El día 21 de Junio de 2015 se celebró finalmente el "Día de la Música" y nosotros lo celebramos haciendo aquel Homenaje a Verdi.
Puede que fuera uno de los conciertos más cómodos en los que había estado en mucho tiempo. Disfrutamos mucho y preparamos el terreno para un verano complicado.
Y el verano comenzó oficialmente el 10 de Julio con un Carmina Burana, cómo no. ¿Qué decir de este concierto después de la cantidad que habíamos hecho en los últimos años? Pues nada en absoluto. Bueno, quizá sí. Ésta vez no fue a alguien del público a quien se le olvido apagar el móvil, si no a uno de los integrantes del coro que tuvo la sangre fría de cogerlo, ver quién era, salir del grupo, ir a los vestuarios, hablar por teléfono, dejar el móvil encendido, volver al grupo y permitir que siguiera sonando el resto del concierto. Muy profesional, sí señor.
Aunque si hablamos de profesional, debemos descartar el siguiente concierto que se cantó. Precisamente L'Elisir D'Amore, que había sido ensayado por primera vez completo el 11 de Julio y estrenado el 12 en un pobre intento de hacer una versión medio concierto medio representada. Quizá eso fue un toque de atención para planificar mejor los ensayos y las obras antes de estrenarlas. No es suficiente con que el público salga contento, es primordial que los cantantes también estén satisfechos.
Tres días después, nos resarcimos un poco con Rigoleto, una vez más, aunque ésta vez con varios conciertos iguales a nuestras espaldas y con más comodidad vocal y escénica. Sin duda un buen trabajo fruto de los meses de ensayo el año anterior.
Y por fin llegó el día esperado durante meses. El día 18 estrenamos La Traviata. Yo llevaba muchísimo vestuario debidamente planificado, pero el resultado fue excelente. una escena fluida con buenas ideas donde contamos bastante bien la obra a pesar de las carencias. Mi voz mantuvo un respetable nivel, algo que no me explico ya que las condiciones eran más o menos como las del año pasado y sin embargo tenía fuelle de sobra.
¿Por qué he llamado a esta entrada "El sudor del éxito"? Pues porque 2015 resultó ser uno de los veranos más calurosos de la historia y eso lo podía ratificar cuando me puse el esmoquin, el traje marrón grueso y la bata. Sin duda una prueba de fuego para mi cuerpo. No podemos quejarnos, el concierto salió con un 8 sobre 10, más o menos. Lejos de aquel 5 sobre 10 que le daría a L'Elisir. El 10 sobre 10 lo dejo para un teatro, con ópera completa y orquesta.
La prueba de que mi voz estaba en óptimas condiciones lo pude comprobar al día siguiente. Yo mismo había diseñado mi programa como una prueba de fuego. El Brindis de la Traviata, Bollenti, Par Mi, Furtiva Lágrima, Roca Fría, Cuadro Musical, Mujeres y el dúo de Nemorino y Dulcamara de L'Elisir además de Santa Lucía. Un programa exigente diseñado expresamente para probar si era capaz de cantar todo eso... y vive Dios que lo conseguí. Terminé físicamente cansado, pero vocalmente me podría haber cantado otro programa igual. Entonces llegaron unos días de merecidas vacaciones antes de volver a ponerme en la piel de Vespone para la Serva Padrona. Unos días que me venían bien mientras se cerraban nuevos conciertos y otros menesteres que a pesar de haberme vuelto comedido, me llenaban de ilusión. Las circunstancias me habían obligado a ser escéptico en muchos campos de mi vida, casi en todos y esperar lo peor para así verme gratamente sorprendido. Prefería llevarme un "zasca" que una bofetada de realidad.
Llegó el día de la Serva Padrona tras el parón y volvimos a comprobar cómo aquel concierto no dejaba de ser un concierto puente. Una obra sin mayor chicha que la de pasar 50 minutos cantando sin que el público en general se enterara de nada y sin que nosotros le pusiéramos demasiado empeño. Para mi gusto era una obra fea, la verdad.
El concierto dado ya el 1 de Agosto fue bastante más entretenido. El tan sabido homenaje a Verdi que tan bien iba para mi voz. ¿Cuál fue el problema ese concierto? pues que me dediqué a ensayar prácticamente todo el concierto del día siguiente y parte del de ese día, con lo cual mi voz se resintió un poco. Era sin duda un toque de atención: No te ensayes todo un concierto una hora antes de cantar otro.
Lo bueno es que comprobé el orden exacto en el que debía ir el programa al día siguiente y acerté de pleno. En primer lugar porque mi voz estuvo estupenda y en segundo lugar porque, casi 20 años después, por fin pude cantar "No Puede Ser". Esa pieza que había perseguido durante casi dos décadas y que por fin estaba cantando en el escenario. La verdad es que en ese momento no pensaba en otra cosa, sólo en que por fin la estaba cantando. Sin duda un momento mágico y especial para mí.
https://www.youtube.com/watch?v=-pAUXeWdPJw
También fue el día de estrenar el "Bella Enamorada", pero teniendo en cuenta que había visto la partitura el día anterior preferí no subirla. Sin embargo sí que canté el "Deja la Guadaña", también estrenándola, pieza que coloqué al final del concierto por lo grave de las notas. No quería que me bajara la voz para el resto del concierto.
https://www.youtube.com/watch?v=B-8zfJ3HxIo
No quedó para nada mal, aunque me seguía gustando más el "No Puede Ser".
También canté el dúo de Dolores y Rafael de La Dolorosa. He de reconocer que a mi compañera y a mí nos quedó muy bien ese dúo, un trabajo bien hecho.
https://www.youtube.com/watch?v=XM5K0zqswtc
La verdad es que fue un concierto para no olvidar jamás, porque por fin nos libramos de dúos cómicos y del cuadro musical de la Dolorosa, pieza infumable que llevaba tiempo queriendo eliminar del programa.
Se supone que la siguiente semana iba a ser de descanso para mí. Unos días para poder trabajar tranquilamente mis piezas, pero no, resulta que el mismo lunes hubo una rueda de prensa en la Algaba donde yo mismo tuve que intervenir. Y el motivo de la rueda de prensa eran los doce conciertos que se iban a dar en ese lugar, de entrada gratuita y a caché. Siete conciertos a caché podrían solucionarme más de un problema económico, la cosa iba muy bien ese verano, aunque tuviéramos que suspender algún concierto en el otro espacio por incompatibilidad de programación. La verdad es que aquella rueda de prensa estuvo muy bien, ya que nos hicimos fotos y nos dejamos grabar por las cámaras de varias televisiones. Después de tantos años de trabajo casi en la sombra, superábamos lo del año pasado de aparecer en tantos periódicos y por fin teníamos radio y televisión pendientes de nosotros. Había terminado la rueda de prensa y nos colocamos para que nos hicieran la foto. Todos en fila sujetando el cartel y mirando con una sonrisa a las cámaras, que nos disparaban fotos y vídeo sin parar. En ese momento me sentía como alguien famoso de verdad, supongo que como deben sentirse las personas famosas que hacen eso todos los días, posar para las cámaras que apuntan a ellos y les sacan luego en los medios.
Esa semana estaba siendo una locura. A los dos días se me avisó a última hora de que iba a venir la radio a grabar uno de nuestros ensayos. Era una gran suerte que tuviera la voz en plenitud. Creo que había dejado atrás los problemas del año anterior y ahora disfrutaba de una voz cuidada con la inteligencia de elegir repertorio y orden del mismo.
Pero también me había salido un nuevo trabajo en esos días, el encargado de diseñar y colocar las luces necesarias que iluminarían el escenario. Los rojos, azules, amarillos, naranjas, marrones... debía colocar los colores en cada foco para que los técnicos supieran exactamente qué color poner en qué momento. Incluso me salió un concierto inesperado para el mismo viernes, un ensayo por la mañana y luego a cantar por la noche. Afortunadamente era un programa ligerito de cosas que ya había cantado varias veces y no revestía mayor problema.
El caso es que a la semana siguiente ya estábamos metidos en faena. Con una media de 200 personas asistiendo a los conciertos, el recital de ópera resultó ser un buen calentamiento para el Rigoleto que teníamos que abordar al día siguiente, y un mejor calentamiento para los conciertos de la semana siguiente.
El recital de ópera y zarzuela de la tercera semana dejó un buen sabor de boca. Esa misma mañana dábamos los últimos toques a la Traviata, una ópera que llevaba tiempo esperando estrenar en condiciones, no lo que hicimos en el Hospital de la Caridad un mes antes y que podría haber quedado mejor.
El día que hicimos la Traviata en el Palacio fue apoteósico. La gente entraba corriendo en el patio para coger una butaca en buena posición. Por la mañana habíamos colocado todo el escenario. Las voces afinadas, la ropa preparada... sobre el escenario me sentí muy cómodo. Hubo momentos en los que improvisé, como por ejemplo beberme toda una botella de cristal donde había té frío haciendo las veces de Whisky mientras el barítono cantaba el "Di Provenza". Una buena interpretación de novio despechado y medio borracho tirando a la soprano al suelo y tirando dinero a sus pies. Una escena que me queda muy bien pero en la que no me siento demasiado cómodo, ya que se trata de maltratar a una mujer, cosa que aborrezco, pero al fin y al cabo es teatro.
Aparte de dejarme la espinilla en el aparato que habíamos puesto para que hiciera de cama, el concierto gustó mucho y salió muy bien. Lo malo fue al ver el vídeo cómo la falta de un ensayo general se hacía patente. Actores que se sentaban donde no debían y les veía el público, luces que no se encendían cuando debían, planos de cámara que apuntaban justo donde no se cantaba, caídas a destiempo... en esos momentos me daba cada vez más cuenta que este trabajo había venido bien mientras se hicieran cosas livianas, pero al subir la categoría con este tipo de conciertos, no se podían consentir planteamientos cutres, y eso había que arreglarlo si queríamos dar un salto de calidad.
Con más cansancio físico que vocal, al día siguiente un recital de zarzuela bastante fuerte para la soprano y para mí, que llevábamos el peso del programa durante ya tres días seguidos. Afortunadamente el programa salió en condiciones.
Lo malo llegó la cuarta semana, donde hicimos un pobre intento de "quiero y no puedo" al cantar L'Elisir D'Amore en el Hospital de la Caridad. Reducir de 5 personajes a 3 (y gracias), quitar coro y orquesta y dejar simplemente un piano con una puesta en escena basada en una mesa y una silla fue una apuesta muy arriesgada. Pasaba lo mismo que pasaba siempre y que, por más que yo me enfadara y lo espetara a los cuatro vientos una y otra vez, no conseguía arreglarlo, se trataba de ensayar la escena de una ópera 24 horas antes de la función. Deleznable. Habíamos tenido un mes entero para ensayar la escena, pero tuvimos que dejarlo para las últimas 24 horas, deprisa y corriendo, con la penúltima pieza todavía sin haberla visto juntos... desde el momento en el que comencé a cantar el "Quanto è bella" sentía un vacío en el escenario que me sobrecogía y me impedía desarrollar el 100% del personaje. Ya estaba harto de decirlo una y otra vez. Necesitábamos más ensayos, más trabajo serio y menos "bueno, esto se da por sabido". Pero sobre todo necesitábamos más personas sobre el escenario, más gente que conociera la obra tras la cámara o la mesa de luces. Necesitábamos más gente, no más trabajo para los que ya estábamos.
Como siempre he dicho, el que el concierto salga bien técnicamente no quiere decir que tengamos que estar contentos con él, pero al menos o pasamos.
Afrontábamos ya la última semana en esos conciertos a caché y en cierto modo, me daba algo de lástima dejar el sitio. Habíamos pasado buenos ratos y cantar ante gente que luego te reconocía por la calle era un aliciente.
Los últimos conciertos los viví con toda la intensidad de la que podía tirar. no sabía si al año siguiente estaría ahí o no, sólo sabía que tenía que disfrutar de esos días y del trabajo que merecidamente iba a cobrar más tarde.
Ya con los conciertos en el Palacio terminados, mi preocupación era cobrar algunos conciertos pendientes en cuanto fuera posible, ya que se echaba encima el día de pagos y no contaba con dinero suficiente en el banco, algo que consideraba imperdonable.
Quedaba aún por terminar ese mes otro concierto en el Hospital de la Caridad, un Rigoletto del que apenas guardo recuerdos.
Por fin tras ese Rigoletto, pude volver a casa a disfrutar de unos días de vacaciones. Lo malo es que debido a un problema técnico, para los dos próximos conciertos nos encontrábamos sin soprano, con lo que tuvimos que hacer un concierto de obras clásicas y un recital de ópera sin voz femenina. Teniendo en cuenta que me cargaba el 60% del concierto en ambos casos, diez días sin cantar y encima habiendo pasado un catarro fuerte, estaba algo preocupado. Por suerte ambos conciertos fueron resueltos con cierta dignidad para mi voz, que había tratado de mantener en cuanto tuve la nariz lo suficientemente despejada como para respirar.
Nos quedaban por delante dos semanas de descanso, pero eso no era lo mejor. Lo mejor es que se me avisó de que estos conciertos que estábamos haciendo, los podría hacer en Noviembre en Huelva.
Ilusión era la palabra. Llevaba 10 años sin cantar en serio en Huelva. Diez años en el ostracismo y ahora por fin tocaban a término. La pregunta que me rondaba la mente era si la gente que me estaba prometiendo ir a verme cantar iría de verdad. En todos estos años había tenido tantas decepciones con eso que no sabía si realmente alguien conocido iría a verme al concierto. Ya estaba en un nivel de "Si no has venido has dejado la silla libre para otra persona que realmente quería venir", pero no me gustaba para nada que la gente prometiera y luego no cumpliera, yo intentaba cumplir siempre, a veces aún a perjuicio mío, pero parecía que los demás no estaban dispuestos a hacer por mí lo mismo que yo por ellos.
Tras recibir la noticia de que la Traviata en Diciembre se iba a retrasar, comprendí una vez más que de lo que se dice al principio a lo que luego ocurre, había mucho trayecto. Era lo que había dicho siempre "No me lo creeré hasta que no esté en el escenario cantando".
Lo malo no era eso, si no que aparecía en mí la sombra de lo que tiene este trabajo. Llevaba ya varios años así, pero mis deudas se reducían a un ritmo tan soporífero, que me planteaba una y otra vez si cantar era realmente lo que debía hacer. Era lo que quería, pero ni por asomo conseguía las metas que tenía previstas. Ganaba muy poco dinero y los conciertos se espaciaban demasiado en ciertas épocas del año.
Los conciertos entonces comenzaron a pasar sin pena ni gloria, como aquel que va a la oficina. Sin embargo el día 30 de Octubre teníamos un concierto en una sala. Sí, bajo techo, algo inconcebible. Por fin podía comenzar a trabajar en un lugar donde no tenía que estar mirando al cielo, donde las sillas estaban atornilladas y donde había camerinos. Un bonito concierto aunque algo durillo.
Al día siguiente nos tocó ensayar con la orquesta. Yo siempre había estado en guerra con las orquestas por diferentes motivos. Ésta vez, sin embargo, me encontré con un grupo de chavales estudiantes pero muy profesionales que se esforzaban. Debo admitir que la mirada de admiración de algunos componentes me llenaba de orgullo y me hacía ganar mucha confianza, pero también el buen trabajo que hacía el director.
Por fin llegó el día 5 de Noviembre, el primer concierto en Huelva. Un homenaje a Verdi como otros que habíamos hecho, pero especial para mí. De nuevo en una sala, de nuevo con camerinos. Un lleno total que no esperábamos pero que recibimos con mucha ilusión, un concierto para estar muy satisfecho, pero sobre todo, porque esperaba con ansias el día siguiente.
El día 6 de Noviembre pude de nuevo cantar en Huelva y ésta vez con orquesta. Mis problemas para llevar el ritmo se desvanecieron en el momento en el que comencé a cantar. Puede que algunas de las piezas hayan sido las mejores que he hecho en años. Era un gustazo poder ser acompañado por una orquesta, sin duda para mí era un antes y un después.
https://www.youtube.com/watch?v=n30B5j9a7XQ
https://www.youtube.com/watch?v=IUpeF5QIfHA
https://www.youtube.com/watch?v=Ff8U-tl9kVU
https://www.youtube.com/watch?v=gVJPjwRSLvg
Lo mejor es que todavía me quedaban dos conciertos, uno en Noviembre en Sevilla y otro en Diciembre en Huelva.
Cantar sólo cuatro piezas hizo que el concierto pasara rápido, como un mero trámite.
Mientras tanto, recibía llamadas una y otra vez de los responsables de la Traviata. Parecía que mi opinión era muy tenida en cuenta, pues me preguntaban, me pedían consejo, diseñaban estrategias de trabajo en base a lo que les decía... todo un avance sin duda.
Los conciertos se espaciaban un poco (los pagos más), pero afortunadamente podían salvarse sin mayor problema.
Llegó el día 10 de Diciembre y el ansiado Carmina Burana que cerraba la temporada, prácticamente como todos los años. Afortunadamente ya no cantaba con el coro y el concierto podía hacerse más corto. El público realmente interesado volvió a responder y salí satisfecho.
Un año repleto de conciertos pero muy satisfactorio. Mis problemas vocales prácticamente habían desaparecido, había cantado casi todos los meses y la cosa en 2016 tenía mejor pinta.
Puede que fuera uno de los conciertos más cómodos en los que había estado en mucho tiempo. Disfrutamos mucho y preparamos el terreno para un verano complicado.
Y el verano comenzó oficialmente el 10 de Julio con un Carmina Burana, cómo no. ¿Qué decir de este concierto después de la cantidad que habíamos hecho en los últimos años? Pues nada en absoluto. Bueno, quizá sí. Ésta vez no fue a alguien del público a quien se le olvido apagar el móvil, si no a uno de los integrantes del coro que tuvo la sangre fría de cogerlo, ver quién era, salir del grupo, ir a los vestuarios, hablar por teléfono, dejar el móvil encendido, volver al grupo y permitir que siguiera sonando el resto del concierto. Muy profesional, sí señor.
Aunque si hablamos de profesional, debemos descartar el siguiente concierto que se cantó. Precisamente L'Elisir D'Amore, que había sido ensayado por primera vez completo el 11 de Julio y estrenado el 12 en un pobre intento de hacer una versión medio concierto medio representada. Quizá eso fue un toque de atención para planificar mejor los ensayos y las obras antes de estrenarlas. No es suficiente con que el público salga contento, es primordial que los cantantes también estén satisfechos.
Tres días después, nos resarcimos un poco con Rigoleto, una vez más, aunque ésta vez con varios conciertos iguales a nuestras espaldas y con más comodidad vocal y escénica. Sin duda un buen trabajo fruto de los meses de ensayo el año anterior.
Y por fin llegó el día esperado durante meses. El día 18 estrenamos La Traviata. Yo llevaba muchísimo vestuario debidamente planificado, pero el resultado fue excelente. una escena fluida con buenas ideas donde contamos bastante bien la obra a pesar de las carencias. Mi voz mantuvo un respetable nivel, algo que no me explico ya que las condiciones eran más o menos como las del año pasado y sin embargo tenía fuelle de sobra.
¿Por qué he llamado a esta entrada "El sudor del éxito"? Pues porque 2015 resultó ser uno de los veranos más calurosos de la historia y eso lo podía ratificar cuando me puse el esmoquin, el traje marrón grueso y la bata. Sin duda una prueba de fuego para mi cuerpo. No podemos quejarnos, el concierto salió con un 8 sobre 10, más o menos. Lejos de aquel 5 sobre 10 que le daría a L'Elisir. El 10 sobre 10 lo dejo para un teatro, con ópera completa y orquesta.
La prueba de que mi voz estaba en óptimas condiciones lo pude comprobar al día siguiente. Yo mismo había diseñado mi programa como una prueba de fuego. El Brindis de la Traviata, Bollenti, Par Mi, Furtiva Lágrima, Roca Fría, Cuadro Musical, Mujeres y el dúo de Nemorino y Dulcamara de L'Elisir además de Santa Lucía. Un programa exigente diseñado expresamente para probar si era capaz de cantar todo eso... y vive Dios que lo conseguí. Terminé físicamente cansado, pero vocalmente me podría haber cantado otro programa igual. Entonces llegaron unos días de merecidas vacaciones antes de volver a ponerme en la piel de Vespone para la Serva Padrona. Unos días que me venían bien mientras se cerraban nuevos conciertos y otros menesteres que a pesar de haberme vuelto comedido, me llenaban de ilusión. Las circunstancias me habían obligado a ser escéptico en muchos campos de mi vida, casi en todos y esperar lo peor para así verme gratamente sorprendido. Prefería llevarme un "zasca" que una bofetada de realidad.
Llegó el día de la Serva Padrona tras el parón y volvimos a comprobar cómo aquel concierto no dejaba de ser un concierto puente. Una obra sin mayor chicha que la de pasar 50 minutos cantando sin que el público en general se enterara de nada y sin que nosotros le pusiéramos demasiado empeño. Para mi gusto era una obra fea, la verdad.
El concierto dado ya el 1 de Agosto fue bastante más entretenido. El tan sabido homenaje a Verdi que tan bien iba para mi voz. ¿Cuál fue el problema ese concierto? pues que me dediqué a ensayar prácticamente todo el concierto del día siguiente y parte del de ese día, con lo cual mi voz se resintió un poco. Era sin duda un toque de atención: No te ensayes todo un concierto una hora antes de cantar otro.
Lo bueno es que comprobé el orden exacto en el que debía ir el programa al día siguiente y acerté de pleno. En primer lugar porque mi voz estuvo estupenda y en segundo lugar porque, casi 20 años después, por fin pude cantar "No Puede Ser". Esa pieza que había perseguido durante casi dos décadas y que por fin estaba cantando en el escenario. La verdad es que en ese momento no pensaba en otra cosa, sólo en que por fin la estaba cantando. Sin duda un momento mágico y especial para mí.
https://www.youtube.com/watch?v=-pAUXeWdPJw
También fue el día de estrenar el "Bella Enamorada", pero teniendo en cuenta que había visto la partitura el día anterior preferí no subirla. Sin embargo sí que canté el "Deja la Guadaña", también estrenándola, pieza que coloqué al final del concierto por lo grave de las notas. No quería que me bajara la voz para el resto del concierto.
https://www.youtube.com/watch?v=B-8zfJ3HxIo
No quedó para nada mal, aunque me seguía gustando más el "No Puede Ser".
También canté el dúo de Dolores y Rafael de La Dolorosa. He de reconocer que a mi compañera y a mí nos quedó muy bien ese dúo, un trabajo bien hecho.
https://www.youtube.com/watch?v=XM5K0zqswtc
La verdad es que fue un concierto para no olvidar jamás, porque por fin nos libramos de dúos cómicos y del cuadro musical de la Dolorosa, pieza infumable que llevaba tiempo queriendo eliminar del programa.
Se supone que la siguiente semana iba a ser de descanso para mí. Unos días para poder trabajar tranquilamente mis piezas, pero no, resulta que el mismo lunes hubo una rueda de prensa en la Algaba donde yo mismo tuve que intervenir. Y el motivo de la rueda de prensa eran los doce conciertos que se iban a dar en ese lugar, de entrada gratuita y a caché. Siete conciertos a caché podrían solucionarme más de un problema económico, la cosa iba muy bien ese verano, aunque tuviéramos que suspender algún concierto en el otro espacio por incompatibilidad de programación. La verdad es que aquella rueda de prensa estuvo muy bien, ya que nos hicimos fotos y nos dejamos grabar por las cámaras de varias televisiones. Después de tantos años de trabajo casi en la sombra, superábamos lo del año pasado de aparecer en tantos periódicos y por fin teníamos radio y televisión pendientes de nosotros. Había terminado la rueda de prensa y nos colocamos para que nos hicieran la foto. Todos en fila sujetando el cartel y mirando con una sonrisa a las cámaras, que nos disparaban fotos y vídeo sin parar. En ese momento me sentía como alguien famoso de verdad, supongo que como deben sentirse las personas famosas que hacen eso todos los días, posar para las cámaras que apuntan a ellos y les sacan luego en los medios.
Esa semana estaba siendo una locura. A los dos días se me avisó a última hora de que iba a venir la radio a grabar uno de nuestros ensayos. Era una gran suerte que tuviera la voz en plenitud. Creo que había dejado atrás los problemas del año anterior y ahora disfrutaba de una voz cuidada con la inteligencia de elegir repertorio y orden del mismo.
Pero también me había salido un nuevo trabajo en esos días, el encargado de diseñar y colocar las luces necesarias que iluminarían el escenario. Los rojos, azules, amarillos, naranjas, marrones... debía colocar los colores en cada foco para que los técnicos supieran exactamente qué color poner en qué momento. Incluso me salió un concierto inesperado para el mismo viernes, un ensayo por la mañana y luego a cantar por la noche. Afortunadamente era un programa ligerito de cosas que ya había cantado varias veces y no revestía mayor problema.
El caso es que a la semana siguiente ya estábamos metidos en faena. Con una media de 200 personas asistiendo a los conciertos, el recital de ópera resultó ser un buen calentamiento para el Rigoleto que teníamos que abordar al día siguiente, y un mejor calentamiento para los conciertos de la semana siguiente.
El recital de ópera y zarzuela de la tercera semana dejó un buen sabor de boca. Esa misma mañana dábamos los últimos toques a la Traviata, una ópera que llevaba tiempo esperando estrenar en condiciones, no lo que hicimos en el Hospital de la Caridad un mes antes y que podría haber quedado mejor.
El día que hicimos la Traviata en el Palacio fue apoteósico. La gente entraba corriendo en el patio para coger una butaca en buena posición. Por la mañana habíamos colocado todo el escenario. Las voces afinadas, la ropa preparada... sobre el escenario me sentí muy cómodo. Hubo momentos en los que improvisé, como por ejemplo beberme toda una botella de cristal donde había té frío haciendo las veces de Whisky mientras el barítono cantaba el "Di Provenza". Una buena interpretación de novio despechado y medio borracho tirando a la soprano al suelo y tirando dinero a sus pies. Una escena que me queda muy bien pero en la que no me siento demasiado cómodo, ya que se trata de maltratar a una mujer, cosa que aborrezco, pero al fin y al cabo es teatro.
Aparte de dejarme la espinilla en el aparato que habíamos puesto para que hiciera de cama, el concierto gustó mucho y salió muy bien. Lo malo fue al ver el vídeo cómo la falta de un ensayo general se hacía patente. Actores que se sentaban donde no debían y les veía el público, luces que no se encendían cuando debían, planos de cámara que apuntaban justo donde no se cantaba, caídas a destiempo... en esos momentos me daba cada vez más cuenta que este trabajo había venido bien mientras se hicieran cosas livianas, pero al subir la categoría con este tipo de conciertos, no se podían consentir planteamientos cutres, y eso había que arreglarlo si queríamos dar un salto de calidad.
Con más cansancio físico que vocal, al día siguiente un recital de zarzuela bastante fuerte para la soprano y para mí, que llevábamos el peso del programa durante ya tres días seguidos. Afortunadamente el programa salió en condiciones.
Lo malo llegó la cuarta semana, donde hicimos un pobre intento de "quiero y no puedo" al cantar L'Elisir D'Amore en el Hospital de la Caridad. Reducir de 5 personajes a 3 (y gracias), quitar coro y orquesta y dejar simplemente un piano con una puesta en escena basada en una mesa y una silla fue una apuesta muy arriesgada. Pasaba lo mismo que pasaba siempre y que, por más que yo me enfadara y lo espetara a los cuatro vientos una y otra vez, no conseguía arreglarlo, se trataba de ensayar la escena de una ópera 24 horas antes de la función. Deleznable. Habíamos tenido un mes entero para ensayar la escena, pero tuvimos que dejarlo para las últimas 24 horas, deprisa y corriendo, con la penúltima pieza todavía sin haberla visto juntos... desde el momento en el que comencé a cantar el "Quanto è bella" sentía un vacío en el escenario que me sobrecogía y me impedía desarrollar el 100% del personaje. Ya estaba harto de decirlo una y otra vez. Necesitábamos más ensayos, más trabajo serio y menos "bueno, esto se da por sabido". Pero sobre todo necesitábamos más personas sobre el escenario, más gente que conociera la obra tras la cámara o la mesa de luces. Necesitábamos más gente, no más trabajo para los que ya estábamos.
Como siempre he dicho, el que el concierto salga bien técnicamente no quiere decir que tengamos que estar contentos con él, pero al menos o pasamos.
Afrontábamos ya la última semana en esos conciertos a caché y en cierto modo, me daba algo de lástima dejar el sitio. Habíamos pasado buenos ratos y cantar ante gente que luego te reconocía por la calle era un aliciente.
Los últimos conciertos los viví con toda la intensidad de la que podía tirar. no sabía si al año siguiente estaría ahí o no, sólo sabía que tenía que disfrutar de esos días y del trabajo que merecidamente iba a cobrar más tarde.
Ya con los conciertos en el Palacio terminados, mi preocupación era cobrar algunos conciertos pendientes en cuanto fuera posible, ya que se echaba encima el día de pagos y no contaba con dinero suficiente en el banco, algo que consideraba imperdonable.
Quedaba aún por terminar ese mes otro concierto en el Hospital de la Caridad, un Rigoletto del que apenas guardo recuerdos.
Por fin tras ese Rigoletto, pude volver a casa a disfrutar de unos días de vacaciones. Lo malo es que debido a un problema técnico, para los dos próximos conciertos nos encontrábamos sin soprano, con lo que tuvimos que hacer un concierto de obras clásicas y un recital de ópera sin voz femenina. Teniendo en cuenta que me cargaba el 60% del concierto en ambos casos, diez días sin cantar y encima habiendo pasado un catarro fuerte, estaba algo preocupado. Por suerte ambos conciertos fueron resueltos con cierta dignidad para mi voz, que había tratado de mantener en cuanto tuve la nariz lo suficientemente despejada como para respirar.
Nos quedaban por delante dos semanas de descanso, pero eso no era lo mejor. Lo mejor es que se me avisó de que estos conciertos que estábamos haciendo, los podría hacer en Noviembre en Huelva.
Ilusión era la palabra. Llevaba 10 años sin cantar en serio en Huelva. Diez años en el ostracismo y ahora por fin tocaban a término. La pregunta que me rondaba la mente era si la gente que me estaba prometiendo ir a verme cantar iría de verdad. En todos estos años había tenido tantas decepciones con eso que no sabía si realmente alguien conocido iría a verme al concierto. Ya estaba en un nivel de "Si no has venido has dejado la silla libre para otra persona que realmente quería venir", pero no me gustaba para nada que la gente prometiera y luego no cumpliera, yo intentaba cumplir siempre, a veces aún a perjuicio mío, pero parecía que los demás no estaban dispuestos a hacer por mí lo mismo que yo por ellos.
Tras recibir la noticia de que la Traviata en Diciembre se iba a retrasar, comprendí una vez más que de lo que se dice al principio a lo que luego ocurre, había mucho trayecto. Era lo que había dicho siempre "No me lo creeré hasta que no esté en el escenario cantando".
Lo malo no era eso, si no que aparecía en mí la sombra de lo que tiene este trabajo. Llevaba ya varios años así, pero mis deudas se reducían a un ritmo tan soporífero, que me planteaba una y otra vez si cantar era realmente lo que debía hacer. Era lo que quería, pero ni por asomo conseguía las metas que tenía previstas. Ganaba muy poco dinero y los conciertos se espaciaban demasiado en ciertas épocas del año.
Los conciertos entonces comenzaron a pasar sin pena ni gloria, como aquel que va a la oficina. Sin embargo el día 30 de Octubre teníamos un concierto en una sala. Sí, bajo techo, algo inconcebible. Por fin podía comenzar a trabajar en un lugar donde no tenía que estar mirando al cielo, donde las sillas estaban atornilladas y donde había camerinos. Un bonito concierto aunque algo durillo.
Al día siguiente nos tocó ensayar con la orquesta. Yo siempre había estado en guerra con las orquestas por diferentes motivos. Ésta vez, sin embargo, me encontré con un grupo de chavales estudiantes pero muy profesionales que se esforzaban. Debo admitir que la mirada de admiración de algunos componentes me llenaba de orgullo y me hacía ganar mucha confianza, pero también el buen trabajo que hacía el director.
Por fin llegó el día 5 de Noviembre, el primer concierto en Huelva. Un homenaje a Verdi como otros que habíamos hecho, pero especial para mí. De nuevo en una sala, de nuevo con camerinos. Un lleno total que no esperábamos pero que recibimos con mucha ilusión, un concierto para estar muy satisfecho, pero sobre todo, porque esperaba con ansias el día siguiente.
El día 6 de Noviembre pude de nuevo cantar en Huelva y ésta vez con orquesta. Mis problemas para llevar el ritmo se desvanecieron en el momento en el que comencé a cantar. Puede que algunas de las piezas hayan sido las mejores que he hecho en años. Era un gustazo poder ser acompañado por una orquesta, sin duda para mí era un antes y un después.
https://www.youtube.com/watch?v=n30B5j9a7XQ
https://www.youtube.com/watch?v=IUpeF5QIfHA
https://www.youtube.com/watch?v=Ff8U-tl9kVU
https://www.youtube.com/watch?v=gVJPjwRSLvg
Lo mejor es que todavía me quedaban dos conciertos, uno en Noviembre en Sevilla y otro en Diciembre en Huelva.
Poco antes de hacer ese concierto, me contactó un fotógrafo que había visto el concierto en el Casino del Lope de Vega del día 21 de Junio y que le había gustado mucho nuestro trabajo. Me ofreció hacerme un reportaje fotográfico de forma gratuita para que ambos nos pudiéramos promocionar.
Tanto el reportaje como el fotógrafo resultaron de lo más agradables. Un hombre muy competente, que sabía perfectamente lo que quería en cada fotografía y que supo sacarme hasta un lado bueno. La verdad es que con toda la parafernalia del reportaje, me sentía hasta alguien importante en el mundo de la música y la literatura, aunque lo de la literatura es cosa de otro blog, aquí me centro sólo en la música.
El concierto de noviembre en Sevilla la verdad es que fue raro. Eran dos pases y sólo en el segundo intervenía, pero estaba desde el primero para echar una mano en lo que pudiera.Cantar sólo cuatro piezas hizo que el concierto pasara rápido, como un mero trámite.
Mientras tanto, recibía llamadas una y otra vez de los responsables de la Traviata. Parecía que mi opinión era muy tenida en cuenta, pues me preguntaban, me pedían consejo, diseñaban estrategias de trabajo en base a lo que les decía... todo un avance sin duda.
Los conciertos se espaciaban un poco (los pagos más), pero afortunadamente podían salvarse sin mayor problema.
Llegó el día 10 de Diciembre y el ansiado Carmina Burana que cerraba la temporada, prácticamente como todos los años. Afortunadamente ya no cantaba con el coro y el concierto podía hacerse más corto. El público realmente interesado volvió a responder y salí satisfecho.
Un año repleto de conciertos pero muy satisfactorio. Mis problemas vocales prácticamente habían desaparecido, había cantado casi todos los meses y la cosa en 2016 tenía mejor pinta.