían pensado hacer "La del Manojo de Rosas", una zarzuela de casi dos horas con mucho teatro y un gran trabajo por delante.
Acepté el reto y me cogieron, en un principio, para hacer el papel de tenor principal, el de aviador, el de Ricardo, sin embargo el primer ensayo se cambiaron las tornas y me quedé con el papel de tenor cómico, el de Capó, pero no me importaba, volvía a los escenarios, tenía muchas ganas después de casi tres años sin cantar, y comenzaron los ensayos.
Afortunadamente, la directora de escena tenía buenas ideas, era muy dura, pero merecía la pena, el resultado se iba viendo poco a poco. Ahí conocí a gente que quería trabajar y que ayudaba en todo lo posible, el ambiente era muy relajado y con grandes expectativas, sin embargo, los ensayos no eran tan regulares como en otras ocasiones.
Durante todo 2010 estuve trabajando mucho aquel papel, aunque la zarzuela no se estrenaba, me estaba quedando muy bien, y la ilusión era grande. Sin embargo, viendo que la cosa no avanzaba, a finales de aquel año ya la sombra de otros proyectos como el Dúo de la Africana o Jesucristo Superstar comenzaba a sobrevolar, tenía la idea de que finalmente no se haría ese concierto.
Durante muchos meses me estuve acercando a Sevilla, gastando un dineral en gasolina, tenía que ensayar ahí y los viajes se hacían pesados, pero se confiaba en mí.
Es más, me enteré de que aquella compañía, en su faceta de coro, estaba preparando Carmina Burana, yo conocía la obra, ya que años antes el coro de Huelva había tratado de abordar ese tema, y habíamos ensayado bastante, pero sin resultado, así que me ofrecí al director de este nuevo coro para apoyar a los tenores. Vicente, que así se llama el director, acogió la idea con mucha ilusión, ya que los tenores y bajos escaseaban, un problema que venía repitiéndose en muchos coros, así que entré a formar parte de aquel grupo.
Curiosamente, a finales de aquel año, recibí noticias del director del anterior coro, había cambiado de compañía y se había mudado a Sevilla, tenía previsto cantar de nuevo las Misas del Mundo y quería contar conmigo. Llevaba 4 años sin pisar un escenario, así que a pesar de saber que no iba a cobrar, decidí aceptar esa oferta.
Durante cuatro fines de semana, estuve viajando a Sevilla y ensayando durante muchas, muchas horas para hacer efectivo aquel concierto. Se me ofreció la posibilidad de coger unas invitaciones, y subrayo esta palabra para recalcar que así me lo dijeron, invitaciones, para personas que quisieran ver ese concierto que se haría en Sevilla, aunque antes se estrenaría en Valverde del Camino, y yo solicité tres invitaciones para que mi nueva pareja fuera con sus padres a ver el concierto.
Tras cantar el primer concierto en Valverde, me di cuenta de que las cosas habían cambiado poco, no se nos pagaba para poder pagar a un grupo musical andino que nos acompañaba, pero al menos cantaba. Por cierto, luego resultó que los integrantes de ese grupo tampoco vieron un duro, confirmado por ellos. Entonces, ¿Quién cobró en aquel concierto?
Sin embargo, poco después de aquel concierto, en el último ensayo antes del concierto de Sevilla, se me hizo entrega de las tres invitaciones y el director me preguntó si los 60 euros que costaban se los iba a pagar en ese momento o más adelante. Me quedé de piedra, el concepto "invitación" creo que no había quedado muy claro, me había gastado 100 euros en gasolina estando en paro para hacer ese concierto que no iba a cobrar, y además se me exigían 60 euros más por las invitaciones, le devolví el sobre y al terminar el ensayo dejé las partituras y el poncho en aquella nave, el día del concierto no aparecí y dejé claro mi malestar por aquello. Yo ya había cambiado de nivel, estaba en una nueva esfera y no estaba dispuesto a volver a cantar gratis, ya estaba bien de hacer el idiota, a partir de entonces, o cobraba o no saldría al escenario, 2010 había terminado como 2006, cantando, pero gratis.
domingo, 26 de octubre de 2014
domingo, 19 de octubre de 2014
2006: CAMBIO DE TERCIO
El año 2005 había terminado como el rosario de la aurora, y yo ya iba a los ensayos de Huelva cuando me salía de las narices, estaba muy cansado de aquel ambiente cargado de hipocresía y resentimiento.
Finalmente, en Febrero, decidí poner fin a mi colaboración con aquel coro y me desvinculé.
Los ensayos en Sevilla también tenían sus problemas, pero eran sobre todo por los continuos cambios de director de escena, la zarzuela no avanzaba y el último director sólo podía terminar de estropearlo todo.
Un hombre también mayor que se había propuesto transformar una divertida obra en un sainete, un entremés, una obra de burdel homosexual de mal gusto. No me malinterpreten, el problema no estaba en la idea de homosexual, el problema estaba en que introducía una serie de palabras malsonantes y comentarios soeces que no cabían en una zarzuela. Un libreto de unas 40 páginas había sido transformado, después de ciertos recortes, en uno de 150, y no he contado mal, con todo lo añadido era un auténtico destrozo lo que se había hecho con aquella zarzuela. El libreto cambiaba en cada ensayo, y para el solista principal, que era el barítono y tenía una barbaridad de texto tanto en español como en italiano de andar por casa, la verdad es que era una locura.
El proyecto, igual que Jesucristo Superstar, se fue diluyendo, y al final se abandonó. Sin embargo sí que hicimos varias cosas en lo que se refería a antología de zarzuela, y la verdad es que esos conciertos quedaron muy bien.
Canté "Una furtiva Lágrima" en Sevilla, en el Real Alcázar, y fue la vez quizá, hasta ahora, que más me han ovacionado, varios minutos de aplausos, tuve que salir varias veces a saludar, creo recordar que hasta cinco, ya casi me daba vergüenza, fue una apoteosis aquella pieza, el enlace aquí.
http://youtu.be/7t5hWolYjbU
Por otra parte, ese coro en el que había estado inmerso durante 8 años, me llamó porque era el décimo aniversario, mentira, era el octavo, pero los que mandaban seguían anclados en el pasado pensando que el anterior coro en el que yo había empezado, era el mismo, sin embargo me ofrecieron la posibilidad de cantar una pieza de solista. Yo quería cantar de nuevo esa pieza de Donizzetti que tanta alegría me había dado en su momento pero mi pareja de por entonces, me convenció para cantar una pieza de zarzuela que me parecía lacrimógena y aburrida, la Romanza de José Miguel de "El Caserío", una pieza que no me gustaba, y que canté prácticamente obligado, aquí el enlace:
https://www.youtube.com/watch?v=Hf1lmQBv62E
Lo que más me molestó es que después de cantarla, me fui al vestuario y ahí estaba mi novia, fumando un cigarro, cuando me vio me preguntó "¿Cuándo cantas?", y eso me enfadó bastante, encima de que había cantado esa pieza por ella, ni siquiera se había preocupado de estar atenta, y se lo perdió.
Eso fue en Diciembre de 2006, poco o nada hacía presagiar que no volvería a subirme a un escenario en muchos años.
Finalmente, en Febrero, decidí poner fin a mi colaboración con aquel coro y me desvinculé.
Los ensayos en Sevilla también tenían sus problemas, pero eran sobre todo por los continuos cambios de director de escena, la zarzuela no avanzaba y el último director sólo podía terminar de estropearlo todo.
Un hombre también mayor que se había propuesto transformar una divertida obra en un sainete, un entremés, una obra de burdel homosexual de mal gusto. No me malinterpreten, el problema no estaba en la idea de homosexual, el problema estaba en que introducía una serie de palabras malsonantes y comentarios soeces que no cabían en una zarzuela. Un libreto de unas 40 páginas había sido transformado, después de ciertos recortes, en uno de 150, y no he contado mal, con todo lo añadido era un auténtico destrozo lo que se había hecho con aquella zarzuela. El libreto cambiaba en cada ensayo, y para el solista principal, que era el barítono y tenía una barbaridad de texto tanto en español como en italiano de andar por casa, la verdad es que era una locura.
El proyecto, igual que Jesucristo Superstar, se fue diluyendo, y al final se abandonó. Sin embargo sí que hicimos varias cosas en lo que se refería a antología de zarzuela, y la verdad es que esos conciertos quedaron muy bien.
Canté "Una furtiva Lágrima" en Sevilla, en el Real Alcázar, y fue la vez quizá, hasta ahora, que más me han ovacionado, varios minutos de aplausos, tuve que salir varias veces a saludar, creo recordar que hasta cinco, ya casi me daba vergüenza, fue una apoteosis aquella pieza, el enlace aquí.
http://youtu.be/7t5hWolYjbU
Por otra parte, ese coro en el que había estado inmerso durante 8 años, me llamó porque era el décimo aniversario, mentira, era el octavo, pero los que mandaban seguían anclados en el pasado pensando que el anterior coro en el que yo había empezado, era el mismo, sin embargo me ofrecieron la posibilidad de cantar una pieza de solista. Yo quería cantar de nuevo esa pieza de Donizzetti que tanta alegría me había dado en su momento pero mi pareja de por entonces, me convenció para cantar una pieza de zarzuela que me parecía lacrimógena y aburrida, la Romanza de José Miguel de "El Caserío", una pieza que no me gustaba, y que canté prácticamente obligado, aquí el enlace:
https://www.youtube.com/watch?v=Hf1lmQBv62E
Lo que más me molestó es que después de cantarla, me fui al vestuario y ahí estaba mi novia, fumando un cigarro, cuando me vio me preguntó "¿Cuándo cantas?", y eso me enfadó bastante, encima de que había cantado esa pieza por ella, ni siquiera se había preocupado de estar atenta, y se lo perdió.
Eso fue en Diciembre de 2006, poco o nada hacía presagiar que no volvería a subirme a un escenario en muchos años.
domingo, 12 de octubre de 2014
2005: A CABALLO
El año 2005 comenzó con ensayos a caballo entre Huelva y Sevilla. El proyecto de Jesucristo Superstar se había diluido en el tiempo hasta desaparecer por completo, y el de El Dúo de la Africana tenía visos de ir mejor.
Los ensayos de escena se sucedían, tenía que ensayar en Huelva los otros conciertos que teníamos, La Dolorosa, Los Gavilanes, el propio Dúo de la Africana, las antologías... pero los fines de semana debía viajar a Sevilla y ensayar como solista.
Poco a poco fue pasando el tiempo, los días, las semanas, los meses... tenía mi trabajo fuera de la música, conseguido a finales de 2004, apenas tenía tiempo para descansar, pero iba encontrando los huecos.
Por desgracia, tuvimos que cambiar en un par de ocasiones de director de escena y eso retrasó bastante el trabajo. Los días iban pasando y la fecha de concierto se iba retrasando continuamente.
Por otra parte, mi presencia en el Teatro Lírico comenzaba a ser más que nada simbólica. Un coro se había fusionado al nuestro el año anterior, ya que ambos teníamos escasez de voces y ambos ensayábamos cerca.
Pese a mi reticencia inicial, todo pareció encajar poco a poco, los nuevos integrantes parecían algo perdidos dentro de la Asociación, pero era lo más normal cuando alguien nuevo llega a un lugar nuevo. Lo tenían un poco más fácil en tanto en cuanto no llegaron solos, si no más bien acompañados de otras 15 persona más o menos. Poco a poco nos fuimos haciendo con los nombres de cada uno, la forma de ser de cada nuevo compañero, aún a día de hoy considero que había cierta pequeña barrera que jamás llegué a superar.
En Huelva hicimos "La Leyenda del Beso" una maravillosa obra donde tuve el privilegio de trabajar con uno de los mejores directores de escena de todos los tiempos, Luís Villarejo. Un hombre mayor pero muy afable y con las ideas muy claras. Nos dio las indicaciones de manera magistral y la verdad es que siempre recordaré aquella zaruela con mucho cariño.
Un día, tuve una extraña conversación con uno de los integrantes de la nueva Junta Directiva, me dijo que en los años que llevaba en esa asociación, no había pagado la cuota mensual correspondiente y querían mi número de cuenta para cobrarlo... ¿De verdad? Durante ocho años había trabajado como socio fundador de aquel cortijo y me había dejado los cuernos en ese grupo sin cobrar un duro, es más, pagando a veces dinero, y ahora me estaban reclamando no sé cuántos euros por cuotas mensuales... yo había trabajado ahí casi más que nadie, y no estaba dispuesto a poner un duro. Dando largas conseguí que se aburrieran de reclamarme el dinero, sobre todo teniendo en cuenta que le habían perdonado a la anterior administración las explicaciones por un agujero que había en las cuentas. Yo había ido para allá a cantar, y bastante había con que no había registrado el logotipo del coro (de mi autoría cabe recordar) para que no tuviera la asociación problemas con los derechos, me lo podía cobrar perfectamente de ahí.
Mi trabajo en ese coro se convirtió en monotonía pura y dura, sólo me sentía de nuevo vivo en la música cuando iba a Sevilla a ensayar. Eran muchas horas y a veces deprimentes, puesto que los cambios de director eran continuos, pero al menos me sentía querido y respetado.
2006 fue un año realmente agridulce para mí.
Los ensayos de escena se sucedían, tenía que ensayar en Huelva los otros conciertos que teníamos, La Dolorosa, Los Gavilanes, el propio Dúo de la Africana, las antologías... pero los fines de semana debía viajar a Sevilla y ensayar como solista.
Poco a poco fue pasando el tiempo, los días, las semanas, los meses... tenía mi trabajo fuera de la música, conseguido a finales de 2004, apenas tenía tiempo para descansar, pero iba encontrando los huecos.
Por desgracia, tuvimos que cambiar en un par de ocasiones de director de escena y eso retrasó bastante el trabajo. Los días iban pasando y la fecha de concierto se iba retrasando continuamente.
Por otra parte, mi presencia en el Teatro Lírico comenzaba a ser más que nada simbólica. Un coro se había fusionado al nuestro el año anterior, ya que ambos teníamos escasez de voces y ambos ensayábamos cerca.
Pese a mi reticencia inicial, todo pareció encajar poco a poco, los nuevos integrantes parecían algo perdidos dentro de la Asociación, pero era lo más normal cuando alguien nuevo llega a un lugar nuevo. Lo tenían un poco más fácil en tanto en cuanto no llegaron solos, si no más bien acompañados de otras 15 persona más o menos. Poco a poco nos fuimos haciendo con los nombres de cada uno, la forma de ser de cada nuevo compañero, aún a día de hoy considero que había cierta pequeña barrera que jamás llegué a superar.
En Huelva hicimos "La Leyenda del Beso" una maravillosa obra donde tuve el privilegio de trabajar con uno de los mejores directores de escena de todos los tiempos, Luís Villarejo. Un hombre mayor pero muy afable y con las ideas muy claras. Nos dio las indicaciones de manera magistral y la verdad es que siempre recordaré aquella zaruela con mucho cariño.
Un día, tuve una extraña conversación con uno de los integrantes de la nueva Junta Directiva, me dijo que en los años que llevaba en esa asociación, no había pagado la cuota mensual correspondiente y querían mi número de cuenta para cobrarlo... ¿De verdad? Durante ocho años había trabajado como socio fundador de aquel cortijo y me había dejado los cuernos en ese grupo sin cobrar un duro, es más, pagando a veces dinero, y ahora me estaban reclamando no sé cuántos euros por cuotas mensuales... yo había trabajado ahí casi más que nadie, y no estaba dispuesto a poner un duro. Dando largas conseguí que se aburrieran de reclamarme el dinero, sobre todo teniendo en cuenta que le habían perdonado a la anterior administración las explicaciones por un agujero que había en las cuentas. Yo había ido para allá a cantar, y bastante había con que no había registrado el logotipo del coro (de mi autoría cabe recordar) para que no tuviera la asociación problemas con los derechos, me lo podía cobrar perfectamente de ahí.
Mi trabajo en ese coro se convirtió en monotonía pura y dura, sólo me sentía de nuevo vivo en la música cuando iba a Sevilla a ensayar. Eran muchas horas y a veces deprimentes, puesto que los cambios de director eran continuos, pero al menos me sentía querido y respetado.
2006 fue un año realmente agridulce para mí.
domingo, 5 de octubre de 2014
2004: ROZANDO EL SUEÑO
Ya habíamos hecho dos musicales, varias zarzuelas, una ópera, queríamos atrevernos a representar Carmen (la idea se quedó en el cajón), pero mis inquietudes iban más allá.
El año anterior había caído en mis manos una versión de la ópera rock Jesucristo Superstar que me había cautivado. Sí, es un musical más representado que La Verbena de la Paloma, pero me encandiló.
Mi sueño era (y sigue siendo a día de hoy), representar esa obra, creo que el día que pueda hacer el papel de Jesucristo en un teatro en condiciones, no me quedará ya nada por hacer en la música (en lo que se refiere a mi ego), aunque tenga que seguir cantando, habrá sido mi cumbre.
Y digo esto porque mientras en Huelva preparaba La Dolorosa, El dúo de la Africana y una antología de zarzuela, fui puesto en contacto con el director de una agrupación sevillana que estaba haciendo el musical. Necesitaban un cantante que hiciera de Judas. No era el papel que más me gustaba, pero era una segunda opción más que viable.
Y entonces me di cuenta de lo duro que podía empezar a ponerse todo.
Entre semana ensayaba en Huelva. Trabajaba aquellas manidas zarzuelas hasta la madrugada, pero los sábados o domingos, me levantaba a las 7 de la mañana cogía el autobús y me plantaba a las 9 en la estación de Sevilla para ensayar ese musical.
Durante varios meses conocí un nuevo grupo de personas amantes de la música, entablé amistad con el director de aquel grupo, aún estaba un poco verde en lo que se refería a la puesta en escena, pero ese musical me lo sabia mejor que el propio compositor.
Una y otra vez iba para allá con gran ilusión. Cierto es que había días que llegaba y, por motivos varios, terminaba por no ensayar porque no venía alguien o por cualquier cosa, es decir, me levantaba a las 7 y me hacía ese viaje en bus (y otro de vuelta) para nada, pero la ilusión era máxima.
Ya en los últimos meses de ensayo, me comunicaron que el chico que hacía de Jesucristo se había puesto enfermo y que quizá lo tendría que sustituir, No era por supuesto la mejor circunstancia ya que una vez más me llegaba de rebote, pero al fin y al cabo, jamás he vuelto a estar tan cerca de aquel sueño, mi determinación era grande y estaba dispuesto a soportar cualquier cosa con tal de hacer ese papel.
Sin embargo, los ensayos se fueron diluyendo en el tiempo, las fechas de conciertos se fueron alargando... hasta que al final, el último ensayo (en el que a la vuelta me olvidé el guión en el autobús), fue el último realmente.
De todas formas, no fue lo único que hice con aquel director sevillano. Es más, con él comencé a preparar también El Dúo de la Africana, y además como solista, aunque la zarzuela me venía un poco grave para mí, era la oportunidad que había estado esperando.
Formaba parte de un segundo elenco, pero con la promesa de hacer también la obra. Y era segundo elenco por una circunstancia más que curiosa, yo mido 1'63 escasos, y la soprano rozaba el 1'90, es decir, o le mordía una teta mientas cantaba o eso iba a quedar muy raro, así que le buscaron a ella un tenor más alto y a mí una soprano un poco más bajita.
Los ensayos comenzarían en 2005, y yo me llevaría algunos amigos de Huelva con los que era una delicia compartir escenario, pero mientras tanto, ya iba cantando algunos recitales de zarzuela en Sevilla, y como solista, todo el trabajo por entonces, comenzaba a dar sus frutos.
Por desgracia, aquel año, y tras 5 años de entrega mensual y puntual, tuve que cerrar la revista, ya que todo el mundo prometía colaborar escribiendo artículos, pero pocos fueron los que realmente hicieron algo interesante, apenas una compañera que se dedicó a hacer entrevistas al cantante del mes, sin duda un trabajo magnífico, y otra que publicaba artículos sobre los compositores de ópera y zaruela, una sección la mar de interesante, porque la de sociedad dio algún que otro problema y apenas duró dos o tres ediciones.
Un día, llegó mi momento de responsabilidad mayor, le director se marchaba de vacaciones y alguien tenía que quedarse dirigiendo los ensayos, y me tocó a mí, un puesto que, sinceramente, intenté desempeñar de la mejor manera posible.
El día del primer ensayo, llegaron todos puntuales, como era normal, comenzamos a ensayar y llegó la hora de descanso, esos diez minutos que teníamos sobre las 22:00 de la noche. Pero eran las 22:15, las 22:20... algunos compañeros no aparecían, habían bajado al bar, como de costumbre, y se habían puesto a remolonear más de lo normal.
Cuando llegaron, les comenté que tenían que ser un poco más puntuales, y uno de ellos me dijo en tono jocoso "¿Qué más da si no está el jefe?" Supongo que mi cara debió decirlo todo, al siguiente ensayo esa persona me pidió disculpas públicamente, algo de agradecer.
El caso es que las vacaciones del director traían una sorpresa bajo el brazo, unas misas casi desconocidas de Verdi que ensayaríamos para estrenarlas en España, no sólo eso, si no que además los solistas saldrían del coro, la orquesta sería la de Huelva, el director de la orquesta sería el de Huelva... es decir, un acontecimiento importante pero dándole protagonismo a los compañeros de Huelva.
Se me comunicó que yo haría uno de los papeles de tenor, en realidad una sola pieza, pero muy bonita y a dúo con otro tenor, así que me entregaron la partitura y comencé a trabajar. Todas las tardes me iba a las cuatro y media del mediodía al local, con mi llave y comenzaba a trabajar aquella pieza.
Tenía la voz en un punto prodigioso, me costaba un poco llegar y mantener el Do de pecho, pero había que tener en cuenta que no había recibido apenas unas nociones de cómo cantar, el 90% del trabajo era autodidacta.
Trabajé, y trabajé y trabajé aquella pieza. Todos los días llegaba ahí a las cinco de la tarde y me iba casi a las doce de la noche, haciendo actas de reuniones ya que era el secretario de la Asociación, preparando los ensayos con el coro, preparando mi pieza magistral...
Un día, me comunicaron que la orquesta no sería la de Huelva, si no la OCA, o la OJA, o algo por el estilo, no lo recuerdo bien, la dirigía un señor británico muy estirado y seco, típico británico. Yo advertí sobre la posibilidad de que esta gente no entendiera lo mágico de aquel proyecto y que vendrían tan solo a hacer un "bolo", nadie me oyó, pero el tiempo me dio la razón.
Sin embargo también me dijeron que iban a cambiar a la soprano, eso ya me olía raro, luego me enteré de que el otro tenor sería otro... ya tenía la mosca detrás de la oreja, faltaba un mes para el concierto y el director evitaba decirme cuál iba a ser el elenco exacto.
Oh, sorpresa, tras un cuarto de hora empujando el sacacorchos, por fin me enteré del elenco exacto veinte días antes del concierto y yo había sido sustituido... por él.
Fue un tejemaneje que me enfadó y mucho, así que abandoné la Asociación haciendo bastante ruido, traicionado por otros compañeros y ninguneado, mi trabajo no había servido para nada...
Finalmente, para evitar que mis compañeros tenores, nuevos la mayoría y tan solo uno o dos de la vieja guardia se vieran solos, decidí volver únicamente para ese concierto, la misma tarde del concierto tuve un percance en el trabajo que había conseguido un mes antes y canté con una ceja rota y sangrando, y al final... tuve razón, los solistas quizá no, pero la orquesta y el director no entendían lo que ahí se estaba haciendo, y lo trataron como un bolo más. En cuanto a la actuación de mi... "sustituto", digamos que la grabación que se hizo da fe de que mi enfado no era baladí.
El año 2005 parecería el último estertor de mi vida en esa Asociación, no era ninguna tontería.
El año anterior había caído en mis manos una versión de la ópera rock Jesucristo Superstar que me había cautivado. Sí, es un musical más representado que La Verbena de la Paloma, pero me encandiló.
Mi sueño era (y sigue siendo a día de hoy), representar esa obra, creo que el día que pueda hacer el papel de Jesucristo en un teatro en condiciones, no me quedará ya nada por hacer en la música (en lo que se refiere a mi ego), aunque tenga que seguir cantando, habrá sido mi cumbre.
Y digo esto porque mientras en Huelva preparaba La Dolorosa, El dúo de la Africana y una antología de zarzuela, fui puesto en contacto con el director de una agrupación sevillana que estaba haciendo el musical. Necesitaban un cantante que hiciera de Judas. No era el papel que más me gustaba, pero era una segunda opción más que viable.
Y entonces me di cuenta de lo duro que podía empezar a ponerse todo.
Entre semana ensayaba en Huelva. Trabajaba aquellas manidas zarzuelas hasta la madrugada, pero los sábados o domingos, me levantaba a las 7 de la mañana cogía el autobús y me plantaba a las 9 en la estación de Sevilla para ensayar ese musical.
Durante varios meses conocí un nuevo grupo de personas amantes de la música, entablé amistad con el director de aquel grupo, aún estaba un poco verde en lo que se refería a la puesta en escena, pero ese musical me lo sabia mejor que el propio compositor.
Una y otra vez iba para allá con gran ilusión. Cierto es que había días que llegaba y, por motivos varios, terminaba por no ensayar porque no venía alguien o por cualquier cosa, es decir, me levantaba a las 7 y me hacía ese viaje en bus (y otro de vuelta) para nada, pero la ilusión era máxima.
Ya en los últimos meses de ensayo, me comunicaron que el chico que hacía de Jesucristo se había puesto enfermo y que quizá lo tendría que sustituir, No era por supuesto la mejor circunstancia ya que una vez más me llegaba de rebote, pero al fin y al cabo, jamás he vuelto a estar tan cerca de aquel sueño, mi determinación era grande y estaba dispuesto a soportar cualquier cosa con tal de hacer ese papel.
Sin embargo, los ensayos se fueron diluyendo en el tiempo, las fechas de conciertos se fueron alargando... hasta que al final, el último ensayo (en el que a la vuelta me olvidé el guión en el autobús), fue el último realmente.
De todas formas, no fue lo único que hice con aquel director sevillano. Es más, con él comencé a preparar también El Dúo de la Africana, y además como solista, aunque la zarzuela me venía un poco grave para mí, era la oportunidad que había estado esperando.
Formaba parte de un segundo elenco, pero con la promesa de hacer también la obra. Y era segundo elenco por una circunstancia más que curiosa, yo mido 1'63 escasos, y la soprano rozaba el 1'90, es decir, o le mordía una teta mientas cantaba o eso iba a quedar muy raro, así que le buscaron a ella un tenor más alto y a mí una soprano un poco más bajita.
Los ensayos comenzarían en 2005, y yo me llevaría algunos amigos de Huelva con los que era una delicia compartir escenario, pero mientras tanto, ya iba cantando algunos recitales de zarzuela en Sevilla, y como solista, todo el trabajo por entonces, comenzaba a dar sus frutos.
Por desgracia, aquel año, y tras 5 años de entrega mensual y puntual, tuve que cerrar la revista, ya que todo el mundo prometía colaborar escribiendo artículos, pero pocos fueron los que realmente hicieron algo interesante, apenas una compañera que se dedicó a hacer entrevistas al cantante del mes, sin duda un trabajo magnífico, y otra que publicaba artículos sobre los compositores de ópera y zaruela, una sección la mar de interesante, porque la de sociedad dio algún que otro problema y apenas duró dos o tres ediciones.
Un día, llegó mi momento de responsabilidad mayor, le director se marchaba de vacaciones y alguien tenía que quedarse dirigiendo los ensayos, y me tocó a mí, un puesto que, sinceramente, intenté desempeñar de la mejor manera posible.
El día del primer ensayo, llegaron todos puntuales, como era normal, comenzamos a ensayar y llegó la hora de descanso, esos diez minutos que teníamos sobre las 22:00 de la noche. Pero eran las 22:15, las 22:20... algunos compañeros no aparecían, habían bajado al bar, como de costumbre, y se habían puesto a remolonear más de lo normal.
Cuando llegaron, les comenté que tenían que ser un poco más puntuales, y uno de ellos me dijo en tono jocoso "¿Qué más da si no está el jefe?" Supongo que mi cara debió decirlo todo, al siguiente ensayo esa persona me pidió disculpas públicamente, algo de agradecer.
El caso es que las vacaciones del director traían una sorpresa bajo el brazo, unas misas casi desconocidas de Verdi que ensayaríamos para estrenarlas en España, no sólo eso, si no que además los solistas saldrían del coro, la orquesta sería la de Huelva, el director de la orquesta sería el de Huelva... es decir, un acontecimiento importante pero dándole protagonismo a los compañeros de Huelva.
Se me comunicó que yo haría uno de los papeles de tenor, en realidad una sola pieza, pero muy bonita y a dúo con otro tenor, así que me entregaron la partitura y comencé a trabajar. Todas las tardes me iba a las cuatro y media del mediodía al local, con mi llave y comenzaba a trabajar aquella pieza.
Tenía la voz en un punto prodigioso, me costaba un poco llegar y mantener el Do de pecho, pero había que tener en cuenta que no había recibido apenas unas nociones de cómo cantar, el 90% del trabajo era autodidacta.
Trabajé, y trabajé y trabajé aquella pieza. Todos los días llegaba ahí a las cinco de la tarde y me iba casi a las doce de la noche, haciendo actas de reuniones ya que era el secretario de la Asociación, preparando los ensayos con el coro, preparando mi pieza magistral...
Un día, me comunicaron que la orquesta no sería la de Huelva, si no la OCA, o la OJA, o algo por el estilo, no lo recuerdo bien, la dirigía un señor británico muy estirado y seco, típico británico. Yo advertí sobre la posibilidad de que esta gente no entendiera lo mágico de aquel proyecto y que vendrían tan solo a hacer un "bolo", nadie me oyó, pero el tiempo me dio la razón.
Sin embargo también me dijeron que iban a cambiar a la soprano, eso ya me olía raro, luego me enteré de que el otro tenor sería otro... ya tenía la mosca detrás de la oreja, faltaba un mes para el concierto y el director evitaba decirme cuál iba a ser el elenco exacto.
Oh, sorpresa, tras un cuarto de hora empujando el sacacorchos, por fin me enteré del elenco exacto veinte días antes del concierto y yo había sido sustituido... por él.
Fue un tejemaneje que me enfadó y mucho, así que abandoné la Asociación haciendo bastante ruido, traicionado por otros compañeros y ninguneado, mi trabajo no había servido para nada...
Finalmente, para evitar que mis compañeros tenores, nuevos la mayoría y tan solo uno o dos de la vieja guardia se vieran solos, decidí volver únicamente para ese concierto, la misma tarde del concierto tuve un percance en el trabajo que había conseguido un mes antes y canté con una ceja rota y sangrando, y al final... tuve razón, los solistas quizá no, pero la orquesta y el director no entendían lo que ahí se estaba haciendo, y lo trataron como un bolo más. En cuanto a la actuación de mi... "sustituto", digamos que la grabación que se hizo da fe de que mi enfado no era baladí.
El año 2005 parecería el último estertor de mi vida en esa Asociación, no era ninguna tontería.
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